Centenares de soldados imperiales forman hieráticos mientras sus mandos miran, sumisos y circunspectos, hacia la nave que acaba de aterrizar. Cuando la puerta del transporte se abre, de entre el humo empieza a surgir la figura siniestra, armadura, capa y casco negros, de Darth Vader. Pero incluso antes de que la oscura voz de James Earl Jones rasgue el ambiente, la congoja inunda la sala del cine a los sones de la Marcha Imperial La banda sonora de Star Wars es una más en la prolífica carrera de Williams (que también es autor, entre otras, de las melodías de Superman, ET, Indiana Jones, Harry Potter y Star WarsSupermanETIndiana JonesHarry PotterTiburón), pero sin duda es la que más difusión ha tenido. Y pocos saben más de ella que Juan Urdániz, un profesor del Conservatorio de Oviedo que en 2016 defendió su tesis doctoral sobre esta banda sonora.

El currículum de Juan Urdániz Escolano (Zaragoza, 1977) impresiona por su extensión, su profundidad y su variedad. Es doctor musicólogo por la Universidad Pública de Navarra, además de licenciado en Historia y ciencias de la música por la Universidad de La Rioja. Tiene el título superior en Piano, en Música de Cámara y en Solfeo y Teoría de la Música por el Conservatorio Superior de Música de Navarra. Forma parte del grupo de investigación de la Universidad de Navarra Mythmaking y héroe: la creación de mitos y héroes a través de los relatos y de las narrativas mediáticas e imparte Historia de la música japonesa en un máster de la Universidad de Zaragoza.

En el conservatorio es profesor de la asignatura Repertorio con pianista acompañante. Por si fuera poco, es pianista y clarinetista en activo en varias formaciones y canta en el Coro de la Fundación Princesa, además de haber dirigido varias óperas y de haber compuesto bandas sonoras para dos cortometrajes. Escogió el análisis de la banda sonora de Star Wars para su tesis doctoral porque le gustan la saga cinematográfica de George Lucas y el estilo de John Williams. Siempre estuvo interesado en la función narrativa de la música y porque "lo serio, en el sentido de riguroso, no tiene por qué estar reñido con lo popular".

No están muy lejanos los tiempos en que las bandas sonoras eran consideradas un género menor dentro de la música. Básicamente, se pensaba en un mero recurso acompañante de las imágenes, de ciertas escenas, incluso sin una coherencia estructural entre las piezas del mismo filme. Los abundantes beneficios que solían llenar los bolsillos de los compositores musicales para el cine eran el lazo perfecto para envolver las bandas sonoras en el esnobismo. Sus autores, poco menos que traidores al espíritu artístico.

Hoy en día, sin embargo, la cosa ha cambiado bastante, y el género es apreciado por sí mismo. La música ha dejado de ser un elemento accesorio para ser un componente esencial de la historia que se quiere contar, y tiene una estructura definida y planificada. Además, sus compositores son gente reconocida, con los premiados con el Princesa de Asturias como dos de sus máximos ejemplos.

Urdániz explica: "Resulta que los compositores que trabajan para películas o series de televisión tienen un modo de ganarse la vida mucho más desahogado que los que se dedican a componer para salas de concierto, y tienen un alcance de muchísimos millones de personas. Sin embargo, había una impresión de que depender de la imagen es como venderse, no es auténtico, y algunos autores acabaron creyéndoselo. Pero es tan importante la música como el aspecto visual. Morricone y Williams, sobre todo el primero, han compuesto mucha música clásica, pero son mucho más conocidos por el cine, donde han conseguido plasmar la evolución que han tenido como artistas".

Revitalización del posrománticismo

El profesor aragonés se declara un admirador de siempre del estilo compositivo de Williams, que bebe directamente del lenguaje musical del posromanticismo, en la transición entre los siglos XIX y XX. Su uso de la orquesta está marcado por esa época, aunque esto no quiere decir que renuncie a elementos recientes ni que para determinadas obras no haya acudido a estilos más modernos. "Por ejemplo, en Images hay muchas cosas de los 70. Básicamente se trata de un autor con una formación muy extensa, que estudió en conservatorio e hizo carrera como músico de jazz, y tiene conciencia de que hay una historia de la música cinematográfica. Sabe adaptarse a las necesidades de la película y a las ideas que tiene el director", cuenta Urdániz.

Desde que escuchó la banda sonora de Star Wars por primera vez, el autor de la tesis percibió que "había mucho más intríngulis, era mucho más profundo de lo que podría parecer a primera vista. El tema de Darth Vader, la brillantez de las fanfarrias, los temas de los buenos...". Y se decidió a estudiarla. Su análisis es tan concienzudo que desmenuza cada fragmento musical de los episodios I a VI, acompañados de partituras para ilustrar la disección y de códigos QR para que el lector pueda escuchar la pieza concreta de la que se está hablando.

Una de las primeras conclusiones que se pueden sacar es que la saga de George Lucas supuso el regreso de la música sinfónica al cine. Tras el cine mudo, que se acompañaba de músicos tocando en vivo en la sala, la aparición en los años 30 de los grandes estudios trajo consigo la formación de enormes orquestas, para reforzar la imagen grandilocuente de Hollywood. Pero, progresivamente, la música popular fue ganando terreno, sobre todo con la irrupción a finales de los 40 del jazz. Seguía habiendo excepciones, pero no fue hasta el éxito de la primera película de la saga, en 1977, cuando muchos productores decidieron virar hacia películas de acción y aventuras familiares, hilvanadas con música sinfónica de estilo posromántico.

