"Cuando superas los noventa todo se hace un poco más cuesta arriba". Esa es la primera reflexión de un santacrucero, aunque él naciera con El Sobradillo todavía en los lindes municipales de El Rosario, que hoy celebra el centenario en casa. La cabeza de Celestino Vera Díaz (1920) sigue intacta: su voz se apaga en varias fases de la conversación, pero no las imágenes de un pasado en blanco y negro que se arremolinan alrededor de una idea. "No me pida que le diga dónde está el secreto para llegar a los cien porque no lo sé... Eso es cosa de la buena suerte", subraya este exempleado de banca y fiel lector de EL DÍA.

Creció en una familia compuesta por dos chicos y tres chicas, nada más cumplir los 16 entró a trabajar como auxiliar administrativo en la banca y dos años después lo llamaron a filas. "Me llevaron al frente con 18 después de la Batalla del Ebro... Nos destinaron allí en noviembre de 1938 a través de la franja de Cataluña, pero también estuve en Extremadura". Aquellas jornadas en el campo de batalla no estimulan demasiado su cabeza y prefiere olvidar: "Fue duro, conseguí salir adelante como pude".

De vuelta a Tenerife

Celestino pasó un par de años en la Península antes de volver a recuperar su empleo como administrativo en el Banco Hispano Americano. "¡El mejor banco que hubo en Tenerife!", dice con orgullo. Todo se hacía con lápiz; casi artesanal. "No tenía nada que ver con la era de los ordenadores", compara un banquero que fue escalando peldaños hasta su nombramiento como apoderado. Padre de dos hijas y con el mismo número de nietos, Vera Díaz no vive alejado de la realidad que marca el Covid-19. "Si no podemos reunirnos para celebrar los cien habrá que buscar otra fecha... Tampoco crea que estoy mucho por la labor de durar cien más", bromea sin perder de vista los compañeros que se han quedado en el camino. "Hay muchos, algunos víctimas del cáncer cuando era aún joven pero esa es una enfermedad que no pide permiso. El cáncer viene sin avisar y se lleva todo por delante".

Aunque no quiere utilizarlo como explicación para ver cómo ha podido llegar hasta aquí, Celestino recuerda que los 15 últimos años que le permitieron conducir se iba todos los días a Las Teresitas. "Aquello me daba vida", sostiene sobre los paseos y baños mañaneros que se daba en la playa santacrucera.