El Ayuntamiento de Los Realejos no teme a los espráis de pintura. Valora a los buenos grafiteros y busca muros y grandes paredes para acercar el arte a la calle y a sus vecinos. Este municipio norteño, que desde 2019 organiza el Festival de Arte Urbano 'Seis de doce', quiere convertir la localidad en una gran sala de arte al aire libre. Ya cuenta con 36 grandes murales, ocho en el interior de centros educativos, y escaleras y marquesinas adornadas por grafiteros locales e internacionales. Los Realejos se sale de la tendencia al blanco inmaculado y sí quiere buenos grafitis en sus muros.

La apuesta realejera va en serio y en 2020 prevén contar con seis nuevos murales, lo que elevará la cifra total a 42; editarán una guía para admirar todas las obras, y comenzarán las intervenciones para convertir las marquesinas de guaguas en obras de arte únicas.

El primer teniente de alcalde de Los Realejos, Adolfo González Pérez-Siverio (PP), explica que la intención de su gobierno es "convertir el espacio urbano del municipio en una gran sala de arte al aire libre. Normalmente los artistas exponen en galerías y salas, pero nosotros entendíamos que esta era una manera de acercar el arte a las personas y de, además, dar la oportunidad y el espacio a jóvenes artistas de Canarias, al principio, y ahora ya de ámbito internacional, para que puedan mostrar sus obras".

Aquel planteamiento inicial se ha convertido ya en un récord insular. Las sencillas zonas de espera diseñadas para resguardar a los usuarios del transporte público serán el nuevo objetivo artístico de Los Realejos. "Queremos las marquesinas sean piezas únicas", explica González.

Después de Carnavales, en torno al mes de marzo, el consistorio espera publicar su guía de arte urbano, "en formato papel y en digital, para poderla actualizar año tras año". La intención del Consistorio es que Los Realejos cuente con sus propias rutas de arte urbano, "como ocurre en otras ciudades del mundo", explica el edil.

Adolfo González reivindica el trabajo de estos artistas: "Una cosa son las pintadas y otra el grafiti artístico, que es una disciplina que está en auge y se ha convertido, incluso, en una salida laboral en Canarias".

A su juicio, estos murales ejercen también una labor didáctica y de concienciación: "Había paredes que, continuamente, se llenaban de pintadas sin interés artístico, pero después de que se pintan los murales, el respeto es del 100%. No hay ni un solo caso de una pintada sobre un mural. La gente ha tomado conciencia de que son obras de arte y de que no se pueden dañar".

Durante todo el año

Una de las claves de esa apuesta local por el grafiti es el Festival de Arte Urbano 'Seis de doce', que se desarrolla durante todo el año en Los Realejos. Su coordinador y responsable es el grafitero portuense Víctor Pacheco 'KOB', quien señala que tras vivir la experiencia en otros festivales en 2019 se planteó "la posibilidad de cubrir los espacios libres de Los Realejos con un poco de arte".

La segunda edición del Festival 'Seis de doce' plantea, como en la primera, seis intervenciones de artistas al año, un mural cada dos meses, aproximadamente. Las intervenciones de este año ya están cerradas y se repartirán entre enero, marzo, mayo, julio, septiembre y noviembre.

"Durante 2020 tendremos a tres artistas canarios y tres de fuera, uno de Bilbao, otro de Madrid y una chica de Argentina", detalla Pacheco, quien tiene la esperanza de "seguir consiguiendo paredes para ampliar este museo en la calle".

Porque parece sencillo, pero una de las mayores dificultades a las que se enfrenta esta iniciativa es lograr encontrar paredes y muros adecuados y accesibles. "No es fácil", reconoce Adolfo González, "unas veces porque la maquinaria necesaria no puede acceder y otras porque algunos propietarios tienen reticencias".

El grafitero 'KOB' ya participó en una experiencia similar, que se desarrolló en Puerto de la Cruz, con el Puerto Street Art, vinculado al festival Mueca, así que para él es "un honor" hacer realidad esta idea en el municipio vecino.

"Después de más de veinte años pintando, el cambio que se ha producido es muy importante. Ahora incluso es posible dedicarse a esto profesionalmente, sin tantas preocupaciones como antes", destaca 'KOB'.

