Winnipeg no ha agotado aún su recorrido, pues también trabaja para convertir la pieza en una película de animación dirigida por Elio Quiroga. Laura Martel, nacida y criada en el barrio palmense de Altavista, lleva desde los 17 años viviendo fuera de las Islas. Hace 9 años dejó un trabajo fijo en un banco para dedicarse, como ella misma define, a la "escritura de historias para ser contadas en imágenes". Winnipeg

Es usted socia de Más Mujeres, la asociación de mujeres del audiovisual de Canarias. ¿Qué le parece que en las ayudas del cine haya puntuaciones extra para los proyectos que incluyen mujeres?

El techo de cristal existe y hay que romperlo, hacen falta puños para hacerlo. Somos el 50 por ciento, igual de talentosas que los hombres y tenemos que estar en los mismos puestos. Lo veo bien.

¿Las historias se cuentan de forma diferente según el género?

Por supuesto. Hay que contar más historias de mujeres y contarlas nosotras mismas. Eso es riqueza.

¿De qué lugar se siente?

Soy canaria cien por cien. Nací y me crie aquí, me fui a Madrid con 17 años porque en las Islas no me podía formar en lo que yo quería. Poder irse es un privilegio, pero tener que hacerlo una desgracia.

¿Y, siendo canaria, por qué pronuncia las ces como los peninsulares?

Porque soy como Zelig, el personaje de la película maravillosa de Woody Allen. Acabo de volver del festival de Málaga y se me pegan los acentos.

En los últimos 30 años, ha vivido en muchos sitios, además de en Madrid.

En Nueva York, Londres, París, La Habana... Es que yo no he sido siempre guionista. Durante 15 años trabajé en un banco antes de retomar mi vocación, fue un salto con red. Llevo ocho años en esto. Fue por un poema de Pedro Lezcano.

¿Qué poema?

No lo recuerdo bien, pero venía a decir, "yo ya he posado lo suficiente para este cuadro, Dios, devuélveme a mi vida, porque llevo demasiados años crucificado". Y así fue, después de los 15 años y un día, como una condena por asesinato, dejé el banco. Solo por dinero uno no tiene que trabajar.

¿En ese tiempo tenía olvidada la escritura?

Nunca dejé de escribir, pero me olvidé de vivir de eso.

¿Cómo se considera profesionalmente?

Mi vocación es contar historias. Me considero escritora en imágenes, guionista y dramaturga, pero no hago literatura. El 23 de septiembre se estrena en Barcelona la pieza teatral Winnipeg, sobre un texto mío.

Sobre la misma historia que ha convertido en guion de cine para una película de animación que dirigirá Elio Quiroga.

Claro, porque todo viene de la novela ilustrada que escribí sobre la odisea real de Pablo Neruda para llevarse a una serie de refugiados españoles, que estaban en campos de concentración franceses durante la Segunda Guerra Mundial en Francia, y trasladarlos a Chile en un barco de carga que se llamaba Winnipeg. El cómic se publicó con dibujos de Antonia Santolaya en 2015. Esta historia ha sido como quien tiene un hijo listo que te va dando alegrías con el paso del tiempo.

¿Cómo le llegó la historia?

Se la oí contar de forma casual al embajador de Chile en Roma en una cena en mi casa, en Madrid. La había organizado porque unos amigos intentaban levantar una película sobre las últimas horas del presidente Salvador Allende.

¿Cómo logró encaminar los pasos hacia la escritura profesional?

Antes de dejar el banco, leí un artículo del director de cine colombiano Sergio Cabrera. Decía que el problema de la izquierda es que había enterrado los sueños, que tenía que recuperarlos. Escribí un pequeño cuento sobre esto y se lo mandé. Me contactó diciéndome que escribiera un guion sobre la historia, pues le parecía hermosa. Lo hice, el guion nunca se convirtió en película, pero hizo que empezáramos a trabajar juntos. En estos años hemos colaborado en dos largometrajes, una serie de televisión y unos cortometrajes.

Y justo ahora trabaja en su próxima película.

Sí, se llama La Seño, basada en la historia real de una profesora rural, en zona de conflicto en Colombia, que tiene que reconstruir un pueblo para que los niños puedan ir a la escuela.

