Luis Santana repasa con EL DÍA los temas de actualidad al cumplirse dos meses desde que está al frente de la Dirección de Puertos de Tenerife.

¿Cuáles serán las líneas estratégicas de su gestión?

Nuestros puertos cumplen dos funciones que desde este organismo público debemos asegurar. Por un lado, la obligatoriedad de garantizar el suministro de todo tipo de bienes a nuestra tierra, al millón de habitantes de esta provincia y a los millones de turistas que cada año nos visitan; por otro, aprovechar una importante oportunidad que, en líneas generales, es la de integrarnos en las cadenas logísticas internacionales para, mediante diferentes medios a nuestro alcance, generar empleo de calidad, valor añadido y riqueza a la Isla.

Con el suministro a la población garantizado, ¿qué medios hay para aprovechar esa oportunidad?

Siempre hemos contado con un puerto potente, el de Santa Cruz de Tenerife, pero cada vez más se requiere de unas instalaciones que se configuren como nodos logísticos de almacenamiento y, sobre todo, de redistribución de mercancías. Se hace imprescindible contar con una plataforma terrestre suficiente que permita la generación de valor añadido a las mercancías que llegan por mar. A esto hay que añadir incentivos fiscales y sociales a las empresas para competir con otros puertos, potenciar nuestras relaciones y posicionarnos como emplazamiento estratégico. Que elijan nuestros puertos en lugar de otros.

¿Cómo se concreta ese objetivo?

En el puerto de Santa Cruz solo tenemos una superficie terrestre de 300.000 metros cuadrados, distribuidos entre la Dársena Pesquera y el Muelle de Ribera de Los Llanos, para la implantación de empresas inscritas en Zona Franca Tenerife que, junto con las condiciones que ofrece la Zona Especial Canaria al sector empresarial, es una de las grandes herramientas para atraer inversión.

La alternativa está, obviamente, en la dársena de Granadilla...

Efectivamente. La dársena de Granadilla y, especialmente, el polígono anexo de seis millones de metros cuadrados nos dan la posibilidad de materializar esa oportunidad de la que antes hablaba. Es más, desde esta Autoridad Portuaria cuyo titular, Ricardo Melchior, es también presidente de Zona Franca Tenerife, estamos inmersos en las negociaciones para conseguir declarar Zona Franca una superficie de 600.000 metros cuadrados, el doble de la disponible en Santa Cruz cuya imposibilidad de crecer sigue marcada por la falta de terreno y las grandes profundidades a pocos metros de la costa.

De conseguirlo, ¿sería un factor determinante?

Sería, sin duda, el espaldarazo decisivo para la Plataforma Logística de Tenerife, o sea, puerto-aeropuerto-polígono industrial- y para la diversificación de nuestra economía. En un contexto de claras rivalidades, con instalaciones cercanas tan ingentes como las de Algeciras, en la Península, o las de Tánger-Med en Marruecos, debemos potenciar todo lo que nos hace realmente competitivos, operar bajo las premisas de un puerto europeo, con seguridad jurídica y financiera entre otros aspectos y ubicarnos en un nodo intermodal de transporte en el que la dársena de Granadilla tendrá, sin duda, incidencia en los tráficos con origen o destino en Tenerife, e, incluso en los que conectan Europa con África y Sudamérica.

Entonces ¿sigue siendo prioritario el trasbordo de mercancía?

Nunca ha dejado de serlo. No solo para los terminalistas, sino para la propia actividad del puerto. El trasbordo abarata el coste por contenedor y abre otras coyunturas que impulsarán una economía en tierra, vuelvo a referirme al polígono industrial, y la relación con los agentes vinculados al intercambio modal mar-tierra. Ahí debemos estar. Los buques portacontenedores son cada vez mayores, como los Triple E con capacidad para 18.000 teus, todo un reto para cualquier puerto. La competitividad también pasa por adaptarnos a esta realidad, al fuerte agigantamiento en esloras y calados de la flota mundial. En la dársena de Granadilla es factible. Es nuestra ocasión.

La Autoridad Portuaria ha hecho gala de la calma social en su comunidad portuaria como pieza indispensable en su gestión. ¿Cómo se mantiene el equilibrio?

Debemos garantizar transparencia e información a nuestra comunidad portuaria y al propio ciudadano. Es una tarea de mejora continua, con iniciativas como la encuesta de satisfacción a la comunidad portuaria recién concluida y cuyos resultados conoceremos en breve. La gestión correcta del dominio público también es decisiva, sin olvidar nuestra presencia en las organizaciones empresariales y la relación laboral con sindicatos, estibadores y empresas de nuestros puertos.

¿Y la relación puerto-ciudad?

Pienso que debemos mejorar nuestra permeabilidad con el uso ciudadano del frente litoral, manteniendo nuestro apoyo y colaboración en proyectos que unan los citados ámbitos y permitan al ciudadano conocer y acercarse a ciertas zonas del puerto y al mar.

¿Qué otros asuntos están actualmente sobre la mesa?

Son muchos. Desde la problemática a afrontar sobre ciertas zonas portuarias saturadas como Los Cristianos, donde es imprescindible avanzar en la coordinación con el Cabildo y el Ayuntamiento de Arona para la reordenación definitiva de sus tráficos rodados, hasta las posibles ampliaciones de los diques de los puertos de La Palma y La Gomera al llegar cruceros de mayor eslora, pasando por la implantación de sistemas de calidad que nos permitan configurarnos como puertos inteligentes y lo que esto supondría para establecer nuevas rutas. No podemos obviar el impulso a las relaciones internacionales, con la implicación de otras administraciones en una agenda comercial común y asumir compromisos en la mejora medioambiental, con la eficiencia energética del alumbrado público y el suministro de energía eléctrica a buques.