Una aproximación a la comarca Sur de Tenerife permite descubrir otra realidad de la incidencia económica del Covid-19 más allá de los túneles de Güímar que se agrava de forma proporcional a la raíz del problema: la necesidad de que se recuperen los vuelos nacionales e internacionales en el Aeropuerto Tenerife Sur-Reina Sofía, una de las puertas de entradas de los 16 millones de turistas que visitaron el pasado año Canarias, según el diagnóstico que realizan para EL DÍA tres empresarios de esta zona de la Isla. En el sur se pasa de la micro a la macroeconomía, con promotores que gestionan una veintena de empresas de 600 trabajadores. Para ellos, la fase uno va más allá de servir unas cañas en una terraza con el 50% de mesas, una impulso válido para los negocios en el casco de los pueblos del Sur o en las medianías, admiten.

Guacimara Magdaleno (Futurismo Canarias). Esta experta en el sector advierte que el panorama actual no invita al optimismo en la actualidad, y confía en que la economía en el Sur comience a despegar en octubre, y precisa la necesidad de recuperar la conectividad que facilite la llegada de turistas, a la vez que se determinen los protocolos que ahora no están claros. El primer paso de esa desescalada en el Sur será cuando "la gente se pueda mover ya entre Islas", algo que se prevé en las próximas fases. De resto, el turismo interior no dará para cubrir la oferta alojativa que está a la medida de los visitantes. "Con la gente que viene de Santa Cruz no se puede vivir en el Sur", sentencia esta profesional del sector lleva 20 años vinculada al turismo; de ellos diez como directora de hoteles en la comarca.

Carlos Magdalena (Grupo El Cine). Es el propietario de tres establecimientos comerciales de Arona que permite medir la incidencia del Covid-19 en el puerto de Los Cristianos, donde regenta la terraza que se localiza en la parte alta de la estación. Además posee el restaurante El Cine, con terraza, en la plaza de Los Cristianos, considerado el de mayor facturación del Sur de Tenerife, en un lugar de privilegio para tomar el pulso al turismo dos meses después de estado de alarma. Su visión la enriquece su experiencia con el restaurante Secreto de Chimiche, un asador en las medianías de Granadilla y que tiene a Juan Carlos Clemente como asesor gastronómico; un cubierto que puede rondar los 50 euros, por lo que no entiende que ahora vaya a servirlos con cubiertos desechables.

Carlos Magdalena es contundente: "En estas condiciones no abrimos, porque no se acerca a la realidad", y prefiere esperar a que la Autoridad Portuaria restablezca la actividad en Los Cristianos, pues "sin viajes entre La Gomera, La Palma y El Hierro no hay turismo ni negocio. Es preciso recuperar la fluidez de público con los viajeros de las islas periféricas como primer paso en lo que ahora llaman la desescalada".

Lamenta la improvisación de las medidas que se anuncian y al día siguiente se cambiar y que algunas medidas parezca que se han adoptado más pensando en los establecimientos más próximos a la sede de Presidencia del Gobierno que en los del Sur de Tenerife, lo que le lleva a pensar que "tal vez algunas medidas se han tomado a la ligera, sin rigor, de forma sobrevenida". Vuelve a hablar con contundencia: "Estamos ante un problema de Estado que tiene que actuar de cabeza y decirnos a todos cómo se restituye lo que llama la nueva normalidad, sin que nos coja con el paso cambiado y de forma concreta para que la población se mueva con tranquilidad y seguridad".

Invita a emprender acciones porque "esperar por una vacuna es una quimera y solo se lograría que el mundo se pare. Solo medidas certeras evitarán que la economía se vaya al carajo", por lo que plantea soluciones para una "sociedad saludable y rica", que pasa porque el Estado hable con la ciudadanía. "El Sur de Tenerife no se concibe, sin que fluya la gente desde el Norte y el área metropolitana. Posiblemente se ha hablado demasiado pronto de soluciones que no se podrán llevar a cabo".

