El Parque Nacional del Teide es el más visitado de Europa con más de 4,3 millones de visitantes, según los datos oficiales de la Red de Parques Nacionales del Ministerio para la Transición Ecológica. Los motivos son obvios para sus visitantes. El parque empieza a disfrutarse incluso antes de llegar a pisarlo. El trayecto hasta el pico más alto del país es una sinfonía de colores y olores que atraviesa el embriagador aroma de grandes eucaliptos, antesala de la corona forestal y su pinar canario, especialmente si se llega desde el norte de la Isla, y el mar de nubes que producen los suaves alisios. Esta es una auténtica sorpresa para los visitantes que lo disfrutan por primera vez ya que lo atravesarán y podrán admirarlo desde los diferentes miradores situados a los márgenes de la carretera.

Cada época del año ofrece al visitante una flora y colores únicos junto a los sempiternos ocres y grises de las erupciones que a lo largo del tiempo han forjado el edificio volcánico de Tenerife.

El sendero que lleva al Mirador de Pico Viejo, sendero número 12, es de acceso libre. Sin embargo, llegar hasta su comienzo, en La Rambleta, a 3.550 metros de altitud, puede ser una proeza incluso para los que están en mejor forma física. El teleférico facilita el acceso a uno de los paisajes más espectaculares de lenguas de lava a los pies del pico Teide y también ofrece un increíble mirador de apenas ocho minutos en los que poder inmortalizar un recuerdo único de las dos semicalderas, el Observatorio del Teide y el macizo de Anaga desde una perspectiva única.

Solo con la visita al mirador de La Rambleta, el viaje merece la pena. Es un auténtico espectáculo que muestra la isla a los pies y la cima del Teide a tiro de piedra. La excursión ofrecida por Volcano Experience cuenta con un experto guía que espera al reducido grupo en la estación base del teleférico y desgrana durante todo el trayecto los secretos de la geología, flora, fauna, e historia desde la época guanche hasta la actualidad. Durante todo el trayecto responde a las preguntas que de firma inevitable surgen durante la actividad.

El olor a azufre en los primeros metros del sendero junto a los equipos de medición de gases no son los únicos recordatorios de que se está pisando un volcán activo. A escasa distancia y al margen del camino, en un lugar que podría pasar desapercibido si no se contase con guía, se puede sentir el calor del corazón del volcán. Una fumarola desprende vapor de agua entre las rocas y si el tiempo no acompaña, los dedos agradecen especialmente su calor. Durante el trayecto se contemplan diferentes puntos de interés, con miradores a la corbata del Teide, brazos de lava, los roques de García y el anfiteatro natural que rodea el paisaje lunar, creado probablemente por el hundimiento de un volcán previo al actual que pudo medir hasta 4.400 metros de altitud. El sendero no solo desvela la lejana historia geológica de la Isla, también permite conocer las erupciones más reciente en forma de mitos guanches. El mito de la lucha entre las deidades Guayota, Magec y Achamán explican cómo se produjo una erupción hace unos centenares de años.

Tras un par de curvas, el sendero alcanza su cenit en el mirador de la Montaña Chaorra, el espectacular cráter volcánico del Pico Viejo. Una razón más para no guardar los móviles que no han dejado de capturar instantáneas y selfis en el trayecto. Un momento mágico en el que disfrutar de un descanso un poco más largo y deleitarse, con unas vistas únicas, si el tiempo lo permite, a las islas occidentales sobre el Atlántico y que solo unas pocas personas de los millones que visitan el Parque Nacional del Teide pueden disfrutar.