Hace exactamente una semana que al país le cambió la vida. Una semana sin salir de casa. Han sido siete días plagados de miedos y preocupaciones. Son muchas cosas que enfrentar: rutinas nuevas, una forma distinta de trabajo y una convivencia de 24 horas a la que ya no estamos acostumbrados. El estado de alarma y el coronavirus han llegado para barrer de un plumazo la cotidianidad de millones de personas.

Los besos y abrazos han dado paso a otras expresiones de afecto. Se han cambiado las terrazas y cafeterías por las salas de estar y los balcones y las pantallas son ahora la única ventana al mundo. Los tinerfeños, en su mayoría, están haciendo gala de un enorme compromiso social y se han resignado a quedarse en casa con la mejor de las actitudes. Todos, unos en familia y otros en solitario, viven este confinamiento con la esperanza puesta en que esto se acabe pronto.

Trece familias cuentan en este reportaje cómo están adaptándose a esta nueva forma de vida sin el sol y el aire fresco que tantas veces pasaron inadvertidos cuando los quehaceres lo ocupaban todo. El deporte, la cocina y las redes sociales son algunas de las actividades con las que llenan las horas que antes pasaban volando. Todos tienen alguien por el que preocuparse y por eso, para evitar que este virus continúe expandiéndose, permanecen confinados en sus casas.

Pedro Arvelo y Cristi Morales son una de esas familias tinerfeñas que tratan de seguir adelante con optimismo. Tienen una pequeña de seis años, Cayetana, a la que tratan de mantener ocupada todo el tiempo posible. "Mi hija es un terremoto", destaca orgulloso el padre.

La pareja sigue trabajando. Ella es comercial del sector de la impresión y él trabaja en el mundo de las comunicaciones. La niña, por suerte, mantiene el contacto con el colegio gracias a internet y todos los días debe cumplir con unas tareas que le van marcando sus profesores. "Estoy preocupado porque sigo trabajando fuera. Llegar a casa y tener que decirle a tu hija que no te puede dar el beso y el abrazo con los que siempre te recibe es muy duro", lamenta Arvelo.

En la mayoría de los casos, aquellos que no pueden realizar su trabajo desde casa y han de salir a la calle tratan de mantener una rutina lo más similar posible a antes de que el coronavirus copara todas las conversaciones. Policías, dependientes y repartidores de comida son algunos de los que continúan saliendo de casa para efectuar su trabajo pero, al regresar, la vida no es la misma.

Rubén Padilla es una de esas personas que han de salir a la calle para seguir realizando su trabajo pero destaca que "es nuestra responsabilidad quedarnos en casa y la verdad es que cada vez que veo cómo la gente sale a la calle sin justificación me enfada mucho". Y es que el tinerfeño lamenta que "la gente no sea consciente de la gravedad de lo que está ocurriendo y no comprenda el riesgo que supone para otras personas que, como yo, tenemos la obligación de salir a la calle a trabajar y velar por esos inconscientes".

Los sanitarios son otro grupo que vive a medias entre la normalidad y esta situación extraordinaria. Carintia Dorta es médico residente en el Hospital Universitario Nuestra Señora de La Candelaria pero desde hace una semana se encuentra recluida en su casa porque ha tenido hasta tres contactos de alto riesgo y podría estar infectada. "Al igual que yo me tengo que quedar en casa por mi situación, la gente tiene también que cumplir con el confinamiento aunque no esté en peligro, porque tenemos que lograr que esta crisis pase".

Además, la médico aprovecha para agradecer a todos sus compañeros de profesión su trabajo porque "lo están dando todo". No hay que formar parte del sector sanitario para comprender que lo coherente es cumplir con el confinamiento y estas trece familias tinerfeñas demuestran que las opciones para pasar el tiempo en el hogar son tan variadas como habitantes hay en la Isla.

Iraide Delgado: "Estoy innovando mucho en la cocina"

Iraide Delgado vive con su pareja -que es taxista y solo trabaja en días alternos- y estos días permanece en casa ya que "pertenezco al grupo de riesgo y no puedo salir para nada". En casa, mantienen una rutina "bastante estricta": ella hace 40 minutos de ejercicio y está preparando comidas "más elaboradas de lo normal", además está aprovechando para realizar tareas pendientes, así que reconoce que su rutina "ha cambiado bastante".

Ever Fernández: "Me siento solo con las calles con tan poca gente"

Ever Fernández mantiene su rutina porque tiene autorización para salir a la calle y repartir comida. "En las calles me siento solo", afirma el joven, quien reconoce que no le cuesta mucho permanecer en casa porque ya antes llevaba un estilo de vida similar. Así, ahora puede continuar con sus estudios de Fotografía. "Cuando salgo, la Policía me suele parar pero no he tenido grandes problemas", afirma.

