Las ciudades de toda España se han quedado vacías, desangeladas, sin ruidos y sin ambiente en sus calles. Y Santa Cruz no es ajena a esta realidad propiciada por la orden de estado de alarma decretado por el Gobierno del Estado con el objetivo de minimizar los efectos de la pandemia del coronavirus. En este caso, el decreto para el desarrollo de medidas contenía la limitación de movimientos de los ciudadanos desde el pasado día 14.

La situación ha generado responsabilidad entre la ciudadanía y cierto desencanto entre las pequeñas y medianas empresas, sobre todo las que han tenido que cerrar, pero también las que han quedado abiertas por los distintos servicios que prestan. Se trata de empresas como herbolarios y alimentación sana, lavanderías y tintorerías, tiendas de animales, ortopedias u ópticas, entre otras muchas que prestan servicios básicos, que ven cómo el vaciado de las calles les repercute negativamente en sus cuentas después de unos días de la implementación de medidas.

Y vendrá la cuesta arriba. Lo cierto es que para muchos propietarios la crisis sanitaria se ha convertido en un problema económico importante durante los primeros días y resaltan que cuando se cumpla el periodo de cuarentena poblacional la cuesta arriba será tremenda. En muchos casos, como los de las ortopedias o las ópticas, abiertas porque sus negocios son considerados como sanitarios aunque viven del día a día, de clientes fijos o de paso con recetas, montaje de prótesis o graduaciones, su actividad ha mermado considerablemente y con ello sus ingresos. Tanto, que algunas están sopesando tomar medidas ante la flagrante pérdida de ingresos. Mejor parados están los herbolarios y alimentación sana, que gracias a la fidelización de la clientela de toda la vida sobreviven, aunque también han notado una importante merma en sus cuentas generales.

"¿Las pérdidas? No sabemos". Sonia Gómez Campos regenta el Herbolario Dolce Vita Natural, ubicado en la rotonda de La Salle, y destaca que la crisis del virus le ha repercutido económicamente "de forma importante" por "una bajada de las ventas y un recorte en los horarios de apertura y cierre". "¿Las pérdidas? Pues todavía no lo he estimado, pero no ha sido brutal. Nuestros clientes, la verdad, son fieles y dentro de lo que cabe vendemos mucha alimentación. Creo que hoy por hoy nos vamos a mantener, pero sí hay pérdidas, evidentemente, porque los gastos son los mismos", resaltó Sonia, que considera importante un paquete de ayudas para las pequeñas y medianas empresas.

María Antonia Ruiz, responsable del Herbolario Ginseng, de la calle Tomé Cano, reconoce estar viviendo la situación actual "con un poquito de estrés, presión y preocupación, pero no solo por mí, sino por todos los demás. Estamos bajo mínimos y con horarios reducidos, solo de mañana". "También vienen menos clientes, pero gracias a Dios los fijos, siguiendo las normas y las pautas de higiene, siguen viniendo", explicó. María Antonia no se atreve a hablar de pérdidas todavía, pero reclama "un paquete de ayudas necesarias para que los pequeños empresarios puedan seguir con sus actividades".

Servicio a la comunidad. José Martínez, de la Lavandería y Autoservicios Open Wash, en la calle Garcilaso de la Vega, resaltó que desde la empresa en la que trabaja "estamos dando un servicio a la comunidad y a los vecinos que no tienen equipos para hacer su colada". Quiso recalcar que en la actualidad debido al estado de alarma se está dando cita previa "como medida de precaución para prestar el servicio" y aseguró estar "muy complacidos de aportar a la comunidad nuestro gran apoyo".

En la calle Eduardo Zamacois se ubica la Lavandería-Tintorería HyperSec. Marlene Pernía dio un mensaje muy claro del estado general sobre la evolución del coronavirus: "Aquí no viene nadie y estoy casi todo el día sola. Ahora lo único que hacemos son los trabajos para el Cuerpo de Bomberos y estamos abiertos sobre todo por ellos". "Ha sido un palo importante para las pequeñas y medianas empresas. Hoy (por el martes) solo ha entrado una sola persona. No hemos reducido horarios y mantenemos nuestros servicios", recordó Marlene sobre la disponibilidad del negocio.

