Un sector que corre el riesgo de desaparecer a pesar de que la Isla cuenta con unas características idóneas para desarrollarlo. Así lo ve el presidente de la Asociación Empresarial de Acuicultura de España (Apromar), Carlos Rendón, además de propietario de la única instalación acuícola que existe en Tenerife, quien asegura que antes de la crisis existían al menos una veintena de productores en la Isla, mientras que ahora solo queda él. Una situación que achaca a las dificultades derivadas de la normativa que existe en el Archipiélago para desarrollar esta actividad, a pesar de que bajo su punto de vista Canarias cuenta con las condiciones idóneas para convertirse en una potencia en este sector.

El sector reclama de manera insistente al Gobierno canario -la administración competente para legislar esta materia- que amplíe el número de especies que pueden producirse en cautividad en el Archipiélago. "Mientras en el resto del territorio se aumentan, en Canarias lo tienen limitado a la dorada y la lubina", expone.

Esta situación, argumenta, resta competitividad a las empresas canarias que al intentar vender sus productos se enfrentan a que compañías que producen en otros puntos del territorio tienen un abanico más amplío de pescado. "Llevamos años intentando que permitan aquí desarrollar la corbina", señala Rendón, pero afirma que se han encontrado de frente con la negativa de las administraciones.

Rendón es contrario a algunas opiniones de científicos que alegan que la corbina es una especie foránea. Él defiende que es un pescado que "siempre ha estado presente en aguas canarias" y añade que mientras que en la Península son necesarios tres años y medio para que cada ejemplar consiga la talla y el peso necesario "en la Isla ese tiempo podría reducirse y no sobrepasar los 18 meses".

De esta manera, considera que el miedo que se puede tener a que este tipo de pescado se acabe convirtiendo en un problema si hubiera escapes o incidencias en las infraestructuras, que puedan provocar que acabe en libertad, no tiene ninguna base. "El pescado de acuicultura solo sabe comer pienso, no depreda a otros animales", explica, además de que sostiene que no pueden reproducirse en libertad. Aún así, entiende que se exijan estrictas medidas de seguridad y mantiene que los empresarios "somos los primeros interesados en que no haya escapes por las pérdidas económicas que nos supondría", por lo que afirma que ponen en funcionamiento toda la tecnología necesaria para que esto no suceda.

Rendón también asegura que esta "estricta normativa" está ahuyentando a inversores que estarían interesados en poner en marcha empresas en las Islas. "Se echan para atrás porque la inversión es la misma que en el Mediterráneo, pero allí pueden producir más especies diferentes", sostiene.

Esta situación ha provocado que a pesar de que el Plan Regional de Acuicultura autoriza a que se desarrolle esta actividad en diferentes puntos del litoral como el Barranco de Erjes, actualmente solo existe una instalación cercana a Los Cristianos, en el sur de la Isla.

Rendón asegura que además podría ser un sector que generara muchos puestos de trabajo, ya que las instalaciones requieren de mucho personal y añade que en su empresa da trabajo a alrededor de un centenar de empleados. Incluso apunta que se trata de una actividad que emplea a "muchos pescadores que bien por la disminución del número de embarcaciones o por otros factores no pueden seguir trabajando en esto".

El presidente de Apromar insiste en que las condiciones de la Isla y del Archipiélago en general para desarrollar esta actividad son inmejorables. Mientras que en el Mediterráneo "el pescado se estresa porque la temperatura del agua varía mucho entre el invierno y el verano", las aguas que rodean a Canarias "nunca bajan de 17 ni sobrepasan los 23 grados", lo que hace que "los ejemplares crezcan más rápido".

Un potencial que, según él se está desaprovechando para desarrollar un sector "que es el futuro, ya que los caladeros cada vez tienen menos pescado", y lamenta que Canarias puede acabar "importando pescado teniendo las mejores condiciones para esta actividad".

La acuicultura, además de ser un sector que debido a las características medioambientales del Archipiélago puede desarrollarse de manera favorable, también puede convertirse en un atractivo turístico más de las Islas. Así lo considera el presidente de la Asociación Empresarial de Acuicultura de España (Apromar), Carlos Rendón. Bajo su punto de vista, se trata de dos actividades que pueden potenciarse mutuamente, ya que señala que en otros lugares incluso se organizan visitas a estas instalaciones, en las que los turistas pueden escoger o pescar el ejemplar que deseen, para después degustarlo en un restaurante o establecimiento de los alrededores.

Esta es solo una de las propuestas que podrían llevarse a cabo en las Islas, pero Rendón asegura que en el Archipiélago no se ha apostado por esta fórmula. "Se ha dicho que a los turistas no les gustaban las jaulas y que por eso no se potenciaba más", mantiene.

Sin embargo, bajo su punto de vista si se hace en otras zonas del país también se podría llevar a cabo en la Isla. "Hoy en día nadie entiende Vigo sin sus piscifactorías", apunta, por lo que él apuesta por un desarrollo "sostenible", que permita compatibilizar ambas actividades.

Una actividad con potencial turístico