Alrededor de 60 agentes forman la plantilla actual de la Policía Portuaria del puerto de Santa Cruz, un cuerpo más bien desconocido para la sociedad, pero del que depende, en gran medida, que el muelle funcione de una manera ordenada en su intenso día a día.

Desde el pasado mes, el cuerpo policial -al que se unen los policías del puerto de Granadilla- está dirigido por Agustín Ávila, un agente con casi treinta años de experiencia en el puerto. De él depende la estructura policial, formada por cinco jefes de Servicio -uno para cada turno- y otros tantos jefes de Equipo, que trabajan las 24 horas, los siete días de la semana y los 365 días del año.

Entre las funciones de la Policía Portuaria figura, por ejemplo, el control, inspección y coordinación de los servicios portuarios y de señalización marítima, prestados directamente por la Autoridad Portuaria o mediante gestión indirecta; el control, inspección y coordinación de las operaciones y actividades que requieran su autorización y concesión; el control e inspección de las obras, instalaciones y equipos situados en la zona portuaria en el ámbito de sus competencias; y el control en el ámbito portuario del cumplimiento de los reglamentos de mercancías peligrosas y de seguridad y salud, así como de los sistemas de seguridad y contra incendios, sin perjuicio de las competencias que correspondan a otros órganos de la Administración.

Además, los agentes portuarios son auxiliares de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado (Aduanas, Guardia Civil y Policía Nacional) que también tienen competencias y sede en el puerto de la capital.

"Muchas veces nos piden colaboración", reconoce Ávila, quien recuerda que una de las últimas actuaciones tuvo lugar hace unos meses tras la llegada de un barco que transportaba polizones en su interior. "Desconocían de su existencia y al atracar bajaron por los cabos. Los policías portuarios que estaban descargando vieron la situación y avisaron a la Policía y a la Guardia Civil", relata el jefe policial. "La colaboración es muy buena", destaca.

Esta semana, El Día visitó las instalaciones de la Policía Portuaria en el muelle de Santa Cruz y acompañó a dos de sus agentes, el jefe de Servicio, José Antonio Peña Arnay, y el jefe de equipo, Carlos Gil, por una ronda por el puerto.

La sede policial cuenta con una sala de control desde la que se supervisa, a través de las 200 cámaras instaladas en otros tantos puntos de la infraestructura portuaria, cualquier movimiento que se produzca en el muelle, y una sala de crisis, en la que se trabaja en casos de emergencia.

Además, la Policía Portuaria dispone de cuatro vehículos 4x4, uno de ellos cardioprotegido; un furgón que se utiliza como puesto de mando avanzado (PMA) en caso de incidentes; dos coches; un furgón para logística; y una embarcación pequeña que se usa a diario en labores de vigilancia y control de mantenimiento.

Según detalla Agustín Ávila, cada servicio que se realiza en el muelle capitalino implica un recorrido cercano a los 100 kilómetros. En total, los policías portuarios de Santa Cruz tienen que vigilar unos 10 kilómetros de litoral, desde el muelle de La Hondura hasta la escollera de San Andrés.

El Día fue testigo en su visita de cómo la Policía Portuaria escoltó hasta la salida del puerto a dos vehículos de carga con matrícula extranjera, supervisada por el agente José Domingo Gutiérrez. Una actividad "habitual" para los agentes, pero que resulta importante para el tráfico portuario. También pudo comprobar ruta por el muelle de la lancha conducida por el policía José Medina.

Apuesta por la formación de los policías

El responsable de la Policía Portuaria, Agustín Ávila, destaca la "importante apuesta" que está haciendo la Autoridad Portuaria de Santa Cruz de Tenerife por la formación de los agentes portuarios. Indica que, en estos momentos, hay en marcha cuatro cursos. En uno de ellos, los policías se forman en prevención de riesgos laborales, por los accidentes que se pueden producir en el puerto. "Son pocos, pero suelen ser graves", reconoce Ávila. También se forman en mercancías peligrosas. "Las hay de lo más variopinto. Desde repuestos de una máquina de rayos X para el Aeropuerto Reina Sofía hasta un bote de pintura o los desechos de los hospitales", aclara. La formación también tiene como objetivo ampliar los conocimientos de los policías en servicios portuarios y en la protección de estas infraestructuras.