El mandato que comenzará el próximo 15 de junio de 2019 será clave para el futuro del sistema de cordón trenzado múltiple de la viña, una forma de cultivo de la uva que es única en el mundo y que marca la identidad del paisaje de la comarca del Valle de La Orotava. Los ayuntamientos de La Orotava y Los Realejos lideran, junto al Consejo Regulador de la Denominación de Origen del Valle y el Cabildo de Tenerife, un movimiento para poner en valor estas enormes trenzas elaboradas con las ramas del viñedo y evitar su paulatina desaparición.

El edil de Agricultura del Ayuntamiento de La Orotava, Alexis Pacheco (CC), mantiene abierta la línea de trabajo de "concienciar a los viticultores de la importancia de este sistema tradicional de cultivo", y de "iniciar un proceso participativo para que el sector se involucre en la lucha para evitar que esto se pierda".

Sobre la mesa continúa la propuesta de que el cordón trenzado sea declarado Bien de Interés Cultural (BIC), "pero de manera que no afecte al suelo, sino al método de cultivo. Queremos trabajar en esa línea".

De momento, ya cuentan con informes técnicos elaborados por las áreas de Patrimonio del Cabildo de Tenerife y del Ayuntamiento de La Orotava, y del Consejo Regulador de la D.O. del Valle de La Orotava.

"En el próximo año pondremos en marcha ese proceso participativo con el sector para implicarlo más en la defensa de este sistema de cultivo y, si existe respaldo, montar todo el expediente para solicitar el apoyo del Gobierno de Canarias para la protección y puesta en valor del cordón trenzado", indica.

El día de la entrega de premios del próximo concurso de vinos del Liceo Taoro, previsto para junio, el Ayuntamiento villero organizará una charla para concienciar a los cosecheros de la importancia patrimonial del cordón trenzado.

Agustín García Farráis, de la Bodega Tajinaste, considera que una de las claves para evitar que este sistema se pierda es compensar mejor a los viticultores el gran esfuerzo que supone mantener este sistema tradicional del cultivo, cuyos orígenes se remontan al menos al siglo XVI.

"No se trata de incrementar el precio final de nuestras botellas de vino, pero si en un restaurante el precio que paga el consumidor es de 15 ó 16 euros y el bodeguero recibió sólo 6, difícilmente podrá pagarle más de 1,5 euros al viticultor que le trae la uva. No se trata de cobrar las botellas más caras, sino de repartir mejor ese precio final", explica Farráis.

Otras alternativas para mantener el cordón trenzado pasarían por vincular la mejora de las ayudas por hectárea de viña cultivada al sistema utilizado, o utilizar una pequeña parte del Régimen Específico de Abastecimiento (REA) para compensar el trabajo manual extra que genera la viticultura tradicional.

"Un valor singular"

Agustín García Farráis, de Bodega Tajinaste de la Denominación de Origen Valle de La Orotava, destaca que el sistema de cordón trenzado múltiple es "un valor singular e histórico" para la viticultura y los vinos de la comarca que "requiere una puesta en valor y unas ayudas que contribuyan a su conservación". García Farráis detalla que este sistema, "que nos diferencia del resto del mundo", impide la mecanización de las tareas de cuidado de la viña, "que deben realizarse de una forma manual y eso genera unos costes que deben valorarse". Este experto en viticultura y enología subraya que "la mayor parte del cordón trenzado del Valle "tiene edades que superan los 70 u 80 años, unos viñedos llamados de pie franco que ofrecen, además, un catálogo de variedades único en el mundo, similar al que existía en Europa hace 400 años, antes de la llegada de la filoxera". Para evitar que desaparezca, Farráis plantea la necesidad de incorporar, como en Madeira, "nuevas ayudas a los viticultores o un aumento de la subvención por hectárea de viñedo que compense el sistema empleado".