Algunas de las personas que aguardan su turno a la entrada de uno de los innumerables restaurante ubicados en el municipio de El Rosario sí habían planificado almorzar fuera de casa, otras improvisaron su salida dominical en cuanto fueron conscientes de la gravedad de la avería eléctrica. La ruta de la brasa, la que está asociada con los productos cocinados por el fuego generado a partir de unos troncos, fue la gran triunfadora del cero energético que se registró ayer en la Isla de Tenerife. También hicieron el agosto, aunque el calendario marcara el 29 de septiembre, los restauradores que aún confían en el gas... Esta es la crónica de un mediodía en el que la ruta de la brasa se alió con la hora del aperitivo. Eso sí, se hizo imprescindible disponer de dinero en efectivo en la cartera o recurrir a una frase que ya parecía estar descatalogada: "Apúntamelo y mañana arreglamos".

Colapso eléctrico

El apagón sorprendió a muchos tinerfeños en la hora del aperitivo, en los instantes previos a un almuerzo que en algunos casos se convirtió en un peregrinar hacia un negocio en el que las cocinas estuvieran a pleno rendimiento. Dos fueron los inconvenientes que había que sortear antes de iniciar esa ruta: tener dinero contante y sonante para abonar la cuenta del tentempié y de esta forma evitar recurrir al datáfono y, sobre todo, que el coche estuviera aparcado fuera del garaje. Y es que segundos después de las 13:11 horas murieron los ascensores, los portones eléctricos, los cajeros bancarios...

Bajo un sol de justicia cayeron las últimas cañas frías mientras una pregunta seguía ganando fuerza: ¿Y qué hacemos ahora de comer? Los más conservadores despejaron esa duda con unos bocadillos, otra ración de croquetas o un pincho del tiempo, es decir, sin el calor de un microondas. Otros decidieron apurar las últimas tapas de ensaladilla y boquerones a la vinagreta con la esperanza de que la cosa fuera mejor en torno a las tres o cuatro de la tarde. Los más optaron por quemar ruedas en busca de un restaurante en el que unas brasas garantizaran llenar el estómago. Estos no contaron con las largas colas que se formaron en los exteriores de los locales en los que la falta de luz no impidió que los platos no dejaran de llegar a las mesas.

Almorzar se convirtió ayer en una misión arriesgada. No solo por la espera -en algunos casos superó la hora y media-, sino porque el menú no se cerró del todo: faltaron cafés y los postres -sobre todo los helados- se resintieron por la ausencia de frío.

Las brasas, no obstante, estuvieron activas más que cualquier otro domingo: "Hoy (por ayer) se nota que tenemos más gente que otros domingos", relata un encargado de un mesón de La Esperanza. "Muchos vienen para asegurarse las brasas", incide.

La imagen de los comedores de El Rosario a reventar contrastaba con los locales de la capital que tuvieron que iniciar el zafarrancho de limpieza antes de tiempo. Los primeros, incluso, se quedaron sin productos antes de tiempo. "Ha sido un final de mes atípico", asegura Ramón mientras ojea la lista de reservas. "Lo primero que nos pregunta un cliente es si hay carne a la brasa, y lo segundo es si pueden pagar con tarjeta".

El corte en el suministro eléctrico es el tema de conversación principal tanto en los sitios en los que se puede almorzar con cierta normalidad -hubo locales en los que sí había brasas, pero no luz- como en los que siguen tirando de tapas... La presencia de vehículos aparcados en las cunetas se convirtió en el mejor indicador para medir qué negocio seguía funcionado y cuál estaba a punto de rendirse. "En diez minutos cierro", nos comenta un restaurador que observa la soledad de su terraza mientras en la acera de enfrente decenas de personas se amontonan en una escalera.