La campaña navideña ya está en marcha. Los comercios se acabaron de poner ayer el mono de trabajo para afrontar unas semanas que en la mayoría de casos son clave para sus cuentas anuales, mientras que los consumidores han comenzado con las compras de estas fechas. Ese arranque llegó este viernes con una nueva edición del Black Friday, que propició una gran afluencia a los principales centros y zonas comerciales de la Isla, con ofertas del 50, 60 y hasta 70% en algunos casos.

Esta cita, de raíces norteamericanas, tiene lugar un día después de la celebración en Estados Unidos del Día de Acción de Gracias, esto es, el viernes que sigue al cuarto jueves de noviembre. Sobre su nombre hay varias explicaciones, pero la más consolidada señala que lo de black se debe a que en esta jornada los comerciantes pasaban de los números rojos a los negros con el superávit que generaban las ventas. Su llegada al Archipiélago se produjo hace algunos años y de una forma algo vacilante, pero ayer quedó de manifiesto que ha terminado por afianzarse.

A primera hora, en la capitalina calle del Castillo y en El Corte Inglés había quienes esperaban a la apertura de puertas. Iban a la caza y captura del chollo. Horas después se volvieron a registrar imágenes que cogieron desprevenido a más de uno, como una inusual cola en el acceso al parque comercial de Añaza. Algo parecido ocurría en la entrada al centro de La Laguna desde la autopista del Norte, con el Padre Anchieta a las 11:00 horas como si fueran las 8:30. Las calles de Aguere eran por entonces una mezcla de consumidores con sus correspondientes bolsas y de grupos de turistas que aprovechaban una mañana soleada. El atrezzo de carteles de descuento en los escaparates iba del 10 al 60%, y quedaba claro, como en una pequeña tienda de golosinas, que también el comercio minorista se ha sumado.

"Desde que se puso de moda el Black Friday vengo, aunque pocas veces he conseguido lo que busco, porque los descuentos suelen ser en cosas concretas", expresaba ya avanzada la jornada Aday Rodríguez, un joven estudiante de 21 años, en el Centro Comercial Meridiano, en Santa Cruz. "Este año es como si hubiera algo más", señaló, antes de indicar que no acudía con ansias de comprar, sino más bien con la intención de "echar un ojo a los precios" y "dar una vuelta" por si encontraba algo.

Unos grandes carteles en la misma entrada del Meridiano despejaban cualquier duda sobre lo que se estaba celebrando. Los descuentos y sus condiciones oscilaban ostensiblemente entre unos comercios y otros: desde una óptica que entregaba flyers anunciando hasta un 60% a otros establecimientos que se quedaban en el 20%. Tiendas de moda conocidas como Zara o Pull&Bear eran de las más concurridas en torno a las 13:00 horas, al igual que un negocio de calzado deportivo. En el exterior de ese local, un adolescente saludaba a otro y lo primero que le soltaba era una confesión en torno a esta jornada de compras: "Tío, hoy pasé de ir a clase; como se entere mi madre me cruje".

Las imágenes en la calle eran incluso más elocuentes: aglomeraciones para cruzar en los semáforos de la calle Álvaro Rodríguez López y retenciones para acceder al parquin del centro comercial (un operario controlaba el acceso y la valla estaba preparada para cerrar en cuanto se llenase). A este subterráneo entraba con varias bolsas Carmen Muñoz después de una ajetreada mañana. "Llevo desde que abrieron las tiendas; he estado intentando encontrar algo para mi familia aprovechando que está todo más barato", comentó. Esta funcionaria -"hoy tengo el día libre, que nadie piense mal", precisó- había adquirido fundamentalmente prendas de ropa. "No he venido con un presupuesto fijado, porque lo que estoy haciendo es tratando de comprar ahora para así poder ahorrar en relación a si lo hiciese más adelante", manifestó.

Un poco más abajo, en el Nivaria Center, la situación era similar, especialmente en la planta baja. Los aparatos electrónicos son de los grandes objetos de deseo durante el Black Friday, como se podía comprobar en MediaMarkt. Hasta familias al completo se movían por los pasillos de la tienda que esta cadena tiene en el centro santacrucero. "Hay demasiada gente, pero prefiero venir hoy, hacer la cola y ahorrar un poco de dinero", indicó Agustín Rodríguez, que iba ya camino a la caja con un ordenador portátil. "Llevo tiempo con ganas de comprarme uno, pero los precios me han ido echando para atrás; hoy creo que es una buena oportunidad", apuntó este vecino de Tacoronte, que afirmó que para llegar a esta zona de la capital intentó aparcar primero en la calle y le fue "completamente imposible", hasta que acabó en un parquin de pago. Las pantallas, cámaras de fotos y dispositivos de audio eran de los productos más codiciados.

En el espacio anexo a El Corte Inglés, la plaza del Boxeador Miguel Velázquez, no se rompía el ambiente de compras: gente que entraba, que salía, con bolsas, sin ellas, tomando algo en la terraza... Apoyado en uno de los muros, Juan Ernesto Méndez, de 64 años. "A mí no me gusta esto ni he comprado nada, sino que estoy esperando a mi mujer, que me pidió que la trajera y ahora me dejó aquí con estas bolsas", expuso en esa frontera fina entre la resignación y el enfado. "Por aquí tengo un móvil que por lo visto estaba un poco más barato y ropa, pero yo creo que esto no vale la pena; por ahorrarte 20 euros al final acabas llevándote lo que no te hace falta", reflexionó.