Llegaron pensando que Canarias solo sería una parada en el camino y ahora se sienten encerrados. Gran parte de los más de cien migrantes africanos que residen en la Casa del Marino en Las Palmas de Gran Canaria reclama a las autoridades que se les permita continuar sus rutas hacia Europa. "No queremos molestar a nadie, solo queremos que nos dejen salir de aquí", reclama Emmanuel Serry, un costamarfileño de 62 años que llegó en patera hace ya cuatro meses con la intención de ganar dinero para los estudios de su hija.

No causan problemas a los vecinos y tampoco hacen un gran esfuerzo por integrarse ya que solo tienen en la cabeza llegar hasta el destino que se marcaron en un principio. "El 90% de la gente que está aquí tiene familia en Europa, concretamente en Alemania y Francia", asegura Serry, quien tuvo que huir de su país por la situación de conflicto que existe. La mayoría de los migrantes que vive en el emblemático edifico de la capital grancanaria que pertenece al Gobierno estatal procede de países con problemas internos como Costa de Marfil, Gambia, Mali o Guinea.

Con familia en Francia

"No queremos dar a luz aquí", declaran Yolanda y Ann, dos migrantes embarazadas que prefieren no dar a conocer su apellido por miedo a que esto les traiga problemas. Ambas tienen familia en Francia y sueñan con reencontrarse con ella. Es por esto que llegaron, incluso, a comprar pasajes para viajara hasta allí pero se les prohibió embarcar al llegar a las puertas del aeropuerto de Gran Canaria. "Hemos gastado mucho dinero en este traslado y ahora estamos bloqueadas aquí", señala emocionada Yolanda.

Algunos de ellos denuncian que existen compañeros en su misma situación que consiguieron visados hace "tan solo" tres semanas y solicitan que también se les concedan a ellos.

La petición de este grupo de migrantes coincide con el reclamo que ha hecho el Gobierno canario al Ministerio del Interior de activar la opción de ofrecer salvoconductos a los africanos que llegan a las Islas para que puedan trasladarse a la Península o a otros países europeos. Una idea que organizaciones sociales del Archipiélago también apoyan. El día a día de los migrantes siempre es el mismo: se levantan; desayunan; pasean; comen; pasean; cenan; y se duermen. No hay horarios de entrada o salida, pero la mayoría no se aleja mucho de la Zona Puerto ya que no cuenta con recursos económicos para irse de compras o disfrutar de momentos de ocio. No hay ni televisión ni wifi. "Nos vestimos con ropa que encontramos en las basuras del Rastro de los domingos", explica Esosamplis Nomel, marido de Ann, mientras señala unas cholas a punto de romperse.

Los residentes en la Casa del Marino también se quejan de la falta de asistencia jurídica y de la carencia de información por parte de las autoridades. Una queja que se repite en los migrantes de los centros de internamientos de extranjeros (CIE) de las Islas. "Estamos dejados aquí a nuestra suerte, ni siquiera nos ofrecen clases de español para enterarnos de las cosas", apunta Serry. La situación sanitaria de los residentes de la Casa del Marino tampoco es la ideal. Ellos se quejan de la falta de asistencia médica cuando sufren alguna dolencia. "Tienes que desmayarte para que entiendan que te duele algo", explica Ann, quien reconoce que a las embarazadas sí se les hace un seguimiento del bebé.

En el edifico frente al Muelle de Santa Catalina la alimentación también es cuestionable. Los migrantes han pedido en más de una ocasión cambios en la dieta y se han ignorado sus peticiones. "Hay veces que preguntamos si pueden haber cambios en los alimentos porque no estamos acostumbrados a estos platos, pero no sirve de nada", explica Serry. "Es normal que haya deficiencias, están desbordados", apunta Yeli Petit, una senegalesa afincada en Gran Canaria desde hace más de nueve años y "madre de los migrantes de la Isla". Recibe muchos nombres: la mama, la madre África, e incluso, la madre Teresa. Acude semanalmente a la Casa del Marino para prestar ayuda a los africanos que llegan a Canarias. "Se acercan a mí y yo hago lo que puedo", afirma Petit. Desde consejos hasta medicinas, pasando por ejercer de intérprete, la senegalesa dedica gran parte de su tiempo a mejorar la estancia de los africanos.

708 inmigrantes

Solo en enero llegaron al Archipiélago un total de 708 migrantes en 23 embarcaciones. Lo que supone un crecimiento del 1.670% respecto a las cifras del mismo periodo del año anterior. Los CIE de Gran Canaria y Tenerife están desbordados, y otras instalaciones gestionadas por organizaciones como CEAR o Cruz Roja también están llegando a sus límites.

La secretaria de Estado de Migraciones, Hana Jalloul, acompañó ayer al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska en su viaje a Canarias. Jalloul aprovechó el momento para visitar los albergues de acogida de migrantes puestos en marcha en Gran Canaria por varias ONG en coordinación con las administraciones, como la Cruz Roja, CEAR o la Cruz Blanca. Entre ellos, la Casa del Marino. "La población de las Islas está preocupada" por el repunte en la llegada de inmigrantes en patera por lo que el deber del Gobierno de España es "estar aquí", apuntó la secretaria de Estado de Migraciones, quien subrayó la necesidad de "coordinación entre todas las administraciones públicas".