La censura de hoy sobrevoló la mente de sus promotores desde que el resultado electoral en la noche del 26 de mayo hizo que CC ganara en votos (lo ratificó la Junta Electoral 3 días después), pero empatando a 11 consejeros con el PSOE, con 4 para el PP, 3 para Sí Podemos Canarias y 2 para Ciudadanos. Las urnas habían decretado que el presidente, Carlos Alonso, siguiera en el puesto porque, aunque solo sea por un sufragio, esta elección es directa y solo cabe una censura apoyada por una mayoría absoluta para revocar esa situación.

Consciente de que Pedro Martín y el PSOE, tal y como dejaron claro en campaña y antes, se habían propuesto echar a los nacionalistas del poder, por mucho que hubiesen cogobernado los 8 años previos, Alonso se afanó desde el principio en buscar un acuerdo con el PP y Cs que le diera estabilidad a la institución para los 4 años del mandato. Así se lo expuso en la primera reunión que mantuvo con los populares, a los que ya presentó un reparto de áreas similar al finalmente aceptado el 9 de julio, pero los conservadores, premonitorios o, al menos, realistas, le respondieron que por ellos no había problema, pero que los dos partidos no sumaban mayoría absoluta y que, por tanto, era imprescindible el concurso de Cs.

Al mismo tiempo, y atendiendo a los mensajes de campaña, Pedro Martín intentó un acuerdo amplio con el PP y Cs. Sabía desde el principio que contaba con el respaldo desde fuera de Sí Podemos Canarias, que siempre ha antepuesto el hecho de que CC pierda el poder a cualquier otra consideración, aunque negociando un programa de mínimos que pudieran respaldar sus bases (que al final lo hicieron en un 90%).

Martín esperaba que el PP de Lope Afonso, al que vio casi más crítico con CC en campaña que cualquier otro grupo, se sumara a un gobierno de cambio e intentó sumarlo a su pacto con Sí Podemos y Cs hasta el último momento.

Ante la negativa de Cs a compartir gobierno con Sí Podemos y el rechazo de Podemos (que no de Sí Se Puede, parte de esa coalición electoral) a sentarse con los centristas a negociar, Martín hizo de puente y multiplicó las reuniones con los tres partidos, el PP incluido.

La inflexión de Santa Cruz

Mientras, Alonso hacía lo propio y seguía viéndose y negociando con PP y Cs. Eso sí, avanzaba con los populares, pero quedaban aún las dudas de qué harían Enrique Arriaga y Concepción Rivero. Estas dudas crearon algunas incertidumbres en el PP, sobre todo cuando se consuma el apoyo de los concejales Matilde Zambudio y Juan Ramón Lazcano a Patricia Hernández como alcaldesa de Santa Cruz el 15 de junio pasado.

Fue entonces cuando creció la convicción, que ya reconocían algunos dirigentes populares desde las elecciones, de que los dos consejeros de Cs en el Cabildo harían lo mismo y presentarían una censura con el PSOE y con apoyo externo de Sí Podemos. Esto hizo que algunas voces del PP apostaran por intentar un pacto alternativo con los socialistas para no quedarse fuera del futuro gobierno tras la moción, tal y como les pasó en la capital tinerfeña, pero siempre imperó la tesis de Lope Afonso de que el pacto lógico y con futuro sería con CC. Sin embargo, seguía faltando que Cs garantizara la mayoría absoluta.

Las fluctuaciones en el pacto regional también influyeron en estas negociaciones cruzadas. Cuando cuaja el acuerdo de izquierdas, CC y PP aceleran sus negociaciones y mantienen nuevas reuniones con Arriaga. Es con esas citas cuando los dirigentes de CC, pero, sobre todo, del PP, más se sienten engañados. Los consejeros de Cs insistían en que no podían cogobernar junto a los populares por la sentencia de la que está pendiente Afonso por el caso Mercadillos, así como por la imputación de Águeda Fumero.

En CC y PP se convencen entonces de que, una vez aclarado ese panorama judicial, y tomando las decisiones oportunas para ello, Cs sí entraría en el gobierno y se reestructurarían las áreas. Por eso, Alonso y Afonso acuerdan el reparto de consejerías y el 9 de julio firman y anuncian el pacto con el que creen darle estabilidad a la institución a la espera de Cs.

“Sorpresa” en pocas horas

A la mañana siguiente, por el contrario y casi coincidiendo con el anuncio de la censura de PSOE y PP a Nieves Lady Barreto (CC) en La Palma, la consejera socialista Marián Franquet y la de Cs Concepción Monzón, junto a Berta Pérez (PSOE), acuden al Cabildo para oficializar una censura firmada por los 3 partidos que sorprendía a unos, pero no a otros muchos.

La reacción de Alonso, esa misma tarde del día 10, fue contundente. Alertó de la inestabilidad que puede sufrir ahora el Cabildo y acusó al PSOE no solo de apoyarse en dos personas que han “traicionado” las directrices de su partido, sino de dejar el Cabildo en manos de la “izquierda radical”, en alusión a Sí Podemos.

Desde el PP, Afonso y Manuel Domínguez clamaban contra Arriaga (“sinvergüenza político”, le llamó el alcalde realejero), mientras Pedro Martín aclaraba que llevaba 6 semanas callado y negociando, que no hay nada en el pacto en contra del programa de Cs y que, tras el acuerdo CC-PP, “ya no tenía sentido seguir esperando”.