El Norte de Tenerife no ha perdido población en los últimos 30 años: entre 1988 y 2018, los 15 municipios de la comarca suman 35.168 habitantes más. Sin embargo, esa población se distribuye ahora de otra manera. Sube en Acentejo, el Valle de La Orotava y Daute, pero baja en el Noroeste, donde la Isla Baja tiene casi 3.000 vecinos menos, un descenso que se ha cebado especialmente con los núcleos más pequeños y alejados de Buenavista del Norte, Los Silos, El Tanque y Garachico.

Entre 2000 y 2018, el descenso poblacional es norma en prácticamente la totalidad de los caseríos y pequeños núcleos de medianías de la Isla Baja, la más alejada del área metropolitana.

En Buenavista del Norte, en lo que va de siglo XXI, Masca ha pasado de 129 a 88 habitantes; Teno Alto de 101 a 68 vecinos; Los Carrizales de 45 a 26, y Las Lagunetas de 78 a 36. También han perdido vecinos Las Portelas (de 392 a 294) y El Palmar (de 544 a 389).

En Los Silos, Tierra del Trigo pasó entre 2000 y 2018 de 356 a 313 vecinos, descenso que en el caso de Erjos fue de 126 a 109.

La parte tanquera de Erjos también perdió habitantes en ese mismo periodo: de 221 a 138. San José de los Llanos tenía 705 habitantes en 2000, pero el año pasado ya sólo quedaban 530. Ruigómez pasó de 456 a 351 habitantes.

En la zona alta de Garachico, la situación es muy parecida al resto de la comarca. La Montañeta pasó de 175 habitantes en 2000 a 158 en 2018. Aún más habitantes perdieron Genovés, que pasó de 809 a 603, y San Juan del Reparo, de 770 a 555.

La despoblación de estas zonas rurales más alejadas y con menos servicios contrasta con la pujanza de otras medianías norteñas con importantes núcleos poblados como Icod el Alto (Los Realejos), San José (San Juan de la Rambla), Ravelo (El Sauzal), Agua García (Tacoronte), La Guancha o los barrios altos de La Orotava, Icod de los Vinos o Santa Úrsula.

En el Norte de Tenerife aún no hay caseríos ni pueblos abandonados, como sí ocurre en la península, pero hay pequeños núcleos que pierden habitantes de forma paulatina desde hace años y, de no revertirse esa tendencia negativa, existe el riesgo de que terminen por quedarse sin vecinos en sólo unas décadas.