El Parque Nacional del Teide es un lugar único. Rodeado por la corona forestal y su impresionante mar de nubes, es una de las joyas que atesora Tenerife al engarzar la naturaleza excepcional de la isla con el paisaje lunar cincelado desde el corazón del volcán. Sunset and Stars, la excursión guiada que ofrece Volcano Teide Experience, es una de las formas más exclusivas de disfrutar de un atardecer inolvidable y acercarse a las estrellas y objetos astronómicos del firmamento de la misma forma que hicieron las civilizaciones antiguas, aunque con un nivel de conocimiento y detalle muy superior gracias a potentes telescopios.

Independientemente de la época del año, la actividad comienza en los minutos previos al anochecer. Es recomendable llevar algo de abrigo. Un día de playa puede hacer pensar que esta actividad también se puede realizar en manga corta y bermudas, pero tras ascender en teleférico mil doscientos metros de altura en tan solo ocho minutos, la temperatura baja sensiblemente. Durante el ascenso, las vistas de las dos semicalderas de 17 kilómetros de diámetro desde la cabina son espectaculares.

La estación de La Rambleta, a tan solo 163 metros de la cima del Teide ofrece una nueva perspectiva de Tenerife. A la vista, al nordeste de la isla, se encuentra el verde macizo de Anaga. La costa del sur también se divisa a lo lejos. Entre ellas, como sacados de una películas de ciencia ficción, relucen los edificios blancos del Observatorio del Teide, el mayor centro de observación del Observatorio Norte Europeo. Mientras el guía responde a las preguntas y las fotografías no cesan, la sombra del Teide anuncia que la puesta de sol está a punto de comenzar.

Tras un par de minutos de aclimatación el grupo se adentra en el cómodo sendero número 12. Sus 732 metros de longitud se convierten en una clase magistral en la que poder descubrir las maravillas volcánicas que lo bordean. Una fumarola, escondida en el borde del camino, recuerda que se está pisando un volcán en activo cuya última erupción se produjo en 1909. Sin riesgo, al ser solo vapor de agua, casi nadie se resiste a sentir durante unos segundos su calor. Aunque a partir de los 3.200 metros no debería de encontrarse vegetación, el sendero da una lección práctica de los efectos del cambio climático ya que no es raro ver algunas atrevidas plantas en sus márgenes. En uno de sus miradores se aprecia desde una perspectiva única los Roques de García, la icónica imagen del billete de mil pesetas. Una de las teorías que explica la creación del majestuoso paisaje es el hundimiento del edificio vulcanológico que pudo llegar a medir hasta 4.400 metros de altitud. Al escuchar al guía todos giran su cabeza para mirar al Teide e intentar imaginar cómo podría haber sido. Para disfrutar del espectacular atardecer que ofrece el sendero no es imprescindible llegar al final, pero nadie quiere perderse la inolvidable imagen de una puesta de sol que acaricia el cráter del Pico Viejo, de 800 metros de diámetro y baña con su luz las cuatro islas occidentales. Una vista única a 3.555 metros de altitud.

Los últimos rayos del sol acompañan el descenso en teleférico. En este momento se descubre cómo el Teide es un caleidoscopio de sensaciones y colores que cambian tanto a lo largo del día como del mes del año.

Tras un reconfortante descanso en la cafetería, abierta a los participantes de la actividad, es el momento de acercarse a las antiguas civilizaciones mirando al cielo. El guía Starlight acompaña al grupo en un viaje en el tiempo cuando la noche solo la iluminaban las estrellas y el reflejo del sol en la luna. Exactamente la misma sensación que se tiene en el Teide al carecer de contaminación lumínica cercana. A los pocos minutos la vista se acostumbra a la oscuridad y ayudado por un puntero láser y utilizando como referencia una única estrella empiezan a dibujarse en el cielo uno a uno los mitos del pasado. Casiopea, Andrómeda, Pegaso, la Ballena, Perseo... Constelaciones que desvelan su forma en el cielo. La época del año determina cuáles de las 83 visibles en Canarias se pueden observar. La actividad finaliza con la observación astronómica utilizando potentes telescopios. La primera vez que se observa con los propios ojos a Saturno con sus anillos, Júpiter y las estrellas más antiguas del Universo, o el plateado resplandor de la Luna si está presente, es un nuevo instante mágico que sumar a una visita al Teide difícil de olvidar.