Está claro que no todo el mundo atravesó de la misma manera la convulsa década de 1960. Cuando Londres era un río de ácido, multicolor y psicodélico, la mayoría de sus habitantes veían aquella ola revolucionaria como una sorprendente curiosidad. Otros, sin embargo, miraban desde la puerta. Sin atreverse a entrar pero sin resignarse a quedar al margen. El maestro David Lodge (1935) había publicado ya cinco títulos, entre otros La caída del Museo Británico, cuando en 1980 presentó este Almas y cuerpos que, en su edición británica, se titulaba algo así como ¿Hasta dónde puedes llegar? Tomen a un grupo de estudiantes católicos a principios de los 50 y síganlos hasta fines de los 70, mientras la Iglesia les dice que nada de píldora ni de aquello de las relaciones prematrimoniales. Y dispónganse a reflexionar mientras ríen y ríen y ríen. Que les vendrá de cine.