¿Qué aborda en ese poemario recientemente galardonado?

Hace años visité la ciudad de Soria, por primera vez a plena conciencia y con un cuaderno en mano. Ese es el origen del libro, la estela de vivencias de un viaje contra reloj para visitar los paisajes de la poesía de Machado en tiempos de Internet. La mayoría de los poemas suponen un peregrinaje a los mundos del poeta. Además, desde la perspectiva de un escritor insular, durante años fui residente de los campos de Castilla, las imágenes de la meseta afianzan nuestra condición atlántica. Ya le pasó al pintor Juan Ismael, que empezó a pintar el mar de las islas estando en Madrid. El libro premiado habla de Collioure y de las ciudades de Machado ya casi un siglo después de su muerte. Mis primeras lecturas de Machado las recuerdo muy bien, cuando llevaba a las escalinatas de la Universidad de La Laguna un volumen de su poesía completa antes de comenzar las manifestaciones contra las leyes de Aznar. Su poesía ha estado cerca de mi periplo como autor.

México siempre ha sido una referencia para la intelectualidad española. ¿Así la ha transitado usted?

Sigue siendo el país de acogida para los exiliados. La experiencia de vivir en América Latina forma parte de la propia identidad canaria, del devenir de nuestra historia. He conocido aquí a poetas de la guerra de los Balcanes o de Irán y Centroamérica que dan fe de la solidaridad del pueblo mexicano. Lo dijo el poeta español Pedro Garfias cuando viajaba en los barcos del exilio republicano: ahora es México quien nos conquista a nosotros. En estos momentos se vive en el país un escenario de cambios importantes por la cuarta transformación del gobierno de López Obrador y sostengo que España tiene una deuda pendiente y que es necesario potenciar el puente cultural y de intercambio entre ambas orillas. Yo aprendo todos los días de un panorama literario y artístico mexicano que representa una continua invitación a la creatividad, desde los autores que están revitalizando las lenguas indígenas al movimiento plural de mujeres mexicanas que reivindican con dignidad el papel femenino en todos los ámbitos de la sociedad.

¿Su exilio es algo asumido?

Como a muchos canarios durante siglos, los países de América fueron el segundo hogar y para toda la vida. He decidido naturalizarme mexicano por coherencia y agradecimiento ante la oportunidad de poder desarrollar mi labor cultural plenamente. En las Islas se llegó a un punto de no retorno; parte de mi generación quedó devastada por un monocultivo turístico irreversible que no entiende de cultura ni de arte. Es otro modo de exilio. Si antes era por represión y por carencias, ahora la emigración canaria se asoma para reivindicar el derecho a la utopía y construir puentes de diálogo entre culturas. Las instituciones de las islas no han estado a la altura de las nuevas oportunidades de intercambio que favorece nuestro enclave tricontinental y se han dedicado a invertir en la ficción del escaparate de sol y playa. De hecho creo que habrá en las islas de la Macaronesia, Guinea Ecuatorial o en el Caribe nuevos destinos para los canarios que aspiran a seguir los pasos alternativos de un mundo mejor y sin fronteras.

¿Recuerda qué llevó en la maleta?

Un libro de Galdós y una camisa casi nueva, como en el poema de Pedro Lezcano. Al llegar a México encontré un enorme interés por la cultura canaria. Las Islas siguen destilando un exotismo entrañable en toda América. Incluso en una ciudad como Nueva York nuestro acento genera una expectación infinita. El parentesco con la cultura caribeña y la pertenencia a Europa, junto a nuestra geografía africana, ofrecen un imaginario de novedades permanente. He tenido que regresar a las Islas y volver con más libros y más contactos de cara a futuros proyectos de trascendencia vital para que no sigamos de espaldas al verdadero continente del idioma español.

¿Acaso Galdós representa el mejor paradigma del insular cosmopolita y universal?

Ahora que se celebra el centenario de Galdós tenemos la oportunidad de reivindicar la pertenencia de su figura tanto a las islas como al idioma. Hace poco, en la universidad de Boston, pude dar una conferencia donde defendía la idea de que Galdós escribía igual a como se tiene el mar en las islas; la vida transcurre en sus novelas de modo natural. Su mirada es la del insular cosmopolita y universal, esencialmente canario. El destino del creador insular es trascender su horizonte y conectar infinitos. Así ha sucedido durante siglos, de Antonio de Viana a Manuel Padorno. El mito constituye el aura de las Islas; somos volcán entre los azules milenarios de la historia.

¿La poesía es militancia?

La poesía ha sido en todas las culturas una forma de militancia a favor de la vida y la libertad. Por ejemplo, los poetas de la generación surrealista en Tenerife significaron una de las expresiones más genuinas de la lucha por los valores de ciudadanía universal y en Gran Canaria, los exponentes de la revista Planas fueron los primeros en romper el silencio impuesto por la dictadura; casi todos sufrieron consejo de Guerra. Ahora que el Ayuntamiento de Madrid retiró un poema de Miguel Hernández y que ha muerto Ernesto Cardenal en Nicaragua es el momento de que los poetas pasen a la ofensiva por una sociedad más justa y solidaria.

Y el oficio de escribir, ¿supone una estrategia contra la soledad?

No hay soledad mejor que la de escribir. Realmente estamos con nosotros mismos y en los otros a la vez durante el tiempo de la escritura. El lenguaje es mucho más que un medio de comunicación y por eso los libros son el espejo de la humanidad. Autores como Fernando Pessoa, Nicanor Parra, Whitman o Virginia Woolf convirtieron su soledad en una multitud de voces que pueblan la experiencia de la vida. Yo no entiendo la posibilidad de una vida completa sin el duende de Federico García Lorca o la soledad del premio Nobel caribeño Derek Walcott, una soledad sembrada de arcoíris.

¿Está resuelto a seguir recitando utopías?

Nos va la vida en ello; provengo del sur turístico de las Islas y desde mi particular mezcla de ascendencia árabe y canaria, en la poesía encontré un modo de sobrevivir ante el consumismo y el desarraigo. Este año, especialmente, estoy resuelto a renovar uno de los proyectos más interesantes en los que he tenido la oportunidad de participar, junto a David Guijosa y Acerina Cruz, poniéndole voz a esa brillante generación de escritores canarios nacidos en la ciudad turística. La poesía de los tres transmite la experiencia de vivir en Canarias en su historia más internacional, en el planeta del turismo de masas.