Hay dos formas de afrontar las desgracias: hundirse o sobreponerse a ellas. El presidente del Ateneo, Claudio Marrero, es de los que apuesta por la segunda vía. "Esto no es que se haya caído el Ateneo, sino su edificio. Las lágrimas se acabaron. Aquí no llora nadie; con las lágrimas no se va a apagar el incendio", añadiendo que "no sé cuánto se tardará, pero lo vamos a sacar adelante" son algunas de las reflexiones que hizo 24 horas después del siniestro.

"Lo primero: lo único que ha pasado es que se ha caído el techo y hemos perdido la mitad del edificio, y no ha habido ninguna desgracia personal", afirmó en un enfoque positivo. En las causas, eso sí, prefirió no entrar. "Aquí lo que hay que hacer es trabajar. Todo el que quiera ayudar, bienvenido será. Estamos encantados con la respuesta de la gente", indicó, antes de informar de que ya habían recibido sendas ofertas de la Alianza Francesa y de la Cámara poniendo a disposición sus dependencias.

"Un edificio con un techo de madera tiene un tiempo y todos los inmuebles de este tipo están condenados a caerse, antes o después", continuó su análisis. Otra de sus afirmaciones: "Los cuadros solo son cuadros; el Ateneo no son los cuadros, ni las esculturas y ni siquiera la biblioteca y los archivos, sino el movimiento que se genera, la gente que pasa, el público que nos visita... y eso no se ha visto dañado en absoluto", aseveró Marrero. Si el viernes se vio tan afectado que tuvo que abandonar el lugar, ayer iba recuperando el ánimo. Su equipo tiene previsto reunirse el martes para encarrilar el futuro.