El primer mural del Festival 'Seis de doce' de 2020 es obra de Matías Mata, de 'Sabotaje al Montaje'. El artista lanzaroteño lleva días pintando junto a la avenida de Canarias, muy cerca del Ayuntamiento, el enorme retrato de una mujer que ríe mientras mira su teléfono móvil. Un homenaje a la mujer popular, auténtica y real, "que ríe aunque le falte un diente", pero también una crítica al aislamiento que genera el uso de los dispositivos de telefonía móvil: "Ahora es muy común reírse solo, mirando la pantalla del móvil, cuando lo bonito es reírse acompañado", destaca Mata.

Matías Mata tiene 46 años y en 2020 cumple 30 años pintando grafitis "desde Canarias al mundo". En 2019 logró tener un mural en cada una de las siete Islas Canarias. "Ese era mi objetivo cuando empecé, aunque ahora me pusieron La Graciosa y me hicieron la trampa", cuenta entre risas.

Su arte callejero le ha llevado a pintar murales en cuatro continentes: Europa, América, Asia y África. Sus grafitis de gran formato se reparten por países como Senegal, Jordania, Argentina, Estados Unidos, España, Francia, Inglaterra, Suecia, Noruega, Serbia, Albania, Alemania o Italia. Su espinita: pintar en Nueva York.

Hasta el cantante Alejandro Sanz le encargó un mural para su finca en Extremadura, una obra que sale en el documental 'Lo que fui es lo que soy'. Se lo tomó "como un trabajo más, aunque con un poco de presión".

'Sabotaje al montaje'

Suyo es el proyecto de participación social 'Sabotaje al montaje', con el que elabora murales colaborativos en pueblos y barrios. " Sabotaje al montaje es un manifiesto: hay que sabotear la vida que vivimos, que es prácticamente un montaje. Y yo lo hago a través de la pintura. Tenemos que frenar un poquito. El grafiti, aunque yo haga ahora este tipo de murales, sigue siendo una expresión reivindicativa", subraya.

Nació en Lanzarote, pero ha vivido en Fuerteventura y Gran Canaria. Y desde que estudió Bellas Artes en Tenerife, reside en la Isla del Teide. Empezó a pintar con 16 años y, como todos, se inició con una firma: 'Wip' y un gusano, inspirada en la rapidez de un detergente (Wipp Express) "porque había que firmar deprisa".

Matías Mata, que vive desde hace 15 años exclusivamente de la pintura, tiene ya cinco murales en Los Realejos, repartidos por lugares como la plaza de Icod el Alto, la fachada del edificio del antiguo mercado municipal o la avenida de Los Remedios, con una obra de 130 metros cuadrados que homenajea a dos de los hijos más ilustres del municipio: Antonio González y José de Viera y Clavijo.

Durante su último trabajo, en la avenida de Canarias, se mostró "muy contento por volver a Los Realejos, apoyar a KOB y al proyecto Seis de doce".

"Si no me equivoco, Los Realejos debe ser ya el municipio de Tenerife con más murales y eso hay que apoyarlo", destaca Mata.

Respecto a la valoración actual del arte del grafiti, Mata se muestra satisfecho, pero también hace una llamada a la reflexión: "La sociedad está más educada y ya se ha quitado al grafiti la etiqueta de vandalismo, pero bueno, también creo que hay que reivindicar los espacios públicos como lugares de expresión para el arte y la cultura. De lo contrario, un pueblo se queda mudo y ciego".

Mata reivindica también el carácter efímero de estas obras de arte: "Duran un tiempo, quizás diez años , y luego vendrá otro artista y seguirá haciendo otras cosas. Es una de las claves de este arte, que no dura siempre".

Sus murales se mantienen habitualmente casi como nuevos durante un periodo de "entre cinco y seis años", y luego ya empiezan a envejecer, "pero eso también les da un toque. He visto murales antiguos y también me gusta mucho su textura y cómo reflejan el paso del tiempo", reconoce Mata.

Respecto a las firmas, pintadas y garabatos de los grafiteros que empiezan, Mata tiene una mirada positiva: "Si no se causan daños ni se afecta a propiedades privadas, ¿por qué no? Todo tiene su espacio. Hay muchos muros abandonados donde se puede dejar que los chicos se expresen. Me molesta más, por ejemplo, el continuo bombardeo publicitario en el espacio público".

Tampoco es partidario de limitar demasiado la expresión artística: "Es bueno que haya muros para los jóvenes, pero también hay que tener un poco de flexibilidad. Ocurre algo similar a lo que le ha pasado al skate. Nosotros patinábamos en la calle y ahora parece que sólo se puede en los skate park. La calle tiene una vida caótica que es refrescante y que tampoco se debe perder".