La trilogía, obra sinfónica clásica

Urdániz deja claro que su documento trata únicamente de las seis primeras películas: "Los episodios VII a IX y las películas spin off quedan fuera de la historia de caída y redención de Anakin Skywalker. Y, tras la venta de Lucasfilm a Disney, La guerra de las galaxias deja de ser obra de autor para ser producción de estudio". Pero hay diferencias evidentes entre la trilogía original, los episodios IV a VI, y los filmes realizados posteriormente, que están ideados como precedentes.

Para las primeras películas, expone Urdániz, Lucas siguió un proceso artístico más formal, más clásico. Se trataba de un ejercicio consciente de vuelta al estilo narrativo del cine de la edad de oro de Hollywood. "En particular", describe el autor en su tesis, "presenta el concepto de construcción y crecimiento a partir de un punto inicial tanto en la situación personal del protagonista como en el contexto en que se desarrolla la acción". De igual modo, los temas musicales se desarrollan a partir de la versión expuesta en primer lugar: "En la trilogía clásica, la forma sigue el esquema de sonata clásica".

Sin embargo, en las precuelas, sin ninguna presión económica ni miedo a la crítica, tras el fabuloso éxito de las primeras entregas, Lucas "se desmelenó". Explica Urdániz: "Se permite romper con los esquemas y experimentar, según su gusto. La trama y el drama también son más complejos, con múltiples subtramas, personajes con identidades dobles, misterios... Propio de la concepción trágica, se produce una construcción hacia puntos concretos de la historia. El acercamiento en el plano musical también es diferente (...) No se construye 'desde' sino 'hacia'. Van apareciendo motivos o células que se combinan y desarrollan llegando, en los momentos climáticos, a la exposición más similar a la paradigmática. Hay mucha más música atmosférica y segmentos que se limitan a la caracterización de un evento o lugar".

El 'leitmotiv'

Una de las características de la banda sonora de Star Wars es el leitmotiv, esto es, la identificación de un tema con un personaje, un lugar o una idea. Un elemento procedente de la ópera que John Williams incorpora con profusión, siguiendo la estela de Wagner. Urdániz matiza que "lo importante no es solamente que cada personaje, o evento, o contexto tenga una música característica, sino que si cambia el personaje por el desarrollo dramático también varía la música".

El Tema de Luke fue aumentando su importancia dentro de la saga hasta pasar a ser, a todos los efectos, el Tema de Star Wars. Tampoco se puede decir que haya una versión típica de Luke, porque va cambiando casi cada vez que se escucha. Algunas características lo hacen reconocible, pero cambia alguna nota suelta, algún instrumento... o sube de ritmo porque la acción es más frenética. En opinión de Urdániz, "el Tema de Luke suena durante los créditos de inicio con unos saltos ascendentes, con instrumentación de viento y metal muy brillante y sensación de limpieza. El movimiento es hacia notas cada vez más agudas, provocando sensación de ir hacia adelante, hacia arriba, de aspirar a más".

El que el autor llama Motivo Imperial es lo que el propio John Williams ha denominado Tema de Darth Vader. En realidad, no aparece hasta la segunda película, El Imperio contraataca. En la original, Una nueva esperanza, el compositor se centró en el héroe y en la princesa, que por cierto se aleja del estereotipo de damisela en apuros, es una guerrera. Leia tiene su propia música, delicada, como la tiene también La Fuerza, con unos sones que representan el misterio. "La Marcha Imperial remite inmediatamente a una marcha militar, y la repetición continua de una misma nota denota más inmovilidad", comenta Urdániz.

La función narrativa y la coherencia, como se ha dicho, son dos elementos claves en el trabajo de Williams. Así, las notas que caracterizan las apariciones de Darth Vader cambian por completo cuando se redime en el episodio VI, El retorno del jedi. Lo narra Urdániz: "Cuando el emperador está torturando a Luke y Darth Vader decide abandonar el lado oscuro y se sacrifica no se escucha la Marcha Imperial, sino el Tema de la Fuerza, de los jedi. Una vez más, la música de Williams te cuenta lo que está pasando".

Las diferencias entre las dos trilogías también son palpables en los leitmotiv. Así, en las películas antiguas, el tema de cada personaje se presenta en su integridad la primera vez que aparece, y se desarrolla a continuación. Sin embargo, en las precuelas, cada acción del personaje va acompañada de un fragmento del tema, que solo suena en su plenitud en el momento clave.

Juan Urdániz ya ha tenido la ocasión de presenciar a su maestro John Williams dirigiendo, nada menos que a la Filarmónica de Viena en la capital austriaca el pasado mes de febrero, pero suspira por ver juntos a Williams y a Morricone en para recoger el Princesa de Asturias. "Sería algo realmente histórico", asegura, aunque las medidas de seguridad que se intuyen en la "nueva normalidad" complican mucho que tenga lugar el acontecimiento.