De tajinaste, de brezal, con sabor a castaña, a aguacate o extraída de la singular retama del Teide. La Isla se embutió ayer en un gran tarro de miel durante la celebración de la decimocuarta Feria de la Miel de Tenerife, una de esas citas que ya son un clásico en el calendario del sector primario insular. Y acaso una de las citas que más disfrutan quienes acuden a la Casa de la Miel de El Sauzal, donde descubren que este regalo de las abejas tiene muchos más olores, muchos más sabores y muchas más texturas de las que normalmente pueden encontrarse en los lineales de los supermercados.

"Es como una explosión en la boca", le explicaba la experta del estand de Miel de Tenerife a una mujer a la que daba a probar el jugo de tajinaste con que Carlos Ledesma, de la marca Rika, ha conseguido la Gran Celdilla de Oro a la Mejor Miel de Canarias. Ledesma logró el premio en su edición de 2019 en la categoría de los productos que están bajo el paraguas de la Denominación de Origen Protegida (DOP) Miel de Tenerife, y el herreño Jonay J. Fernández González obtuvo la misma distinción, la Gran Celdilla de Oro a la Mejor Miel de Canarias, en la categoría de las mieles sin DOP. En su caso por un jugo de flor de tedera que se comercializa bajo la marca Aromas de El Hierro. El gomero Antonio Luis Arteaga, de la marca Villaclara; el tinerfeño Adasat Peña, de Mieles de Abona; y el mismo Jonay Fernández, con su segundo galardón, consiguieron las tres Celdillas de Oro que se repartieron, la segunda distinción en orden de importancia.

Pero la feria es mucho más que la entrega de premios del Concurso Regional de Mieles, que va ya por su vigésima tercera edición, sino que es también una oportunidad para que los apicultores den a conocer de primera mano el valor de su trabajo y de sus productos. Juan José Hernández Hernández, con su marca Canapimiel, de la DOP Miel de Tenerife, es uno de esos productores que no solo encuentran en la feria una oportunidad para vender directamente el fruto de su trabajo y el de sus abejas, sino que de algún modo hacen pedagogía sobre el valor del producto made in Canarias. Hernández, que junto a sus mieles vendía también el particular vino de mora de Taganana (un caldo que se elaboraba para su autoconsumo por las familias de la localidad y al que se atribuyen supuestas propiedades medicinales), hacía hincapié en que el consumidor sepa distinguir qué miel es de Tenerife o de las Islas y qué miel no lo es, para así poder apreciar sus cualidades y valorarla en su justa medida.

La feria, que organizan el Cabildo, la Asociación de Apicultores de Tenerife y la DOP Miel de Tenerife, continúa hoy con los concursos de fotografía y dibujo infantil.