Miles de peregrinos desbordan desde ayer la Villa de Candelaria para rendir tributo a la Patrona General de Canarias. En esta sociedad, tan dada a dedicar cada uno de los días del calendario a algún motivo, el de ayer bien podría denominarse el Día del Peregrino. De los primeros en partir de su casa, Miguel, con su hermano Riqui, que se sumó a la expedición que cada año parte desde Vilaflor, el pueblo más alto de España, para rendir tributo a la Patrona General de Canarias. En su caso, era el primer año que realizaba esta "pateada" que comenzó a las cuatro de la tarde del pasado martes y que tardó unas 26 horas hasta llegar a la Villa. Al frente del grupo, los experimentados José, Cristo y Pedro. "Hicieron el trayecto que seguro que hacía el hermanito Pedro", apuntó un familiar que lo esperaba a las puertas de la Basílica ayer, a las seis de la tarde. Con solo dos horas para descansar, recorrieron unos sesenta kilómetros, desde el Paisaje Lunar, Izaña, La Orotava, Arafo y Candelaria. También desde Icod, por la ruta del Norte, María y Juan salieron caminando la noche del martes para cumplir con una tradición familiar y que en esta oportunidad tenía un añadido: agradecer el nacimiento de su bebé, en febrero.

Los peregrinos se hicieron esperar este año, tal vez porque el día 14 de agosto coincidió con un día laboral y para sortear las altas temperaturas. Desde las 18:00 horas de ayer, la Villa quedó cerrada al tráfico para facilitar la seguridad de los miles de peregrinos que, desde las ocho en adelante, comenzaron a llegar en masa.

Cuando se celebraba la última misa antes de que saliera la Virgen a la plaza, unas vendedoras foráneas se afanaban en hacer su agosto con la venta de chapas y tejas solidarias con la imagen de la Patrona, a dos euros. Ya en el interior de la Basílica, una vez finalizada la eucaristía, el prior, Daniel López, pedía a los romeros que dejaran libre el pasillo para sacar el trono de la Morenita.

"Siempre te sorprende la cantidad de gente que viene", aseguraba Rosi Samblás. Las recomendaciones del dominico cayeron en saco roto, y los peregrinos seguían acercándose hasta los pies de la Patrona. En ese momento, desde la sacristía salió una nutrida cuadrilla de seguritas, como si fueran a flanquear a una estrella de la canción, para facilitar la organización de la comitiva.

Las velas de febrero, cuando se celebra la festividad de la Presentación del Niño como luz del mundo, se tornan en agosto en selfis. Así, la estampa se repetía. Todos los peregrinos venían hasta la Patrona, colocada dentro de la Basílica, en el lateral izquierdo, y se sacaban su correspondiente fotografía delante de la Virgen, como quien estampa su sello en el pasaporte cuando inicia un viaje al extranjero.

Casi en anécdota han quedado ejemplos como el de María, una señora que por la mañana entró de rodillas por la calle de La Arena. La vio Eliseo, un muchacho del pueblo que lleva tatuado en su brazo izquierdo un guanche que toca un bucio. Le dio tiempo a ir a comprar a un supermercado, y cuando salió todavía María no había llegado a la Basílica a cumplir su promesa. Fue la excepción, pues la práctica totalidad de los peregrinos prefirieron el transporte o venir caminando por la noche.

A las siete y media de la tarde, cuando la comitiva mariana ponía rumbo a la plaza de la Patrona para la ceremonia, David, un chico que canta en la misa de doce de los domingos en la Basílica, inauguró los vivas a María, que trajeron al recuerdo la plegaría que inmortalizó Jesús Mendoza, el dominico fallecido en el año 2013. Hasta el fotógrafo de uno de los medios de comunicación no lograba abstraerse de la emoción y comentaba con orgullo a sus compañeros: "Ahora estoy aquí con la cámara, pero en un rato salgo para Santa Cruz y vengo caminando".

Ya en la plaza de la Patrona, mientras la imagen de la Virgen era trasladada para presidir la ceremonia de los guanches, las autoridades protagonizaban su particular "túnel del tiempo". Junto a la alcaldesa de Candelaria, Mari Brito, estaba el regidor de Teror, y, en esta oportunidad en segunda fila, el presidente del Cabildo hasta el pasado mes de mayo, Carlos Alonso, que entregó el pasado mes de octubre a la Patrona el bastón de mando como presidenta honoraria del Cabildo que hoy dirige Pedro Martín, el gran ausente. En más de 20 años, la primera vez que no asiste a este acto el regidor insular, que volvió a delegar, como ya lo hizo el 25 de Julio en Santa Cruz, en su vicepresidente primero, el "Ciudadano" Enrique Arriaga.

A las ocho de la noche, con la proyección de un vídeo sobre los orígenes de la ceremonia y las fiestas de agosto, los guanches de Candelaria recrearon la aparición de la Patrona a los aborígenes, que, como recordó José María de Madariana, se remonta a 1391, según Fray Alonso de Espinosa, años antes de la conquista de Tenerife, en 1496.

