"Que el señor nos libre de esta enfermedad". Este fue el ruego que los miles de fieles que asistieron este domingo 2 de febrero a la eucaristía con motivo del día de la Virgen de Candelaria lanzaron para pedir "fortaleza e iluminación para que los sabios encuentren una solución adecuada contra el coronavirus". De esta manera, el virus de Wuhan, del que se ha diagnosticado un caso en La Gomera, acabó colándose entre las peticiones que el obispo de la diócesis nivariense, Bernardo Álvarez, realizó durante la homilía que precedió a la posterior procesión.

El prelado nivariense quiso rogar para que los que están investigando la forma de curar esta enfermedad "encuentren fruto a su trabajo", en una petición que fue respaldada por todos los presentes.

El obispo tinerfeño, que se encargó de presidir la ceremonia, no quiso olvidarse tampoco como ya hizo el año pasado, de la situación que atraviesa Venezuela y rogó por que "el señor ilumine a sus autoridades y a sus habitantes para encontrar soluciones que beneficien a todos". Álvarez quiso recordar cuánto le deben los canarios a ese país, al que se vieron obligados a emigrar "muchos de nuestros padres y abuelos" y señaló con tristeza como muchos "han tenido que marcharse por persecución política, por problemas de salud o falta de alimentos".

El prelado también alentó a los fieles a "no olvidarse de los ancianos que están en centros de mayores" y recriminó que muchos "a pesar de todo lo que han hecho por nosotros" acaban "aparcados sin recibir ni una visita".

Los actos del día grande de la Virgen de Candelaria comenzaron como es habitual con el traslado del pendón hasta la Basílica, en una procesión cívica en la que participaron representantes públicos municipales, insulares y regionales, así como autoridades militares. En esta ocasión, la imagen estrenó no solo el manto de seda en blanco y oro que lució durante toda la celebración, sino también las cuelgas del trono elaboradas en terciopelo azul real, con aplicaciones en plata.

Poco después de las 12:00 horas daba comienzo la eucaristía en un templo abarrotado, en el que mucho tiempo antes de que comenzara la ceremonia ya era misión imposible encontrar un sitio en el que sentarse.

Tras finalizar la homilía se inició la procesión alrededor de la plaza de la Patrona de Canarias. Miles de personas esperaban a la imagen de La Morenita a su salida de la Basílica, donde fue recibida con vítores y aplausos. Comenzó entonces un recorrido en el que la música de las bandas solo era interrumpida por los vivas a la Virgen, que envolvieron el ambiente.

Poco a poco, iban llegando a la plaza los pocos peregrinos que eligen realizar el camino a Candelaria este mes en lugar de en agosto, donde los senderos están mucho más concurridos. La huida del calor suele ser una de las razones que argumentan quienes se muestran a favor de peregrinar el 2 de febrero. Sin embargo, este año no se beneficiaron de bajas temperaturas los que llegaron hasta la Villa a pie o en bicicleta, ya que los 24 grados que marcaron los termómetros y el sol que lució en el cielo durante toda la mañana dificultaron el camino a los devotos.

"Pensábamos que iba a hacer menos calor, pero no hemos tenido suerte", comentó Rosaura Simancas, que protegida con un gorro reconoció que esa había sido una razón de peso para escoger hacer el recorrido este mes.

Para María Elena León la de este domingo había sido su primera vez como peregrina a Candelaria y aunque apuntó que le había gustado el recorrido, también lamentó que hubiera hecho más calor del esperado.

Domingo Simancas en cambio ya tiene experiencia, al estar avalado por más de quince años de peregrinaje a Candelaria. "La primera vez lo hice por una promesa, me gustó y lo sigo haciendo, arrastrando conmigo a otras personas", afirmó.

Aunque en su peregrinaje inaugural realizó la proeza de llegar a Candelaria desde Guía de Isora en un viaje de más de 16 horas, en esta ocasión, el grupo había salido desde la Gallega poco después de las 7:30 y antes de las 11:00 ya había llegado a la Villa mariana y esperaban a la sombra para asistir a la misa en la Basílica.

Cada uno trataba de refrescarse a su manera, y a los gorros y abanicos se unieron tras la misa los helados, con los que muchos quisieron aplacar los sofocos. Un avispado vendedor montó su puesto justo frente al templo y seguramente, a pesar de ser febrero, hizo su agosto con las compras de los fieles.

Poco antes de las 14:00 horas, la talla de la Virgen ya estaba de vuelta en la Basílica, donde fue recibida con aplausos y repiques de campanas que no cesaron hasta que la imagen estuvo a buen recaudo.