Los viticultores de la isla reclaman a las Administraciones públicas del Archipiélago medidas para salvar las cosechas de uva, que están en riesgo debido al cambio climático. La transformación de las estaciones y la falta de lluvia suponen un peligro para sacar adelante este cultivo en Tenerife y los agricultores no saben cómo adaptar la viña para que pueda sobrevivir la producción.

Así lo expone la gerente del Consejo Regulador de la Denominación de Origen de Tacoronte-Acentejo, Mari Paz Gil, quien reclama a los diferentes organismos públicos que se han creado para estudiar cómo afecta el cambio climático en las Islas, investigaciones que ayuden a adaptar este cultivo a los nuevos tiempos.

"En Tenerife estamos sufriendo las consecuencias del calentamiento global", constata, y pone como ejemplo lo que ha ocurrido en el último año. "En diciembre y enero en Tacoronte hubo días de calor veraniego, cuando debería haber frío para que la viña descanse", expone. Si las temperaturas no bajan lo suficiente, la planta tira las hojas, pero de manera inmediata vuelve a brotar sin que le dé tiempo de estar en reposo.

"Febrero debería ser un mes lluvioso y este año nada", explica, y sostiene que, en cambio, en mayo, "que debería ser un mes con temperaturas primaverales y noches frescas, hubo veinte días seguidos de humedad". Bajo su punto de vista, existe un cambio total en el ritmo tradicional de las estaciones, que se ha repetido a lo largo de los últimos años, algo que ha afectado a las cosechas de uva que en las pasadas temporadas se han ido reduciendo cada vez más.

Además, añade que la lluvia este año "ha brillado por su ausencia" y, aunque las fincas tienen riego, la calidad de esta agua es menor debido a su salinidad y a su PH elevado, lo que acaba por afectar a los terrenos y a la producción de las fincas.

Estos cambios en el clima parece que han llegado para quedarse, por lo que Gil plantea cuál va a ser la alternativa para el cultivo de la viña. "¿Qué hacemos con toda la superficie que hay plantada si el clima no es beneficioso? ¿La arrancas y la vuelves a plantar? Pero ¿dónde?", se pregunta.

Por eso, indica que se deberían estar desarrollando ya investigaciones y programas piloto en la isla que indicasen a los productores hacia dónde deben ir, qué técnicas pueden utilizar y cuáles modificar. "¿Se deberían cambiar variedades, retrasar las podas o cambiar las técnicas?", indica Gil. Pero bajo su punto de vista este proceso de prueba-error no puede recaer sobre los productores, "que no deberían arriesgar su tiempo y su dinero en esto", sino a través de la investigación impulsada por los organismos públicos en fincas experimentales.

De la misma opinión de Gil es el enólogo de la bodega Presas Ocampo, Francisco Álvarez, quien afirma que la alternativa sería buscar la fórmula para que la viña no brote en invierno, algo que ahora está ocurriendo debido al alza de las temperaturas en esa época del año, así como detectar variedades más resistentes. "La clave podría estar en retrasar la poda para poder aplazar un poco la vendimia", expone, aunque reconoce que si el clima no ayuda "el cultivo de la uva es muy complicado".

"No nos queremos creer que el cambio climático ha llegado, pero es una realidad", asegura Mari Paz Gil, una nueva situación que pone en riesgo a un sector del que solo en la comarca de Tacoronte-Acentejo viven de forma directa o indirecta más de un millar de familias. "Se trata de un sector que es importante para la economía de la zona, que mueve además muchos puestos de trabajo", indica.

Para Gil muchas veces no se reconoce todo el trabajo que lleva aparejada cada botella de vino, un trabajo vinculado al sector agrícola de la isla que no siempre está presente ni al que se le presta la debida atención. "Ahora estamos hablando del vino, pero también vemos cambios en otros cultivos como la papa y los tomates, afectados por diferentes plagas que están vinculadas con el calentamiento de los terrenos", lamenta esta experta.

Las cosechas de uva de los dos últimos años en la isla no han sido como se esperaban, con mermas que en algunas comarcas alcanzan el 50% de la producción. "Es una situación frustrante que lleva aparejada el abandono de los cultivos", señala la responsable del Consejo Regulador. "Los que no viven directamente de esto, sino que para ellos es un complemento, acaban tirando la toalla si tampoco consideran que vaya a existir un relevo generacional", valora.

Una situación que para muchos está poniendo en riesgo la supervivencia de este sector en la isla, que necesitará adaptar las técnicas del cultivo para conseguir mantener las consechas y salvar la producción de vino tinerfeño.