¿Cómo vive este tiempo a título personal? Alguna vez imaginó una situación cómo está? Un bichito

Con mucha paciencia y aprovechando para dedicar más tiempo a la oración, a la lectura, a poner en orden cosas atrasadas y para comunicarme con los sacerdotes y otras personas por medio del teléfono. Ciertamente, siempre imaginas que pueden pasar cosas que nos descolocan, pero con la rapidez y la peligrosidad de esta pandemia nunca lo pensé. Aunque parece que lo controlamos todo, un bichito que ni se ve pone en evidencia lo frágiles y dependientes que somos.

¿Ha sentido miedo a nivel personal?

Miedo, sinceramente, no. Preocupación, mucha. No solo por la cuestión de la salud sino, también por el bloqueo de la vida social en su conjunto y sus efectos en el futuro.

Cuando se ha visto la importancia de la situación, ¿de quién se ha acordado?

Sobre todo de los que se han contagiado, de las personas mayores que viven solas o que están en residencias de mayores; también de los trabajan en primera línea arriesgando su propia salud.

¿Teme por el clero o las residencias de mayores que gestiona la Diócesis?

Por supuesto. El temor es sano, porque nos hace estar vigilantes y poner los medios que estén a nuestro alcance para no vernos afectados por los peligros que nos rodean. Gracias a Dios, por el momento, los sacerdotes están bien. En las residencias de mayores se tomaron medidas de control desde el primer momento y tampoco se han dado casos de contagio.

¿Cómo se organiza al ser cabeza de la iglesia y estar en contacto con más personas?

Pues distribuyendo y controlando el tiempo con equilibrio para que no te veas acaparado por una sola cosa. Trabajo, oración, descanso, comunicación con personas... todo debe tener su tiempo, como si estuviéramos en circunstancias normales. De lo contrario, puedes entrar en una situación de estrés que te inutiliza, por ejemplo si te pegas al móvil para ver y responder todo lo que te llega por WhatsApp.

Es duro escuchar que en África se mueren más personas de hambre que en Europa por coronavirus.

Ciertamente. Y de eso no se hacen eco los medios de comunicación. En nuestro mundo desarrollado nos miramos mucho el ombligo y cuando algo nos toca cerca ponemos el grito en el cielo. Como ha pasado en otras ocasiones -en atentados terroristas, por ejemplo- parece que en el mundo no existe más que ese problema. Sin embargo, siguen ahí las guerras, el hambre, la miseria y la falta de salud de millones de personas que ocasionan muchas más muertes.

Asistimos a una Semana Santa virtual que contrasta con una feligresía de avanzada edad y sin tantos recursos. ¿Cobran más valor los medios de comunicación?

Evidentemente. Gracias a la facilidad e inmediatez en las comunicaciones podemos vernos y hablarnos en cualquier momento. Esto nos permite visibilizar y acercar a los fieles las celebraciones fundamentales de la Semana Santa. Así, quienes quieran se unen espiritualmente y celebran de corazón lo que no pueden hacer con su presencia física.

¿Cómo se ha organizado la Diócesis para adaptarse a la tecnología en este tiempo?

Cada parroquia ha puesto en marcha distintas modalidades de comunicación para seguir atendiendo a los fieles. A nivel diocesano, en la página web, hemos instalado una parroquia virtual en la que se ofrecen recursos para la formación catequética de los niños y jóvenes, así como materiales para celebrar en casa estos días de Semana Santa. También, cada día se transmite en directo la celebración de la Santa Misa.

¿Son igual de válidos la comunión espiritual y la confesión recomendada?

La comunión del Cuerpo de Cristo y la confesión de los pecados en el Sacramento de la Penitencia no se pueden sustituir por algo distinto a lo que son: signos sensibles que nos dan la gracia de Dios, realizando en la vida de la persona lo que significa cada uno. La comunión espiritual y el arrepentimiento interior de los pecados son actos muy valiosos y ayudan a la persona a mantener su unión con Dios, pues expresan el deseo de recibir esos sacramentos en la verdad de lo que son e implican propósito firme de recibirlos en cuanto se pueda.

¿De qué forma concreta ayuda la Iglesia en esta situación de pandemia?

Bajo dos dimensiones. Una más visible o material, mediante la solidaridad y ayuda a las personas necesitadas a través de Cáritas y otras instituciones de la Iglesia que cuidan de las personas más vulnerables. La otra, más espiritual, mediante la atención y acompañamiento; así como fomentando la oración para que el Señor devuelva la salud a los contagiados; proteja y proporcione fortaleza al personal sanitario, y dé la vida eterna a los fallecidos y consuelo a sus familiares. También pedimos por quienes -desde cualquier ámbito- están trabajando en primera línea para vencer esta pandemia y evitar que se siga propagando.

