La obra de la calle Pizarro, en Radazul, tendrá culminado en unos quince días uno de sus pasos más importantes: la instalación de los denominados micropilotes, esos elementos cuya misión es la de asegurar el talud de la zona después de que en octubre de 2015 comenzasen a aparecer grietas en la vía. Se decretó entonces el cierre parcial de la calle y la prohibición del paso de camiones, y más adelante se adjudicaron unos trabajos de reparación cuyo coste fue de 801.925,62 euros.

Según explican desde el Ayuntamiento de El Rosario, la obra se ejecuta actualmente "a buen ritmo" y, concretamente, se está en la última "tanda" de micropilotes. "Una vez terminadas las perforaciones y los micropilotes, se pasará a los anclajes de cables y al atado de las cabezas de los mismos mediante viga de coronación", detallaron sobre la actuación que vendrá después.

En cuanto a los plazos, la culminación de los micropilotes se estima en quince días, tras lo que llegará la citada fase de anclaje. Por su parte, las labores posteriores consistirán en el acabado final del asfaltado, señalización vial, "remates de antepecho" y barandilla. "Se prevé que la obra termine antes de Navidad, previsiblemente en noviembre", añadieron.

El camino hasta llegar a este punto no ha sido sencillo. Desde que se detectaron los desperfectos sobre el firme hasta que las obras se pusieron en marcha se celebraron dos asambleas informativas con representantes de las comunidades de vecinos; se ejecutó un primer estudio geológico por parte la empresa Terragua Ingenieros; se realizaron nuevos sondeos y pruebas sísmicas por parte de Teno Ingenieros Consultores, y se llevó a cabo un segundo proceso de catas para conocer el estado del subsuelo a una mayor profundidad. Estos trabajos previos tuvieron un coste de 58.600 euros. Además, se organizaron hasta tres reuniones en las que intervinieron la Consejería de Ordenación del Territorio y Seguridad del Gobierno de Canarias, entre otros hitos, recoge una nota del Consistorio rosariero remitida tiempo atrás.

Después de la realización de hasta siete sondeos y perfiles sísmicos, la solución propuesta fue la construcción de una pantalla continua de micropilotes, para lo que se debía perforar el terreno hasta una profundidad máxima de 23 metros, así como proceder a la inyección de hormigón armado a través de los micropilotes y el posterior anclaje al terreno. Desde el Ayuntamiento precisaron hace un año que esa pantalla, cuyo objetivo último es dotar al talud de la calle Pizarro de la necesaria seguridad, estaría compuesta de 132 micropilotes.