La Gerencia de Urbanismo del Ayuntamiento de Santa Cruz ha dado el visto bueno a la licencia de demolición de la conocida como Casa Amarilla de la calle Miraflores, el inmueble ruinoso que se sitúa en la confluencia de la calle con el puente Serrador, según adelantó ayer la concejal de Seguridad Ciudadana, Zaida González.

De esta forma, la empresa encargada de la demolición, Daltre, tendrá vía libre para echar abajo un edificio que hasta el pasado mes de abril tenía abierto un negocio, el bar La Granadina, a pesar de los problemas de seguridad que tenía la estructura.

Ahora, con la licencia de demolición otorgada, la corporación capitalina pega un acelerón en su plan de regeneración urbana, que está ejecutando en este ámbito sobre edificios que no están ni catalogados ni protegidos, según sus propios informes técnicos, a pesar de las diferencias existentes surgidas entre los criterios de Urbanismo y el área de Patrimonio del Cabildo de Tenerife sobre dos inmuebles ya demolidos en el ámbito de la calle Puerta Canseco, y que han terminado con la intervención de la justicia.

En cuanto a las condiciones de la licencia, la empresa encargada del derribo, Daltre, está obligada a presentar a la finalización de las obras un solar limpio de vegetación en las debidas condiciones de salubridad, prohibiéndose cualquier movimiento de tierras con vistas de una futura edificación.

La licencia exige que la cota interior del solar quede situada a nivel del rasante de la acera y los cortes del terreno debidamente consolidados, asegurando la estabilidad del viario público. Entre otras cuestiones técnicas, el ámbito de la parcela tendrá que tener un cerramiento adecuado con arreglo a la estética del entorno y un acceso para el mantenimiento del espacio, según las obligaciones contraídas.

Sobre la conocida como Casa Amarilla, Zaida González apuntó que la aprobación de la licencia para el derribo del inmueble supone "un avance vital para la regeneración de un área especialmente degradada en el corazón de Santa Cruz".

"Primero Puerta Canseco, ahora el edificio amarillo de Miraflores y seguiremos adelante con paso firme para recuperar, restaurar y ofrecer dignidad a un entorno público muy concurrido enclavado junto al puente Serrador y en la proximidad de inmuebles de indiscutible valor patrimonial como el teatro Guimerá, el Mercado o el TEA", apuntó la edil.

La ficha catastral de la Casa Amarilla señala que el inmueble fue construido en 1936 y que cuenta con una superficie construida de 2.423 metros cuadrados. El mismo tiene aprobado un uso comercial en planta baja y residencial en las superiores, dos plantas hacia la calle Miraflores y tres hacia Ramón y Cajal.

La revisión del PGO, aprobado en julio de 2013, establecía la suspensión de las determinaciones en ciertas áreas, ámbitos y sectores a la espera de una posterior tramitación.

Dicha tramitación fue aprobada en sesión plenaria de la corporación en noviemebre de 2017, al levantar las áreas pendientes en una de las cuales se sitúa esta edificación, que cuenta desde entonces con vía libre para un uso residencial.

Una demolición más que justificada

La concejal de Seguridad, Zaida González, valoró los pasos dados por el área de Urbanismo para la regeneración urbana del entorno de Miraflores, algo de lo que dijo que "no hay marcha atrás, ya que nos hemos propuesto que Miraflores deje de ser un mal recuerdo y emprenda un nuevo futuro urbanístico". Desgranó los problemas que presenta la Casa Amarilla desde el año 2000 y "el creciente riesgo para la seguridad", apuntando que "la demolición está más que justificada debido al mal estado del inmueble y a las complicaciones añadidas que presenta la parcela, con un riesgo objetivo para la seguridad estructural del edificio y viandantes y bienes". La edil matizó que el edificio no está en el catálogo de inmuebles protegidos, "ni el Cabildo considera que tenga valor patrimonial", por lo que descartó la existencia de problemas.