Carintia Dorta: "Hemos tenido que dividir la casa para mi aislamiento"

Carintia Dorta vive con su novio; ambos son médicos en La Candelaria pero desde el pasado lunes ella está en cuarentena estricta por haber estado en contacto con pacientes contagiados. "Hemos tenido que dividir la casa", relata la joven, quien solo ha presentado síntomas leves. "Todos los días estudio, hago ejercicio y pinto acuarelas; no puedo salir así que mi contacto con el exterior es la ventana", comenta.

Esther Bethencourt: "Nos turnamos para visitar a mi abuela, que está sola"

Esther Bethencourt vive en Madrid pero pasa la cuarentena en la Isla porque estaba visitando a sus padres cuando se declaró el estado de alarma. "Mantenemos nuestras tareas aunque mi padre, que es médico de familia, tiene que ir al centro de salud a pasar consulta, sobre todo telefónica". Junto a sus padres, dedica sus ratos muertos a limpiar a fondo la casa y reconoce que a ella le está costando mucho centrarse en el estudio.

Estefanía C. López: "El aburrimiento no es suficiente motivo para quejarse"

Estefanía C. López es una joven arquitecta tinerfeña que trabaja en Las Palmas. Allí le sorprendió el aislamiento y decidió no volver a Tenerife para evitar "un posible contagio o contagiar a alguien". Sola en su piso, teletrabaja y aprovecha el tiempo para "poner las cosas al día. Disfruto de hacer con calma las cosas que antes tenía que hacer a toda prisa, como cocinar". "El aburrimiento no es suficiente motivo para quejarse", sentencia.

Rebeca Álvarez: "Hacemos de todo para entretener a los pequeños"

Rebeca Álvarez y Jonathan Hernández viven en Santa Cruz con su pequeño hijo Gael. A veces también deben quedarse al cargo de su sobrina Olivia porque sus padres deben salir a trabajar. Para entretener a los pequeños "pintamos, leemos cuentos, cantamos o jugamos al escondite. Hacemos de todo para entretenerlos", explica. Lo que más echa de menos: "quedar con los amigos".

Familia Cruz Acosta: "Se podría haber evitado esta situación"

Paqui Acosta, Raúl Cruz y Saray Cruz -padres e hija- son una de la gran cantidad de familias que pasan estos días de aislamiento en la capital. "Procuro mantenerme positiva, relajarme con música y mantener el cerebro ocupado", indica la joven. "Desgraciadamente, pienso que la situación va a empeorar", lamenta. "Se podría haber evitado si se hubiera escuchado antes a los profesionales sanitarios", opina.

Rubén Padilla: "Con un niño tan enérgico nos cuesta estar tranquilos"

Rubén Padilla vive con su pareja y su hijo de tres años. Estos días sale a la calle ya que es funcionario del Estado y añade que su rutina diaria se centra en el pequeño de la casa y en todas las actividades que hacen para que no se aburra. Así, destaca la ayuda que suponen las propuestas de la guardería. Lo más que están haciendo es pintar: "Hemos hechos pancartas y dibujos de ánimo, que tenemos colgadas en las ventanas y la terraza".

Familia Pérez Álvarez: "Mucha gente no es consciente de lo grave de la situación"

Goyo Pérez y Reyes Álvarez estaban en Lanzarote visitando a su hija cuando todo comenzó. "Lo que iba a ser una semana de visita se ha convertido en un mes", comenta Patricia, empleada de la banca. Usan parte de su tiempo en estar al tanto de todas las noticias a través de la televisión. Patricia echa de menos los "largos paseos" con su perrita Gordi y reconoce cierta preocupación porque "mucha gente no es consciente de la gravedad de la situación".

Raquel Rivero: "Lo peor es estar lejos de la familia y el miedo por ellos"

Raquel Rivero es tinerfeña pero vive en Barcelona con su pareja. Allí continúa con su teletrabajo diario. "Lo peor de esto es estar lejos de mi familia y el miedo a que les pase algo", asegura. Intentan mantener las mismas rutinas de siempre y cuando termina la jornada aprovechan para "organizar la casa y ya luego decidimos qué serie ver o a qué juego de mesa jugar", detalla la publicista.

Familia Amundsen Fernández: "Trabajar bien desde casa con niños es un reto"

Lars Petter Amundsen y Margarita Fernández son padres de una niña de once años y un niño de siete: Martina y Teo. Ambos siguen teletrabajando y agradecen que los profesores les hayan encargado a los niños "bastante trabajo escolar". "Trabajar bien desde casa con niños pequeños es un reto", reconoce Lars. Cuando vuelva la normalidad piensan "ir de paseo, a la playa y a disfrutar".

Michel Coello: "El que no se mueve en casa es porque no quiere"

Michel Coello vive con su pareja y desde que comenzó la crisis ha tenido que paralizar los trámites para abrir su nuevo negocio. Es cocinero y, como su pareja es sanitaria, realiza comidas para los médicos. "Es mi manera de ayudar", afirma. El confinamiento le está permitiendo hablar con amigos a los que llevaba tiempo sin ver y el deporte es una de las actividades que más practica: "Salgo a correr, hago 715 pasillos, 10 kilómetros".