"Escucha Gus, no sé lo que te dijo tu padre, pero el mundo enfermó. Enfermó muy rápido. Y no pudimos detenerlo". Son las palabras que el científico Singh le dice al protagonista de esta historia, un niño mitad humano-mitad animal, sobre la repentina muerte de casi todo el planeta debido a un virus de origen desconocido.

¿Les suena, verdad? Y no, no es que la paranoia del coronavirus lo esté contaminando todo en estos momentos. No, sino que Sweet Tooth, como se llama esta obra, demuestra que el tema de las pandemias ha estado -y sigue estando- presente en el noveno arte de una manera persistente. A esto hay que añadir que este singular trabajo es uno de los cómics más completos y recomendables del siempre genial Jeff Lemire, uno de los autores más prolíficos y visionarios de los últimos veinte años dentro de la industria norteamericana, del que siempre hemos dado buena cuenta de todas sus realizaciones publicadas en nuestro país hasta el momento.

Pues bien, volviendo a Sweeth Tooth se puede afirmar que esta distopía en la que unos pocos supervivientes tienen que salir adelante en un planeta casi desierto, y en el que, después de la infección, los recién nacidos adquieren esta forma híbrida entre hombre y animal, deja en ridículo a otros títulos tipo The Walking Dead en cuenta a análisis y profunda reflexión sobre el casi siempre errático comportamiento humano.

Con su estilo muy marcado y detallista, la obra tiene un inicio un tanto desconcertante para los seguidores del genio canadiense puesto que el autor de Black Hammer cae -intencionadamente, dicho sea de paso- en una serie de tópicos de la novela gráfica más edulcorada y previsible al presentarnos a un niño con cuernos de ciervo, temeroso y asustadizo, que vive junto a un padre borracho, déspota y enfermo, en un entorno inhumano ya que ambos se encuentran solos y desprotegidos en una cabaña en medio de un bosque de la que no salen por el miedo a unos misteriosos posibles peligros externos .

Pero esto dura unas pocas página porque, inmediatamente, el lector se verá absorbido por una serie de acontecimientos trepidantes donde el antagonista, Jepperd, un hombre rudo pero aparentemente de buen corazón, adquiere casi toda la relevancia. La obra se mueve por tres argumentos paralelos. Por un lado, la acción real que muestra los peligros en los que viven los dos personajes para llegar a la reserva con los supervivientes y donde existen un oscuro comercio con los niños que lidera el siniestro Abbot. Por otro lado, el pasado de ambos protagonistas antes de que ocurriera el Apocalipsis. Y, finalmente, las dudas del propio niño en este infernal entorno y más aún, teniendo en cuenta, que el doctor Singh le ha revelado que él es la única esperanza de la humanidad.