Este empresario saca a relucir su sabiduría popular: "Es preciso un respeto por los mayores; los que tenemos entre 40 y 60 años nos sentamos bajo la sombra de árboles que plantaron nuestros padres o abuelos", para lamentar que "con tanto político que hay y no tenemos dinero para levantar el país". Y remacha: "Esta fase -las salas de los restaurantes cerrados y solo la apertura en el 50% de las terrazas- no está hecha para el sur", y confía que la nueva normalidad llegue en julio o septiembre, con la vista puesta en la respuesta del turismo alemán. Con más distancia en el tiempo, sentencia que en "Semana Santana llegará el desaforo, porque aún hay miedo en la sociedad". Confía en que para entonces se vuelva a las 20.000 personas que llegaron a pasar en un puente festivo por el puerto de Los Cristianos. "Las 200 o 300 personas que pasaban a diario por la cafetería de la terminal no han pasado en todo el mes".

Javier Cabrera (Grupo Monkey). Propietario de cinco establecimientos que operan en el Sur de Tenerife, vinculados al ocio -"el último sector que se incorporará a trabajar; ni siquiera existe aún protocolos para discotecas"-, Javier Cabrera se muestra reflexivo ante la decisión de si va a abrir o no. "Hay dos tipos de negocios con terrazas, los que pueden vender comida para llevar y los que tienen sala y no se puede habilitar aún; a esto se suma si la terraza es una concesión pública -que pagan tasa por ocupación del suelo- o están limitadas porque son privadas y deben de implantar la distancia de seguridad que fija el Estado"...

"El cierre del aeropuerto del Sur es una ruina para el Sur, en especial para los hoteles y establecimientos que viven del turismo, no así quizás para los restaurantes, bares y cafeterías de la zona de medianías o del casco de los pueblos de la comarca". En el particular de Javier Cabrera, ni siquiera dibuja un panorama económico optimista en su caso hasta al menos junio o julio. Toca esperar, y agradecido al "balón de oxígeno" de los ERTE establecidos por el Estado para aliviar a las empresas que, como en su caso, tienen hasta 50 trabajadores y disfrutan de una bonificación del 100%; de no haber sido así, "todas hubiéramos entrado de cabeza a un concurso de acreedores". Antes de tomar la actividad prefiere esperar por temor a sacar a 10 o 15 empleados y luego no poder sostener el pago de sus nóminas o seguros.

"El futuro a largo plazo pasa por encontrar la vacuna, el remedio, y a medio plazo, el pasaporte sanitario; con test rápido en origen y entrada, unos controles exhaustivos en las fronteras para evitar llenarnos del bicho. Cabrera sabe que las discotecas son lo último que se abrirán y prefiere ver como un ejemplo cómo se aplica el distanciamiento social en partidos de fútbol. Desde su condición de aficionado se pregunta cómo hará el CD Tenerife ante un derbi con Unión Deportiva o si se da el caso y el equipo asciende a Primera.

Lorenzo Reverón (Gourmetland). De los 26 negocios que regenta en el Sur de Tenerife -entre ellos el Asador La Camella, La Martina, Embrujo, Mamma Mía, Yun Yun, Hacienda Miranda, Melrose's, La Brasserie, Marina Bay, Altamira Chillout...-, hoy solo reabrirá el restaurante tailandés porque, aunque está en zona turística, tiene una cocina exclusiva y no tiene competencia, y el viernes prevé retomar la actividad en el Asador La Camella, porque es de clientela nacional. "El 95 por ciento de establecimientos del grupo no lo vamos a abrir porque no es rentable. Estamos en fase de pruebas y vamos a poner en marcha estos dos porque hay ganas y es mejor para ir adaptándonos a la nueva normativa y que luego no sea todo sobrevenido. Además, Lorenzo Reverón admite que psicológicamente no vale para seguir parado por más tiempo. "Somos grandes y ahora somos pequeños", admite lamentando que desde el Gobierno se haya tomado medidas más pensando en zonas nacionales, pero no en las áreas turísticas, caso del sur de Tenerife, precisa.

"Esperamos cubrir gastos y empezar a funcionar sin tener muchas pérdidas", mientras desconoce si va a tener aceptación, con la confianza puesta en que el pasaporte sanitario permita reabrir las fronteras y recuperar el poder adquisitivo que ha caído a niveles de hace veinte años.