Los 20 vecinos que residen en ocho de las nueve viviendas que componen el edificio situado en el número 12 de la calle Fuerteventura, en El Fraile (Arona), retornarán a sus hogares el próximo 3 de septiembre. Habrán transcurrido 18 días y 19 noches desde que fueron desalojados a última hora del viernes, día 16.

Finalmente, ayer comenzaron los trabajos para reforzar el pilar central del inmueble, obra esencial para darle seguridad a la edificación y a los vecinos. Se trata del único elemento estructural que está dañado en el edificio, presentando un estado de deterioro por oxidación. Los técnicos descartaron una afección estructural tras la inspección realizada durante el lunes pasado.

La presidenta de la Comunidad de Vecinos del edificio Fuerteventura, Mariela García, su esposo y una tercera persona se encuentran alojados en viviendas de familiares, los restantes 17 (que son los integrantes de seis familias) accedieron ayer al hotel Don Pedro, en Costa del Silencio, tras pasar unos días alojados en dependencias del Camping Nauta.

El coste de todo este procedimiento lo está asumiendo la empresa aseguradora del inmueble, señala la presidenta, quien se muestra optimista y espera el cumplimiento de las previsiones que les han transmitido los técnicos.

A mediodía de ayer, Mariela García explicaba que "el arquitecto ya cuenta con el visto bueno para entrar en el edificio y empezar a trabajar, algo que hará de inmediato", por lo que se procede al acopio del material que se precisa para acometer esta obra.

Los trabajos se prolongarán hasta después del retorno de los vecinos del número 12 de la calle Fuerteventura de El Fraile, porque "puestos en la materia" han optado por completar la revisión del resto de los pilares del inmueble.

Transcurridos 30 años desde que fue construido, "más o menos", cabe recordar que en torno a las 22:30 horas del pasado día 16 Juan Soto se disponía a cenar con su familia "cuando noté dos cimbreos seguidos, que se movía el piso". Se cercioró en el edificio y con llamadas telefónicas a otros puntos de la localidad de que "no se trataba de un terremoto", por lo que accedió al garaje del inmueble acompañado de su vecino y cuñado. "Vimos que caía agua del techo y, aunque los pilares tenían unas pequeñas grietas hace un año, ahora las rajas son más importantes, grandes hasta verse el hierro del pilar. Está muy deteriorado y nos asustamos". Fue el momento en el que dio la voz de alarma al resto de familias del inmueble y a la policía local, cuyos efectivos fueron los primeros en realizar la inspección ocular, los que pidieron desalojar y quienes pusieron en marcha el protocolo de actuación.

Transcurridos los días y constatado por los técnicos, "la situación no era tan grave como nos pareció. Estamos deseando volver cuanto antes", señala Mariela.