La ceremonia se mostró ayer como un acto solemne y cuidado, salvo algunas gafas y relojes que evidenciaron que el tiempo ha pasado. A la derecha de la Virgen, las autoridades, mientras en las sillas de la izquierda estaban miembros de la comunidad dominica, entre los que se sentó el concejal Paco Pinto, responsable de Protocolo.

Ayer, hasta la arena de la plaza parecía haberse colocado más abundante, y permitió elevar el nivel, lo que facilitó que el público distribuido en las sillas más cercanas pudiera disfrutar de la representación aborigen.

De forma pausada y con una voz que sienta cátedra, José María de Madariaga daba lectura al texto de fray Alonso de Espinosa, que cuenta la aparición de la Virgen de Candelaria a los aborígenes y daba cuenta de los hechos milagrosos, como el intento del rey de ir a tirar una laja a la Patrona y comenzar a salirle sangre de la mano, y otro quedó con el brazo paralizado. Una vez alertaron a sus compañeros de la presencia de la Señora que estaba en las playas de Chimisay, fueron a postrarse a sus pies, para recuperar la normalidad en sus extremidades superiores aquellos aborígenes que antes resultaron heridos en una mano y con el brazo paralizado.

Fue una representación solemne. Sin prisa. Para degustar cada detalle, lo que permitió que se demorara durante más de media hora, recreando cada detalle en varias oportunidades.

Así, al término de la representación, el rey guanche se acercó al prior de la Basílica, Daniel López, que marcó el inicio de la procesión de la Patrona.

En el paseo cercano a los guanches, el conjunto escultórico de José Abad, se encontraba la banda de música Las Candelas, con Mauro Fariña Alonso al frente, la tercera generación de la familia de Abilio Alonso, el músico que ha hecho grande esta formación.

Más de una hora tardó la comitiva en recorrer la calle de La Arena. Entre los momentos más emotivos, la actuación desde un balcón del trío Acaymo. Nada más comenzar a cantar, paró la Virgen. Luego continuó la procesión y a la altura de la vivienda de Ana María Olivera, donde estuvieron décadas atrás las oficinas de Correos, un guanche se acercó a la madre de Liseth, una pequeña de un año. Le pidió permiso a su madre y levantó a la pequeña para presentarla a la Patrona de Canarias, ante la emoción de su progenitora.

Luego, más cerca de El Puente, también en la calle de La Arena, otra plegaria en forma de canción, con una vía en la que no cabía ni un alma. La vía principal estaba desbordada de peregrinos y la carretera general, cerrada, sin un tramo libre de caminantes, entre ello algunas personas con rasgos asiáticos y hablando en lengua extranjera, lo que sorprendió a los romeros oriundos de Tenerife.

La procesión continuaba por la calle de La Arena hasta el atrio del Ayuntamiento de la Villa, donde la coral de la Villa interpretó la salve rociera, para continuar la Patrona su trayecto hasta la plaza de los Pescadores, donde tuvo lugar la exhibición de fuegos artificiales.

Ya desde la plaza de los Pescadores, la comitiva enfiló el regreso a la plaza de la Patrona, con un alto en la casa de Miguel Ángel Olivera, donde se cumplió con la plegaria cantada que ya es tradicional, para continuar la procesión hasta los aledaños de la Basílica de Candelaria. Junto al balcón del antiguo ayuntamiento de Candelaria, el prior de la Basílica, Daniel López, con una plaza tapizada por feligreses, dedicó unas palabras de bienvenida a los peregrinos. A continuación, minutos para el folclore, de la mano de Fernando Santana, que interpretó una malagueña, para dar paso al esperado Ave María de Chago Melián, que emociona hasta a las esculturas de los guanches de la plaza.

Finalizaban los actos religiosos, con la procesión, para dar paso a la noche de las parrandas. La plaza llena de peregrinos, y comenzaban a entrar en masa los romeros que había elegido el trayecto de la carretera general.

Ya en la playa y aledaños las pequeñas parrandas tomaban el testigo. De las oraciones del interior de la Basílica, a las isas, folías y malagueñas que animaron la noche en la Villa.

Treinta feligreses de Icod

Desde Icod de los Vinos se organizó un grupo de unos treinta vecinos que se trasladaron en guagua desde la Ciudad del Drago hasta la Villa Mariana con el padre Carmelo, el párroco de El Amparo. Llegaron a las cuatro de la tarde para disfrutar de los actos de la ceremonia de la Virgen.

Cuatro generaciones

Felipe, que lleva viniendo a Candelaria desde hace más de cuarenta años desde San José de los Llanos, en El Tanque, volvió este año en coche con su esposa, su suegra y su nieta, pues sus hijos hicieron el trayecto a pie, para encontrarse en la Villa Mariana.

60 km para ver a María

Miguel, junto a su hermano Riqui, se sumó a la expedición de tradicionalmente encabezan José, Pedro y Cristo, una caminata que él realizó por primera vez. Salió a las cuatro de la tarde del lunes y dedicaron 26 horas en el trayecto que pasó por el Paisaje Lunar, Izaña, La Orotava, Arafo y la Villa.