¿ Tenía ya conocimientos técnicos de escritura de guiones?

La formación es fundamental para cualquier tema en la vida, el gran problema en España es que no se valora la formación. Antes de escribir mi primer guion, dejé el banco y me fui a estudiar, en primer lugar a Nueva York, pero también a La Habana, Chile y Madrid. Es verdad que nadie te puede enseñar a ser un buen escritor, pero la formación te evita cometer errores que pueden arruinar tu carrera como guionista.

¿Cómo se tomaron ese cambio radical de vida en su familia?

Me dio mucho miedo decírselo y tardé en hacerlo, de niña me inculcaron de forma insistente que debía buscar una carrera con salidas. Mi sorpresa fue que reaccionaron con la mayor naturalidad, todos me desearon mucha suerte. Un primo me recordó que de pequeña no paraba de contar historias, la realidad es que hago teatro desde los 13 años.

¿Aparte de con Sergio Cabrera, con qué otros directores ha trabajado?

Para el músico Michael Nyman he realizado una versión de la historia real en la que se basó Federico García Lorca para Bodas de sangre. A Nyman le fascinaba el cortijo de Almería donde ocurrió el crimen, que conoció personalmente. El espectáculo se llama Witnesses ( Testigos). De forma casual, pude acceder a los archivos de las declaraciones de los implicados en el crimen. La novia, una mujer totalmente inculta, hace una de las declaraciones de amor más bonitas que he leído nunca.

¿Qué dijo?

Que ella consideraba que quien iba a ser su marido era un buen hombre y lo quería, pero que con su primo le pasaba algo distinto, que solo con verlo se le alegraba el día, que la felicidad para ella era que lo iba a ver, estar cerca de él. Por eso toma la decisión de fugarse cuando él se lo pide.

¿Qué ha visto en el festival de Málaga que le haya gustado?

El inconveniente, con guion de Juan Carlos Rubio y Bernabé Rico. Es una comedia amable y deliciosa, con una estructura lineal, protagonizada Kitty Mánver y Juana Acosta. El cine español es fantástico, esperamos que sobreviva a esto y la gente vuelva a las salas.

¿Qué diferencia al cine bueno del malo?

El bueno es el que uno se sienta en una butaca y se olvida hasta de que lleva puesta la mascarilla.

¿Cuando inventa historias tiene en cuenta al espectador?

El espectador no es uno, el cine es diverso porque el espectador lo es. A quien tengo en cuenta es a los personajes, intento ser honesta con ellos y con la historia. Cuando escribo una historia pienso que si ésta me interesa a mí, habrá más gente a la que le interese.

¿Qué requisitos tiene que tener una historia para que le interese?

Lo que tiene que haber es honestidad y profesionalidad, hacer las cosas sabiendo lo que se hace, no para demostrarse nada, sino por el placer de contarla bien.

¿Ve cine?

Muchísimo, y lo suelo ver en el cine. Ahora menos, claro.

¿Y ve cambios en la manera de contar las historias?

Muchísimos. Las narrativas se van superponiendo unas a otras, no es que lo actual invalide lo anterior. Hoy se narra de una forma que el espectador no hubiera entendido hace 30 años. Por ejemplo, se pueden hacer unas elipsis temporales que antes no se podían hacer.

¿Las historias de ahora hay que contarlas con la narrativa actual?

Sí, pero hay que tener en cuenta que el cine puede no entretenerte, pero lo que no puede hacer es aburrirte, eso es imperdonable. Sin público nada de esto tiene sentido.

¿En qué afectan las nuevas plataformas televisivas a la escritura?

En salas de cine el espectador es cautivo, está frente a una pantalla donde se le proyecta una película sin posibilidad de alternativa. En las plataformas tiene algo terrible para los que contamos historias, un mando a distancia. Si le aburres, cambia.

Además, con tanta pantalla (móvil, tableta, ordenador, televisor) cuesta mantener la atención.

Por eso tienes que narrar de otra manera, tirando al espectador un anzuelo para captar su atención cada vez que sepas que puede despistarse. El espectador hoy no te da más de ocho minutos para que logres captar su atención al principio de una película, antes eran veinte.

