Casi treinta años han transcurrido de la primera representación del aquelarre de las Burras de Güímar que se inventó Javier Eloy Campos, el nuevo Niceto Alberto de la Ciudad del Valle. A ambos se le reconoce su pasión por la defensa del patrimonio y el costumbrismo, siendo ejemplo de implicación hasta conseguir su objetivo.

Muchas horas de trabajo de campo fueron necesarias a comienzo de la década de los años noventa para que Javier Eloy Campos -artista y profesor de la Escuela de Arte Fernando Estévez- diera forma a las Burras de Güímar. Su objetivo, impulsar el Carnaval que Niceto Alberto recuperó en 1982, cuando se celebró el primer Entierro de la Sardina en el que todos participaban disfrazados de fantasmas.

Con la complicidad de la asociación de vecinos San Pedro Arriba -que se encargaba de hacer una espectacular sardina-, Javier Eloy Campos echó a andar a las Burras con la complicidad de los colectivos de Cruz del Charcho, de Lomo Mena, el Consejo de la Juventud de Güímar y la Asociación de Patromonio de Güímar. El argumento combina la tradición oral con la base documental que recogió Mónica Díaz Tabarez en Cuentos de Seña Rosa: más de medio centenar de participantes dan cuerpo a un pasacalle que arranca en las casas de San Pedro Arriba, donde las mujeres se acicalan en contra de lo que era costumbre las noches de décadas atrás. Desde ahí ponían rumbo a San Pedro donde el protagonismo recae en campesinos afanados en la labranza, entre zurcos. Así se le aparecen las burras -como las que dan vida Brian o Nauzet-, los campesinos se sorprenden y las pinchan para ver si son mujeres o brujas... ¡Y se transforman en brujas! Hasta aparecerá el diablo, que este año tendrá doble representación, por lo que los campesinos llamarán al obispo -papel que desempeña Gonzalo, quien de niño (9 años) salió en la primera edición sobre patines-. Llega la lucha entre el bien y el mal, el Carnaval y la Cuaresma, los diablos y el obispo... De cara a la nueva edición, de nuevo se invocará a San Miguel que mandará descenderán desde el cielo y se deslizarán por la fachadas de los edificios del perímetro de la plaza de San Pedro, una batalla que acaba con la victoria del obispo, que manda a quemar el Carnaval representando por la sardina y las burras logran huir... garantía de éxisto porque volverán al siguiente año, como ha ocurrido desde 1992. El miércoles próximo está previsto que una reunión entre Ayuntamiento y asociación de las Burras determine el día de la representación.

Ayer, entre los participantes en los talleres que se celebran cada martes y jueves, de 17:00 a 19:00 horas, Sofía Pita de Armas, que se estrenaba en el grupo haciendo su casco, encolando unas hojas de periódicos sobre un globo inflado. Vecina del Puertito de Güimar, su abuela es de Grecia, su madre de Gran Canaria y su padre, de Gran Canaria. Ella nació en La Laguna, marchó a Gran Canaria a estudiar veterinaria y tras escalas en Francia y Túnez está afincada en el Puertito con el entusiasmo de vivir sus primeras Burras. Miembro de la representación de los guanches de Güimar, ayer renunció a sus clases de silbo herreño para comenzar con los preparativos en los talleres que se imparten cerca del Hiperdino de Tasagaya. Dice que es la mayor de los jóvenes que están inventando unas alas articuladas con el ingenio de Kevin.

Javier Eloy Campos actúa de guía, presenta al grupo y habla con satisfacción. En su reencuentro al taller hasta se emocionó cuando vio cómo quienes le tomaron el testigo mantenían dustodiados elementos de la representación. "Ellos han logrado algo que yo intenté y no pude: han formado una familia", advierte con orgullo. Un espíritu que resucitará después del miércoles de Ceniza.