"¿Te tocó a ti?". María, una vecina de Candelaria casco, se acerca hasta la puerta de la Administración de Loterías y Apuestas del Estado Santa Ana número 2 de la Villa Mariana y le pregunta a Marisol Alonso, la administradora. Detrás de los cristales y entre las hojas de números colgados, le responde: "Anoche dimos el Euromillón". La tienda del azar es un ir y venir de gente. Unos vienen a comprar su suerte ajenos a la noticia que saltó la noche del martes, cuando se conoció que esta administración vendió un millón del Euromillón.

Decenas de clientes se alternan en el negocio. "Con la emoción ni he desayunado", explica Marisol. "Anoche estaba colocando unas cositas y haciendo cuentas cuando me llamó por teléfono Julián, el Hombre de la Suerte. Al parecer, es un señor que tiene una administración de Zamora y se dedica a llamar después de los sorteos a los titulares de las administraciones donde se han vendido los premios. Estuvimos hablando lo menos una hora, me felicitó y me dijo lo afortunada que era por haber repartido la suerte. Le comenté que ya hemos repartido varios premios", explica con una sonrisa.

Una de las preguntas más reiteradas en el rato compartido con Marisol fue: "¿Sabe quién ganó el Euromillón?". A lo que la lotera asegura que "está escondido". Y casi más como un suspiro que como un deseo, dice: "Ojalá sea un cliente fijo, alguien que lo necesite. Como decía mi padre: A quien Dios se lo dé, san Pedro se lo bendiga". Relevo en la administración. Llegan nuevos clientes, entre ellos algunos conocidos de Marisol, que le muestra el Euromillón que había comprado la semana pasada: "Ya me podía haber tocado a mi", dice después de revisar en la máquina digital que tiene junto al mostrador del negocio.

Junto a Marisol, su esposo, Juan Manuel, un conocido taxista de Candelaria, que explica con orgullo que su mujer lleva más de veinte años al frente de la administración. "Mi suegro, Francisco, le echaba una mano a don Antonio en la venta que estaba en una tienda antigua, que tenía unos chapolines, donde hay un edificio y debajo una tienda de ropa de un chico, a la entrega de la calle de La Arena. De ahí nos trasladamos al local de la calle Condes de Abona, donde estamos en la actualidad; y por lo menos nos ahorramos en alquiler, porque es nuestro y encima está la casa", comenta en complicidad Juan Manuel. "El primer premio que dimos fue hace más de veinte años, cuando comenzaron los caballos. Lo ganó el dueño de bar de La Laguna, que tenía otro en La Gomera, y que se construyó aquí encima (en las medianías de Candelaria) un chalé".

La administración de lotería Santa Ana lleva más de 70 años. Los primeros 50 fue como un despacho que atendía Francisco, el padre de Marisol. "Recuerdo que le hicieron un homenaje por llevar medio siglo vendiendo lotería", precisa. En medio de la conversación llega Fran Olivera, hijo del pueblo que regenta el kiosco de la playa del Charquito. Y sentencia: "Quien ganó el Euromillón no lo sabe todavía, porque esto es una referencia que da la máquina debajo de la combinación", explica mientras saca unos boletos de su cartera. "Y tampoco lo va a cobrar él, porque va a dar el boleto para que lo revisen y cuando le digan que se ganó un millón de euros le da un infarto y lo cobra el segundo de la cola", cuenta con desparpajo.

Con responsabilidad, Marisol desea que el agraciado sea uno de los más de mil clientes que tiene archivados en una gaveta en el mostrador interior del negocio, a los que cada semana, y algunos cada día, le renueva sus apuestas. A unos conoce por le nombre y a todos por los números que juega. Alguna vez ha ganado algo, pero nunca un premio significativo. "La crisis se nota, pero no sé de dónde saca la gente el dinero porque tu los ves y no crees que sigan comprando. Y generalmente los más generosos suelen ser los humildes. Una vez ganó un premio un chico de Caletillas, que no tenía para vivir, y me trajo una cadena de oro de regalo".

Nacida en Candelaria en 1954, Ana, una de sus dos hijos, mantiene viva la tradición familiar en la que se ha convertido la administración de lotería Santa Ana. Alterna su trabajo como asesora y contable con ayudar a su madre en la administración, huella imborrable de dejó su abuelo Francisco. "En sus ratos libres le encantaba hacer nasas, tambores, redes, trasmallos que regalaba a los pescadores; se los encargaban los Frailines. El mismo día que falleció cayó un premio en la administración, como si lo empujara desde el cielo", cuenta Marisol, hija de este pescador de azar. El martes, las redes de la administración de Santa Ana pescaron un euromillón.