"Un aplauso para animarla, que esta no quiere bañarse". Así trataba de alentar al público Candelaria Alonso, que ayer fue una de las que se encargó de llevar a cabo el tradicional baño de cabras del día de San Juan en el muelle de Puerto de la Cruz. Decenas de turistas y residentes se acercaron a ver el desarrollo de este ritual, que data de la época aborigen, a través del que se quiere proteger a los animales.

A las 9:00 de la mañana ya muchos ejemplares habían pasado por el agua y el resto iban desfilando a medida que Alonso, junto a otros compañeros, los arrastraban hasta el mar. Al grito de "¡Viva san Juan!", Alonso animaba y buscaba el aplauso del público congregado. "La gente viene a mirar, pero se ponen a hablar entre ellos; yo lo que quiero es que participen de esta tradición", sostuvo.

Esta villera afirmó llevar "toda la vida dedicada a las cabras", ya que sus padres y abuelos tenían rebaños. Esta implicación ha sido la que la ha involucrado en esta tradición, que cumple rigurosamente cada año.

Para Alonso, el secreto de la maestría para llevar a las cabras hasta la orilla reside un "un poquito de maña y empeño", ya que, mientras unas se dejan conducir y colaboran en cierta manera, a otras hace falta arrastrarlas hasta la marea. Una vez allí, uno o dos chapuzones antes de dejar salir al animal ya con el ritual cumplido.

"La cabra cree que le vamos a hacer daño, pero no es así; lo hacemos para protegerla de lo malo, para que atraiga lo bueno, y así dure hasta el próximo año", explica Alonso. Esta ganadera experimentada argumenta que "el agua salada cura todo el mal del cuerpo, tanto a los animales como a las personas", y afirma que "hasta lo médicos lo recomiendan como tratamiento". Por eso, acude cada 24 de junio al Puerto para participar en este ritual "y que no se pierda la tradición".

Este año han acudido a la cita menos rebaños que en la pasada edición, comentó Alonso, que se preguntaba extrañada qué habría pasado para que no hubieran podido llegar. "Vienen hasta aquí a través de los barrancos desde otros puntos de la isla porque en el Puerto no hay rebaños", aseguró.

Para Alonso, el cuidado de este ganado es algo imprescindible. "Yo, donde haya un animal, intento protegerlo, porque ellos no hablan y necesitan de nuestro cariño porque también nos dan muchas cosas, como la leche", afirma.

Un producto que siempre ha estado vinculado a los rebaños de la Isla y que ha servido de alimento a muchas generaciones de tinerfeños. "Yo estoy viva gracias a la leche de cabra", asegura, y mantiene que gracias a eso "me crié y no tuvimos que emigrar a ningún país".

Durante la jornada del baño de cabras en Puerto de la Cruz, la leche se convierte también en protagonista, pues los cabreros aprovechan para ordeñar y después vender el producto a todos los que se acercan a adquirirlo al muelle. Mientras el pastor ordeña, los clientes esperan de manera paciente a que les llegue el turno para comprar, con garrafas, botellas de plástico y otros utensilios que les permitirán llevársela hasta sus casas.

Mientras que algunos se acercaban al muelle sabiendo lo que se iba a encontrar, a otros el baño de cabras les cogía por sorpresa cuando cargaban la sombrilla y el resto de los bártulos para pasar un día en la playa. Sin embargo, a pesar de lo concurrida que estaba el agua, a las 9:30 de la mañana el calor ya se hacía notar y algunos no pudieron resistirse y se animaron a compartir baño con los rebaños.

Todo animal de cuatro patas terminaba en el agua, incluidos los perros que guardan a las cabras y que también se resistían a darse un chapuzón.

José Gregorio Farrica lleva dos décadas participando de esta tradición llevando su rebaño hasta el muelle en el día de San Juan. "Es una tradición guanche que se recuperó", explicó. El objetivo es "mejorar la fecundidad de los rebaños y bendecirlos", y para ello traen a los rebaños hasta el Puerto cada 24 junio.

Su intención es seguir manteniendo esta tradición e inculcarla a los más pequeños. "Intentamos que nuestros hijos vengan a verlo y que se interesen por este mundo", explica, aunque aclara que "unos entran y otros no". En su caso, su pequeña de tan solo dos años "todavía es muy chiquitita, pero ya es amante de todos los animales".

Precisamente, ese amor por su rebaño es lo que asegura que demuestra con el baño en el día de San Juan y afirmó no entender a los animalistas que se quejan de esta tradición. "A ellos les diría que vinieran a verlo y que estuvieran un día entero conmigo con el palo en la mano para que supieran lo que es", valora.

Una tradición que sigue celebrándose año tras año y para la que los cabreros van tachando días en el calendario para que vuelva a llegar una de las citas más importantes para ellos.

Frutas y flores adornan los chorros

Los vecinos de Puerto de la Cruz cumplieron un año más con la tradición de engalanar los chorros de agua de la localidad con flores y hortalizas en el día de San Juan. Una tradición que nació como ofrenda para pedir que no faltara el agua en una época en la que existía mucha escasez./ M. PISACA