"Bobo el último... Por si acaso". Esa fue una de las respuestas de un vecino a las puertas de un conocido supermercado de capital canario a las preguntas formuladas sobre por qué se guarda una cola kilométrica o los motivos por los que tenía la intención de comprar productos que, a priori, no son considerados de primera necesidad. Compras compulsivas "porque no se sabe en qué va a quedar todo esto", explicó una cliente en el interior de un supermercado de una gran superficie. Esta es la estampa que se ha vivido a primerísima hora de la mañana en distintos puntos de la geografía insular y, especialmente, en una Santa Cruz completamente vacía, al igual que ocurrió durante el pasado viernes. Esto ocurrió el día después del anunció del estado de declarar la alarma nacional y tras la petición del presidente de Canarias, Ángel Víctor Torres

Pero a las puertas de los supermercados, los gestionados por grandes cadenas, cientos de personas se apostaron a las puertas a primerísima hora en espera de que abrieran sus puertas. En el interior de los mismos era visible la imagen de los trabajadores preparados en sus puestos para recibir a tan exigente clientela en busca de sus productos favoritos. Lo cierto es que la estampa dio para mucho. La espera entre vecinos del barrio y usuarios de otras partes se hacía amena por las ganas de conversar y opinar sobre la crisis del coronavirus, sus actuales consecuencias y las futuras. Precisamente, las futuras noticias ya estaban en mente de todos horas antes de que el Gobierno de España especificara a las medidas que se tomarán una vez que el viernes se anunciara que en el país se iba a decretar el estado de "alarma" ante la progresión del coronavirus. Para conocer qué es lo que opinan los vecinos a la puertas de estos establecimiento, EL DÍA pulsó la opinión de los clientes en varios puntos de la capital.

"Que no falte lo más mínimo"

"Creo que es el principal motivo de estar aquí esperando. Aunque esas medidas no sean restrictivas no podemos permitirnos el lujo de que en casa falte lo más mínimo", explicaba Ana González a Fany Delgado a las puertas del Mercadona de Tres de Mayo.

Comprar lo que hace falta

Mari Carmen García, vecina de Las Torres, reconocía "no entender la situación de las compras compulsivas". "Yo compro la comida que me hace falta para el mes, como siempre. A lo mejor me quedo corta. Pienso que es una psicosis sobre que nos vamos a quedar sin comida, pero no veo motivo para eso", matizó. Magyuli Armas, en esa línea, calificó la situación de "un poco preocupante, la verdad. Para nosotros es una situación normal, pero hay miedo. Vivimos en una Isla y nos da miedo a que nos cierren los muelles y no entren productos básicos. Vinimos hoy (por ayer) para hacer la comida del mes porque por la tarde las estanterías estarán sin nada".

Por otra parte, Ricardo Núñez recordó que "esta situación es muy parecida a la que vivimos con la guerra del Golfo, a principios de siglo. Fue un momento en el que no se sabe por qué, la gente hizo colas e hizo acopio de todo lo habido y por haber, aunque no fuera necesario. ¿Qué vengo a compar? Sobre todo pescado y algo de lateríos", apuntó dejando la conversación a medias porque las puertas del supermercado abrían.

En cambio, algo más tranquila fue la situación en el supermercado de El Corte Inglés. Allí casi no se formaron colas, básicamente las normales a la hora de pagar por los productos. En el interior los clientes se podían mover con total tranquilidad y sin aglomeraciones destacadas o prolongadas en el tiempo. Para Lola Estupiñán, "es el mejor sitio para comprar porque hay poca gente. Aquí siempre están las estanterías a rebosar. Uno va a la carnicería y te atienden muy bien y en la pescadería igual. La gente dice que es más caro, pero la calidad tiene un precio".

Se acabaron los huevos

Otro de los clientes consultados fue Álvaro Sanjuán, vecino de La Laguna, que apuntó al respecto de su estancia en el supermercado que "he venido a comprar huevos porque en otros supermercados sencillamente se han acabado o es imposible cogerlos. No estoy para embroncarme con nadie a mi edad. Vengo aquí y los compro. ¿La situación? En mi opinión, creo que las cosas se han desmadrado un poco, pero al final ese miedo se expande de forma que ninguno estamos ajenos a eso. Es lo que hay y ahora lo que toca es pasar esta crisis de la mejor forma posible".

