No más silencio. Esa es la consigna que recorre el planeta, mujer a mujer, desde que se globalizó el movimiento feminista. La "cuarta ola" resultó ser un tsunami que alcanzó su cenit el 8M de 2018. Ese día de ese año marcó un antes y un después, sobre todo en España: "El feminismo español sorprendió al mundo por su fortaleza y capacidad de movilización. El 8 de marzo de 2018, el feminismo logró hacerse global. Y cuando 170 países se adhirieron a la convocatoria de huelga, los principales medios de comunicación se hicieron eco, precisamente, de las manifestaciones en España", resume Nuria Varela en su último libro Feminismo 4.0.

De ahí que la manifestación de mañana, la otra gran cita de las mujeres con su futuro, vaya a ser especialmente ruidosa. Los tambores, los pitos y las cacerolas serán protagonistas del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer que tiene lugar este 25 de noviembre, para evidenciar que la institucionalización de los minutos de silencio no es ya suficiente. Y se recurre por ello a lo sonoro para recordar a cada una de las siete asesinadas en las Islas en lo que va de año, de las 51 que no lograron sobrevivir en la España feminista. A las 90 de las 1.027 que se han podido contabilizar desde 2003, el año en que la cruda realidad entró en las estadísticas. La batalla es pues a vida o muerte, dada la resistencia con que el patriarcado se aferra a "sus dominios". Pero dado, sobre todo, "el hartazgo de millones de mujeres en el mundo que han reaccionado de manera impresionante frente a la violencia, la opresión y la discriminación".

Un mal global

El 35% de las mujeres del planeta sufre algún tipo de violencia, recordaba estos días en Agüimes la ministra de Justicia Dolores Delgado. Lo hizo en el I Congreso Internacional contra las Violencias de Género que congregó en este municipio canario a una treintena de juristas y especialistas: "El dato del millar de mujeres asesinadas en España a manos de sus parejas es lo suficientemente significativo como para poner de manifiesto que la violencia de género es un problema de Estado". De hecho es, junto a las pensiones y la lucha antiterrorista, la única causa común que ha llevado a los partidos políticos a alcanzar un Pacto de Estado para buscar soluciones a la altura del reto.

Cada país y cada cultura responden, según sus particulares circunstancias, a las múltiples formas de violencias: mutilaciones genitales, feminicidios organizados, violaciones grupales y un largo etcétera. Hay 20 países especialmente señalados por Naciones Unidas, porque en ellos este tipo de violencias contra sus mujeres, amparadas en gran medida en dogmas religiosos, está aún socialmente aceptada. En el mundo occidental, según Delgado, "la vieja concepción de que la violencia machista era un problema privado, propio del ámbito de la intimidad de las parejas, ha sido superada. Y pese a la aparición del negacionismo, se concibe ya como lo que es: un problema público y social".

La primera campaña que España puso en marcha contra los malos tratos fue en 1984 bajo el lema ¡No llores, habla!; y supuso todo un revulsivo, porque minó la concepción de "crímenes pasionales". Aunque hubo que esperar a 2004 para que se aprobara la primera ley específica de Protección Integral contra la Violencia de Género. De ella derivan los juzgados especializados en estos delitos e instituciones como el Observatorio Estatal de Violencia sobre la Mujer. Su presidenta, Ángeles Carmona, reflexionaba en el citado encuentro sobre el hecho de que las cifras de asesinadas sigan siendo "inaceptables" y persista la percepción social de que, pese a las leyes y el propio Pacto de Estado, las siguen matando: "El problema es que no podemos contar a las que se salvan".

Desactivar la bomba

"Todos los esfuerzos deberían estar encaminados, sobre todo, a desactivar la bomba antes de que estalle", señalaba estos días por su parte, y de forma muy gráfica, José Antonio Ojeda.

El delegado en Canarias de la Asociación de Hombres por la Igualdad (AHIGE) se refería así a la necesidad de reeducar a los hombres para que modifiquen los patrones de dominio. Es lo que denominan "nuevas masculinidades", así como la necesidad de trabajarlas ya desde la infancia para que "los hombres sepamos qué hacer y qué ser en el nuevo papel que se nos asigna".

En el otro extremo se sitúa el entorno de las mujeres que son sujeto de estas violencias, que según los expertos van mucho más allá de la física o psicológica. También la económica (dependencia), la social (aislamiento), la patrimonial (control de los bienes comunes) y la vicaria (amenazar a la mujer con hacer daños a los hijos), integran la compleja telaraña en que las mujeres quedan paralizadas.

La psicóloga Asunción González de Chaves insiste en "la enorme complejidad del problema, porque no es fácil reconocerse como víctima de violencia de género". Y explica que a su entorno social, laboral y familiar corresponde "mantener siempre puentes tendidos".

La primera mujer reconocida en España como víctima de la violencia de género, Ana Orantes, no encontró ese entorno pese a la denuncia pública que realizó en televisión en 1997. Pero su asesinato a manos de su marido, tras denunciar en Canal Sur que la había maltratado durante 40 años, sacó de la esfera privada estos dramas, convirtiéndolos en una cuestión política y social.

Gracias a ello se aceleraron los cambios legislativos y, 22 años después, Ana Orantes será objeto de estudio en las aulas de los colegios andaluces como un referente feminista. En Canarias, el Gobierno acaba de anunciar una estrategia integral para llevar a cabo "la transición igualitaria" y ha insistido en la necesidad de "no poner jamás el contador a cero", de forma que no se computen los casos por años o trimestres.

Sea cual sea el origen de esta ancestral guerra de los hombres contra las mujeres, de un rincón al otro del planeta, queda por responder la gran pregunta de cómo ha podido la humanidad llegar al punto de permitir que la igualdad se batalle a vida o muerte: "Es una lucha de años contra siglos", ha explicado Miguel Lorente, el primer delegado contra la Violencia de Género. Aquellos siglos y estos años, resumidos por Nuria Varela en un contra-homenaje feminista al poeta chileno: "¡Cállate tú, Neruda! Porque nosotras, las de siempre, ya nos somos las mismas".