"Señor alcalde, los viejitos no tenemos dónde sentarnos; si nos pusiera unos banquitos, tendríamos un sitio para conversar, debatir y pasar el rato". Esa era la principal preocupación de los santacruceros allá en 1979. Esa y la seguridad, por eso era habitual aquello de "por favor, pónganos aquí un puntito de luz, que estaremos así mucho más tranquilos". Eran las dos respuestas más habituales que los vecinos daban al entonces alcalde de la capital tinerfeña, el histórico Manuel Hermoso, cuando este les preguntaba por sus preocupaciones. Hermoso, regidor municipal entre 1979, en los albores de la democracia en España, y 1991, fue el más veterano de los muchos alcaldes y exalcaldes que ayer asistieron al Grand Hotel Mencey para la celebración del foro 40 años de ayuntamientos democráticos, organizado por Prensa Ibérica y EL DÍA. Quien también fuera presidente del Gobierno de Canarias recordó sus muchos años al frente del Consistorio de Santa Cruz con cierto aire de nostalgia, la misma con que constató que los problemas de antes no son los de ahora. Los banquitos de los que carecía aquella floreciente capital en la década de los ochenta se multiplicaron en sucesivos planes de urbanización, de renovación, de mejora, de infraestructuras o de servicios públicos. En definitiva, a lo largo de cuatro decenios en los que los ayuntamientos han ganado en importancia, con cada vez mayores competencias y con más dinero para gestionarlas. Así hasta manejar presupuestos multimillonarios. Millones y millones de euros, buena parte de los cuales duermen ociosos en cuentas corrientes. Porque antes el problema estaba en los banquitos, mientras que ahora está en los bancos.

De ello se quejaron amargamente José Miguel Rodríguez Fraga, Francisco Linares, Luis Yeray Gutiérrez y Mari Brito, alcaldes respectivos de Adeje, La Orotava, La Laguna y Candelaria, que compartieron debate con el presidente del Cabildo de Tenerife, Pedro Martín, y que comparten la impotencia de ver cómo hay necesidades sin cubrir en sus municipios mientras la ley, paradójicamente, les impide usar los muchos millones de euros que guardan en los bancos. Esa fue la crítica unánime, hacia una Ley de estabilidad presupuestaria y sostenibilidad financiera que nació para controlar el dispendio público en los años de crisis pero que ha perdido ya todo sentido en el caso de la mayoría de los ayuntamientos. A medida que refrescaba la agradable tarde noche en los jardines del Mencey, más contundente era el clamor contra el corsé que Europa y el Estado han puesto a la autonomía financiera de las entidades locales, obligadas a destinar el superávit presupuestario a pagar deuda bancaria. Una obligación que sufren por igual los ayuntamientos en dificultades financieras y aquellos otros que gozan de una envidiable salud contable, que son la gran mayoría de los 88 que hay en la Comunidad Autónoma. "A Manuel Hermoso hoy no le dejarían usar el dinero para instalar los banquitos", se lamentaba uno de los alcaldes del norte de la Isla entre la indignación y la resignación. "Déjennos trabajar", sentenciaba Linares.

Pero el foro, que congregó a la mayoría de los regidores municipales tinerfeños y a un buen número de sus antecesores (entre ellos Paulino Rivero y Fernando Clavijo, que antes de llegar a la Presidencia del Gobierno de Canarias se foguearon como alcaldes de El Sauzal y La Laguna), sirvió sobre todo para poner en valor el trabajo que se lleva a cabo en los Consistorios, los mismos que hicieron funcionar el país en la Guerra de la Independencia, cuando España se quedó privada de una estructura de gobierno estatal. Y los mismos, como también recordó Rodríguez Fraga, que pusieron en marcha todas esas cosas que "hoy se dan por hechas", desde aquellos banquitos y puntos de luz que le reclamaban a Manuel Hermoso a comienzos de los ochenta hasta las muchas carreteras, infraestructuras de agua y de luz, instalaciones de saneamiento, espacios lúdicos o centros culturales que los habitantes de los pueblos del Archipiélago en la etapa predemocrática ni siquiera habrían podido imaginar. "En el 79 no había agua corriente en la zona alta del municipio, el agua se repartía con cubas", ponía Paulino Rivero como ejemplo del antes y el después que ha experimentado El Sauzal.

Un antes y un después en el que la mujer, como enfatizó la exalcaldesa del Puerto de la Cruz Dolores Padrón, ha tenido un protagonismo cada vez mayor. Un protagonismo irrevocable en consonancia con la evolución del país, difícilmente entendible sin el papel de los ayuntamientos.