Una situación complicada. Fredy Sanfiel Hernández, de Acuario Reino Animal, en la calle Pepita Serrador, dijo que la situación del coronavirus "la vivo con gran incertidumbre, como todos. Estamos en un punto en el que todo son incógnitas y aquí estamos paliando la situación en lo posible prestando un servicio". "Tenemos una trayectoria de casi 30 años y tenemos una cartera de clientes que han pasado a ser amigos. Estamos dando el mejor servicio que podemos y estamos dando asistencia a los animales para que no les falte de nada", dijo.

Reconoció pérdidas por la situación, "pero todos somos perdedores y no solo mi negocio. A fin de cuentas estamos en un punto bastante complicado. Somos perdedores, pero aspiro a que al final seamos vencedores y salgamos airosos en la medida de lo posible".

Laura González, al frente de la Ortopedia Tomé Cano, señala que "la crisis la estamos viviendo todos. Nosotros somos del sector de las ortopedias y de los pocos establecimientos que permiten permanecer abiertos".

Apuntó que "sí se ha notado una menor afluencia de clientes, pero tenemos que estar para las urgencias y para tomar medidas necesarias en cuanto al servicio se refiere para las personas que lo necesiten. De hecho el hospital ya nos ha hecho alguna petición y tenemos que estar abiertos hasta que nos digan lo contrario".

Es consciente de que menos clientes significa una merma de ingresos "y ya estamos valorando tomar alguna medida. Es cierto que estamos abiertos, pero la producción ha bajado considerablemente. Al no existir consultas médicas no hay recetas, no hay fabricación y adaptación de ortopedia y solo estamos viviendo de la venta de mostrador y de ayuda a domicilio de las personas que lo necesiten". "Las pérdidas no las hemos podido valorar y estamos esperando el decreto de ayudas, pero es contradictorio porque no estamos facturando lo que hacíamos y no se va a ajustar", dijo para concluir.

La Óptica Aguaviva está radicada en la calle Pi y Margall y su propietario, Luis Alcalá, señala que "la situación es difícil porque a pesar de ser ópticas y estar dentro de una profesión sanitaria, nuestra actividad económica es comercial al por menor. Con lo cual no hay clientes, no hay comercio y no hay ingresos". "Tenemos que mantener los locales, alquileres, infraestructuras, luz, agua... Todos los servicios y también a todos los trabajadores. Encima la alarma se puede prolongar y si eso sucede no podremos pagar salarios con ingresos '0'. Es imposible", dice.

La letra pequeña de los decretos. Luis tampoco está satisfecho con la información que se ha dado de cara a las pequeñas y medianas empresas porque "los políticos sacan esos decretos, pero luego hay que ver cómo se articula esa ley y cómo nos va a llegar".

En la calle Suárez Guerra se encuentra abierta al público la Óptica Prisma y su responsable, Paloma Rodríguez Estévez, resalta que el problema de crisis sanitaria actual "se vive como una sensación que no es real todavía. Como empresa, evidentemente la facturación ha caído muchísimo, pero sí que es una necesidad básica que hay que cubrir". "No se puede dejar a la población durante un mes sin servicios ópticos. Es muy común que en tu casa, con tus hijos se produzca un accidente y la probabilidad de que se te rompan unas gafas es muy alta. E incluso para trabajar en el ordenador necesitas gafas", explicó la técnico.

Trabajando bajo mínimos. En la actualidad la empresa trabaja sobre mínimos "sin que entre nadie de la calle y encargue algo nuevo, generalmente, sino que a lo mejor clientes de toda la vida nos dicen que montemos, por ejemplo, una gafa de cerca, con la graduación que tenemos aquí y se la mandamos. Este tipo de trabajo sí se ha producido. Encargos que habíamos recogido anteriormente y alguno que otro", dijo para concluir.