¿Se puede practicar la fe en casa? ¿Cómo? ¿Esta situación recuerda tal vez a los primeros cristianos?

Los primeros cristianos se caracterizaban porque vivían unidos y lo ponían todo en común. Jesucristo nos prometió estar con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. También nos dijo que, donde dos o más se unen para pedir algo en su nombre, Dios nos lo concede. Por tanto, en cualquier momento y en cualquier lugar, también en casa, podemos practicar nuestra fe. Sobre todo, viviendo unidos en el amor y la ayuda mutua. Donde hay caridad y amor allí está Dios; por eso, donde nos cuidamos mutuamente allí está el Señor y le estamos dando culto con nuestras buenas obras.

¿Es un tiempo de celebrar misas de forma clandestina?

Ni mucho menos. Una misa clandestina sería una misa celebrada si estuviera prohibido hacerlo. Este no es el caso. Lo que si celebramos es misa sin pueblo, solo con dos o tres fieles. Pero son celebraciones públicas y publicitadas que muchos pueden seguir en las redes sociales. El valor de la misa lo da Jesucristo, que se ofrece a sí mismo en la Eucaristía por la salvación del mundo, y eso acontece aunque el sacerdote celebre solo.

¿Se celebrarán las procesiones de Semana Santa en septiembre?

Es una cuestión que nos hemos planteado. De cualquier forma, septiembre entre nosotros tiene las grandes celebraciones del Cristo de la Laguna, el Cristo de Tacoronte, el Cristo de Icod?

¿Es partidario de la procesión del Señor de Tribulaciones cuando acabe la pandemia?

Se podría considerar. Es mucha la devoción que hay en Santa Cruz de Tenerife por esta venerada imagen. De momento, ante su talla, vamos a seguir pidiendo para que el Señor nos libre de esta pandemia.

¿Cree que la población en general se ha vuelto más a Jesucristo o es una pose de solidaridad?

Siempre hemos dicho que Dios, de los males, saca bienes. Ojalá que esta situación de fragilidad que estamos viviendo nos acerque más a Jesucristo nuestro Salvador y comprendamos de una vez que en Él somos, nos movemos y existimos y que fuera de Dios nada tiene verdadero sentido. Cuando nos va mal nos acordamos de Dios, le pedimos ayuda. Y, cuando nos va bien, ¿por qué le olvidamos y no le damos gracias? ¿Acaso no es Él la fuente y el origen de todo bien?

Parece que el teletrabajo ha venido para quedarse. ¿También una iglesia más online?

Bueno, desde hace tiempo venimos diciendo que los medios de comunicación y las redes sociales son como los nuevos púlpitos para predicar el Evangelio a las gentes de nuestro tiempo. Sin duda ofrecen la posibilidad de hacer llegar en mensaje de Jesucristo a millones de personas. Hay que aprender a usarlos bien. Dios nos pediría cuentas si no nos sirviéramos de estos medios cada vez más avanzados. No obstante, esto nunca puede sustituir el contacto personal, transmitir la fe de persona a persona, que conserva toda su validez e importancia.

Ante esta situación, ¿qué cree que quiere decir Dios?

Es algo que cada uno debe descubrir. Pienso que, sobre todo, Dios nos está diciendo que existe. "Yo soy Dios y no hay otro; volveos hacia mí para salvaros confines de la tierra", como dijo el profeta Isaías. De modo genérico, me atrevo a decir que, a todos, Dios nos llama a tomarnos la medida de los que realmente somos como seres humanos. Que reconozcamos nuestra fragilidad y, al mismo tiempo, redescubramos y valoremos en profundidad la dimensión trascendente de nuestra vida.

¿Cómo entender esta Pascua en el contexto de la pandemia?

La palabra Pascua significa paso. En el ámbito de la fe cristiana, la Pascua es el paso de Dios por nuestra vida, liberándonos del mal y del pecado para llevarnos a una vida nueva. En este contexto de la pandemia del coronavirus, tiempo en el que se hace presente la pasión y de muerte de Jesucristo, nos iluminan las palabras del Señor Resucitado a los discípulos de Emaús: "¿No era necesario que el Mesías padeciera esto y entrara así en su gloria?". El que tenga oídos para oír, que oiga.