¿Secuestros? Pues claro. ¿ Snuff? Por supuesto. ¿Mujeres de rebajas? Es consustancial. ¿Drogas? ¡Buff! Estamos en México, el del siglo XXI, el que a las ancestrales mordidas y a la miseria inmemorial ha añadido la sangre del narco y las montañas de cadáveres de la guerra al narco. Un México que en la pluma, curtida, medida y afilada, de Iris García Cuevas (1977) es tanto un escalpelo como un escáner o el espejo que refleja el revés de las mentiras oficiales. Ojos que no ven, corazón desierto alberga una asombrosa, y dolorosa, colección de doce relatos con sorpresa que son otros tantos cortes axiales a las entrañas de una sociedad podrida. Más podrida aún de lo que imaginan. Y la sutil precisión con la que los conduce Iris García los eleva a la categoría que solo alcanzan las mejores narraciones negras: la del diagnóstico universal. Empiecen el año con doce puñaladas.