Además del concepto antropológico, que abarca a todas las actividades que realizan los seres humanos, otro concepto de lo que es cultura es deudor de la experiencia. Es al que se refería Ortega y Gassett cuando, después de haber llevado a cabo en un trabajo de campo decenas de entrevistas a campesinos de las zonas más deprimidas del medio rural español, en los años 30 del siglo XX, comentó a uno de sus interlocutores: "¡Que cultos son estos analfabetos!". Se refería a los amplios conocimientos de aquellas gentes en la flora y la fauna, la siembra y la cosecha, la meteorología, y en general en los aspectos relacionados con el conocimiento de la naturaleza.

Sobre la cultura entendida en su concepto más amplio trata el último libro escrito por el filósofo José Antonio Marina y el historiador Javier Rambaud, Biografía de la humanidad. Historia de la evolución de las culturas (Ariel), uno de cuyos objetivos es recordar que todos los pueblos formamos parte de una única humanidad. Y que la historia de esta humanidad está formada por hechos ejemplares y acontecimientos extraordinarios, junto a otros violentos, que a veces se dan de manera simultánea porque, como escribió Walter Benjamin, "No hay documento de cultura que no sea al mismo tiempo de barbarie". La Capilla Sixtina y las sinfonías de Beethoven, la guerra de Siria o el enfrentamiento entre hutus y tutsis tienen su origen en una misma cultura, la cultura de la Humanidad. Como eje sobre el que se desarrolla el contenido de este libro los autores destacan que a lo largo de la Historia a los humanos nos han definido las herramientas de dos tipos: físicas y mentales, unas son tecnologías materiales y otras tecnologías de la inteligencia.

La evolución de la cultura ha tenido a lo largo de esa Historia un objetivo claro: la búsqueda de la felicidad, la satisfacción de placeres físicos y espirituales. Los autores distinguen entre la felicidad subjetiva (personal) y la objetiva (social). La humanidad ha perseguido culminar ambas formas a través de la cultura y los autores analizan esa búsqueda desde la aparición de los primeros homínidos y sus manifestaciones culturales (las pinturas rupestres, simultáneas a la fabricación de las primeras armas y utensilios) hasta los últimos acontecimientos del siglo XXI. La evolución de las culturas se basa en aquello que ha diferenciado a los hombres de los animales, la capacidad de elaborar un pensamiento simbólico cuya culminación es el lenguaje y la escritura. Una evolución cultural que ha tenido hitos decisivos que aquí se estudian con detalle: el sedentarismo, el comercio, el Derecho, la aparición de las ciudades, los imperios€ que dieron lugar a la aparición de los poderes político, militar, económico€ que a su vez desencadenaron guerras y enfrentamientos que en muchos casos, pese a todo, fueron también motores de progreso. Se estudia también aquí de manera minuciosa la influencia del poder religioso (cristianismo, islamismo, budismo) en la evolución histórica de las culturas, en las sociedades y en la mentalidad de los ciudadanos.

Uno de los temas que se abordan es también otro de los motores de la historia, la pasión por el poder, que impulsó la creación de grandes organizaciones culturales, económicas y políticas, desde los imperios y la aparición de las naciones y los estados a las dictaduras totalitarias. Las revoluciones que agitaron el mundo desde el siglo XIX y un nuevo pensamiento encarnado por la Ilustración, así como las nuevas condiciones de vida facilitadas por el progreso industrial, dieron paso a un nuevo mundo en el que aparecen formas inéditas de organización económica y política, desde el capitalismo y el comunismo hasta los nacionalismos que liquidaron antiguos imperios en los enfrentamientos de las dos guerras mundiales. Los siglos XX y XXI son testigos también de la aparición de nuevas formas de organización cultural, como los procesos de descolonización, la globalización y el internacionalismo o la universalización de los derechos humanos, así como de nuevas formas de manifestación de la libertad como el feminismo y la liberación sexual, que han forjado una nueva idea del progreso cultural.

Una de las virtudes de este libro es que no se detiene en la evolución cultural de Occidente sino que, superando el eurocentrismo que caracteriza a muchos estudios sobre la cultura, se ocupa también de su evolución en las civilizaciones orientales (China, India, Japón), africanas y americanas, desde los mayas, los incas y los aztecas y otras manifestaciones minoritarias, hasta las actuales instituciones y formas de vida de los países más avanzados.