¿Me puede nombrar alguna película que muestre una nueva forma de contar?

Me gustó Roma (Alfonso Cuarón, 2018), que narra dándole más importancia a las pequeñas cosas que al argumento. En España tenemos ejemplos en la manera de contar totalmente pioneros, como el caso de Josefina Molina con Función de noche (1981). Por desgracia, el cine español no se estudia mucho en las escuelas de cine.

¿España no da la importancia que merece a su cine?

La cultura es mucho más que las competencias de un ministerio, es lo que nos hace ser quien somos. El cine es la manifestación de una parte de esa cultura, fundamental como vehículo para contar historias, algo que venimos haciendo desde tiempos inmemoriales. Tú sabes la historia del lugar de donde eres porque te la han contado. Es una pena que no pongamos énfasis en la importancia que tiene contar nuestras propias historias.

¿A Canarias le importa su cine?

Apoyar los rodajes de fuera es maravilloso, que haya una industria beneficia a mucha gente, pero lo que percibo es que no se apoya que se escriban historias de aquí. Yo misma tengo un proyecto desde hace años en un cajón.

¿De qué trata?

De la Iglesia cubana de Las Palmas a finales de los años 50, Risistencia se llama. He hecho documentales hasta para los iraníes, pero mi pequeño cortometraje documental sobre mi ciudad ha sido imposible llevarlo a cabo, hasta ahora. Debería haber más apoyo a nuevos realizadores, cineastas emergentes, cortometrajistas.

¿No es raro que falte ese apoyo en las Islas en pleno siglo XXI, en un mundo tomado por el lenguaje audiovisual?

A lo mejor estoy equivocada, pero no veo que se apoye al pequeño creador y, sobre todo, no veo que haya apoyo para potenciar que se cuenten historias locales. Me consta que hay mucho talento y gente queriendo hacer cosas. Apoyarlo es fácil y no es caro.

¿De qué materia está compuesta un guionista?

Lo más difícil de escribir un guion es tener la disciplina para sentarte cada día a hacerlo. Los que te dicen que tienen un buen guion en la mayoría de los casos solamente tienen una idea en la cabeza. De ahí al guion hay un universo, el viaje es infinito y maravilloso, yo siempre lo disfruto.

¿Nunca lo sufre?

Si sufro, es como sufre el que se monta en una montaña rusa.

¿Qué otras cualidades son necesarias, además de la disciplina?

Adquirir la técnica, es decir, formarte. Después son importante la seriedad, ser riguroso con lo que estás contando, y la honestidad con la historia y los personajes. Los personajes solo pueden hacer lo que ellos hacen, no lo que tú quieres que hagan. Estas cualidades son necesarias solo para poder sentarte a escribir. Lograr un buen guion necesita un toque de inspiración y suerte que escapa a las reglas.

¿ Y el talento?

Es como una semilla maravillosa, pero en el cemento no va a crecer, necesitas todo ese trabajo previo para poder aplicarlo. Ah, también es necesaria la paciencia, porque los proyectos en cine pueden tardar 10 años en salir.

O no salir nunca.

O no salir.

¿Escribe en su casa?

Suelo escribir en espacios públicos, por ejemplo en la Biblioteca Nacional, porque ahí me suelo documentar, pero también lo hago en terrazas, cafeterías y, muchas veces, en el lugar donde transcurre la historia. Me he ido hasta a China a escribir. Y Winnipeg lo escribí en Isla Negra, Chile, porque trata de Pablo Neruda. Cuando escribo cosas contemporáneas, muchas veces grabo conversaciones de la gente en la calle.

Recomiende al lector una película con un guion estupendo.

En las escuelas de cine, el guion que estudiamos como el perfecto es Buscando a Nemo (Andrew Stanton, 2010), pero yo me quedo con el de La vida de los otros (Florian Henckel von Donnersmarck, 2006). El de Nemo es muy académico y funciona muy bien, pero este otro riza la historia de una manera magistral. Y trata de un tema que es la propia idea del cine: cómo la vida de una persona puede transformarse solamente con mirar. El cine es abrir una ventanita a otras vidas para mirarlas.