En el Superdino del Centro Comercial Nivaria el día fue algo más tranquilo que en días anteriores, aunque la clientela aumentaba a medida que se producía un trasvase de clientes desde el Mercadona que se encuentra en su ámbito. Allí se aseguraba a los clientes que "no hay ningún tipo de problema. Es posible que se acaben algunas cosas, pero al día siguiente está nuevamente expuesto", apuntaba una de las trabajadoras. En cuanto a los clientes se refiere, María Rodríguez se afanaba en elegir, previa cola, un buen embutido para estos días. "Siempre he comprado aquí y lo seguiré haciendo. Ayer por la tarde había mucha más gente, pero hoy no lo habrá porque están confinados en sus casas. Creo que nos hemos pasado con alarmismos y el miedo", afirmaba mientras empujaba un carro cargado de distintos productos alimenticios.

Otra María Gómez, vecina del mismo edificio, reconoció tener "cierto miedo a la situación que se ha creado. No hay nada de malo hacer cola para comprar algunos productos. La gente tiene que hacer lo que le da la gana si no molestan. Compro latas, papel, huevos, harina y verdura. Compro algo más de lo habitual, pero no me supone ningún problema", dijo.

"Compras compulsivas"

En el Centro Comercial Meridiano-Carrefur la situación estaba excesivamente tranquila. La mitad de los comercios y tiendas optaron por echar el cierre en vista de la evolución de la crisis del coronavirus Covid-19, una decisión que se tomó a última hora de la tarde del viernes, según explicaron desde algunas de las tiendas que permanecieron abiertas ayer. Lo cierto es que los pasillos estaban prácticamente vacíos y el aparcamiento era más fácil de lo habitual, una imagen muy alejada a lo que se vive cualquier sábado de otro fin de semana y durante todo el año.

Y como no podía ser de otra manera, el supermercado de la cadena francesa también notaba un importante descenso de clientela por la mañana. Las cajas se hacían con muchísima solvencia y rapidez y con mucha menos presión que otros fines de semana. Carlos Martín dijo al respecto que "ha sido una auténtica gozada venir hoy (por ayer) a comprar". "Sí hay gente, pero no tiene nada que ver con cualquier otro día. Lo que sigo sin entender es cómo la gente se está matando por comprar de forma compulsiva y cosas que no creo que sean necesarias. La imagen del papel higiénico será una de los lamentables recuerdos de esta crisis".

Otra de las clientas, Marta Vázquez salía de pagar con un carrito completamente lleno de productos alimenticios. No faltaba el arroz, la harina, aceite de girasol, cajas de galleta y mucho laterío. Sobre ello explicó que "compro porque no quiero tener ningún tipo de problema si las cosas se ponen negras", apuntó con cierto tono negativo. Al respecto mantuvo que "este coronavirus nos va a llevar por el camino de la amargura y quiero estar preparada para lo que pueda venir. La gente que se meta en lo suyo y no en lo que hace el prójimo. Ande yo caliente, ríase la gente", resumió con un dicho popular.

"Un alarmismo que se pega"

Entre otros muchos, uno de los puntos calientes en la Isla han sido los supermercados de la cadena Hiperdino. El ejemplo más claro fue ayer el de Tacoronte, en donde las colas y el trasiego de personas fue importante.

María Vidal, natural de La Caridad y clienta habitual, señaló que "no recuerdo haber visto nunca lo que está pasando. La gente se está pasando todo un pueblo y lo malo es que ese alarmismo nos lo están pegando a todos. Da la sensación de que si no compras te vas a morir sin remedio". Su acompañante, Silvia García, explicó que "lo que hago es comprar pañales y cosas para el pequeño. Los trabajadores nos han asegurado que el suministro de mercancías es continuo y que no va a faltar de nada.