La parroquia de Nuestra Señora de La Paz, en Puerto de la Cruz, cuenta desde ayer con una gran estatua que conecta la ciudad turística con uno de los capítulos más negros de la historia de Polonia. El escultor polaco Maksymilian Biskupski, que también fue víctima de la represión soviética en su país natal, es el autor y donante del Cristo de la Reconciliación, una obra de casi cuatro metros de altura y cuatro toneladas de peso que recuerda las ejecuciones, a manos de las tropas de Stalin, de casi 22.000 personas en el bosque de Katyn y prisiones como la de Kozieks en los primeros años de la segunda guerra mundial.

Biskupski explicó que su obra, que mezcla la imagen de Cristo con la de un prisionero torturado, está también inspirada en palabras del papa y santo Juan Pablo II (el también polaco Karol Wojtyla), quien dijo que "todo Cristo crucificado es una prueba de la solidaridad de Dios con el hombre que sufre".

"El significado del 'Cristo de la Reconciliación' es proclamar y anunciar la paz; homenajear a las personas de buena voluntad como pacificadores y amantes de la paz, y a aquellos que se abren a ella. Por eso dono este monumento, por la reconciliación y unidad de España, y por todos los mártires hijos e hijas de Dios. Porque la cruz significa que la vida es más fuerte que la muerte", leyó en español Biskupski.

El párroco Andrés González había recordado previamente la dramática historia de la matanza de Katyn y "la cruel ocupación soviética de Polonia tras la segunda guerra mundial, en la que se persiguió a muchos polacos, especialmente a los que manifestaban su fe cristiana. El mismo escultor que nos ha donado esta obra fue objeto de persecución, con cárcel y torturas incluidas, por odio a su fe".

"Maksymilian Biskupski ha sido testigo del sufrimiento de mártires que eran colgados, como representa esta estatua. Ha querido reflejar en esta obra lo acontecido en Polonia desde la segunda guerra mundial hasta 1988, cuando cesó el dominio comunista. Fruto de su gran fe, ha querido identificar a tantas víctimas con el Cristo crucificado", relató a los asistentes Andrés González.

A juicio del párroco de La Paz, "la grandeza de la fe de Maksymilian Biskupski se refleja al llamar a esta estatua el 'Cristo de la Reconciliación', ya que nos hace a todos una invitación a la paz, al amor, a la solidaridad, a la reconciliación... a fin de construir un mundo con la orientación que nos ha dejado Cristo. Para que respondamos al mal sólo con el bien, no con la violencia".

El obispo de la Diócesis Nivariense, Bernardo Álvarez, bendijo ayer la imagen, ante más de un centenar de fieles, párrocos del Valle de La Orotava, un sacerdote protestante y el autor de la estatua, entre otros asistentes.

Bernardo Álvarez felicitó y agradeció al escultor por "su magnífico trabajo" y reconoció que "puede parecer duro, pero refleja el sufrimiento tanto de Cristo como de tantos hermanos y hermanas nuestras a causa de la persecución y de la violencia de unos seres humanos sobre otros. Es una llamada de atención, un aldabonazo a nuestra conciencia".

"Esa violencia que muchas veces vivimos, y somos partícipes de ella, ya sea con las palabras, con los gestos o con las actitudes... a veces en el ámbito doméstico, a veces en el ámbito de las relaciones humanas. Y es la misma violencia que luego se desencadena de manera desordenada y brutal en la sociedad", recalcó el obispo.

La obra del 'Cristo de la Reconciliación', promovida por Karin Pizek y Will Würtzpisek, ha contado con la financiación de la familia Wocjech y Danuta Mickujecki, y con la colaboración del empresario Ambrosio Jiménez.

Bernardo Álvarez también tuvo palabras de elogio para Karin Pizek "por su diligencia y celo para que esta imagen viniera a nuestra tierra, a Tenerife".

Karin Pizek intervino para subrayar que esta obra, que une Polonia con La Paz, recordará a las puertas del templo portuense "una enseñanza con la que Cristo lleva amonestándonos más de 2.000 años: ama al prójimo como a ti mismo; lo que haces a tu prójimo, me lo haces a mí".