El colombiano Juan Carlos Botero, como tantos otros narradores, nunca ha acabado de creerse del todo la fragilidad juanramoniana atribuida a la rosa. De ahí que cuando, hace poco, le tentaron a reeditar Las ventanas y las voces, abordase con ímpetu la labor de retocar estos siete relatos que habían visto la luz primera hace dos décadas. Botero (1960) puso de nuevo su voz firme y rica, su ojo y oído afilados y su sutil ironía al servicio de unas piezas cuyo nexo es el protagonista, tomado en diferentes momentos de una vida. El resultado es un políptico pintado con tonos de fragilidad vital, caducidad, angustia, sueños y pesadillas que lleva al lector desde las sabanas de África hasta la violentísima Colombia de las dos últimas décadas del siglo XX, pasando por ténebres descensos a los infiernos del desamor o radiografías de las obtusas élites de su país. Un felicísimo rescate.