El director del Festival Internacional de Música de Canarias (FIMC), Jorge Perdigón, acompasa el tiempo hasta el comienzo de esta cita musical, el próximo 9 de enero.

A poco menos de un mes para que suene la primera nota, ¿siente ya los nervios del estreno?

No. Ahora quizás un poco más de estrés, porque acometemos el trabajo que nos permitirá afrontar el Festival con tranquilidad: logística, administración, la licitación... Es lo que toca.

Superado el contrapunto de una etapa convulsa, ¿le sorprendió mantenerse como director del Festival pese al cambio de signo político del Gobierno?

No estaba preocupado por eso, sino por quiénes iban a tomar las decisiones importantes y, afortunadamente, son músicos. Por ejemplo, en la presentación en Gran Canaria de la actividad Sigue la música estaban junto a mí el viceconsejero, el director general y la subdirectora del Conservatorio. Y es muy raro que una propuesta de este tipo sea presentada por personas ligadas al sector.

¿Existe armonía?

Sí, y sobre todo entendimiento. Hay diferentes direcciones y líneas que debemos armonizar para encontrar una melodía clara, eso es evidente. Realmente, tras tomar posesión de sus cargos, no tuvieron apenas tiempo para más y asumieron la propuesta que les presenté. Supongo que ya será en la próxima cita cuando le den al Festival su propio tono.

¿Considera que está más afinado en esta programación?

Diría que resulta peculiar por la cantidad de orquestas relevantes que figuran en el cartel. Esta edición se ha construido con cierto riesgo, pero considero que era asumible. Nuestro festival siempre va con un cierto retraso y tuvimos la fortuna de encontrarnos con un abanico de posibilidades y también con el hecho de que las orquestas manifestaron su firme deseo de venir a Canarias y han puesto todo de su parte. Se han unido muchas circunstancias que han hecho posible presentar este programa.

¿Cuestión de fortuna?

Sí, creo que sí, porque a veces te pones a buscar de manera casi ansiosa una programación determinada y, al final, la experiencia te dice que es bueno que intentes alcanzarla, pero sin perder nunca de vista las opciones.

La logística para mover orquestas desde Europa hasta el Archipiélago y entre las islas, ¿está a la altura de una cumbre del clima?

No, eso son palabras mayores. Pero en este caso es verdad que hay varias formaciones que vienen directamente desde su país, como la Philarmonia, París y la Danesa, que intervienen en el Festival y regresan a sus casas, es decir, Canarias no representa una parada en sus giras. Pero incluso económicamente no es más caro. La tarifa de los billetes de avión y el traslado de los instrumentos hasta las Islas desde Madrid o París ya cuesta prácticamente lo mismo. Eso nos crea un sello de exclusividad para el futuro, sobre todo cuando podamos invertir en promociones de cara al público peninsular.

¿La ciudadanía debe entonar con orgullo el nombre del Festival, sentirlo como algo suyo?

Es el fundamento principal. Es más, incluso aunque no acuda a las salas. Hay personas que no se sienten identificadas con este tipo de música, lo que no excluye que consideren la importancia que representa el Festival para Canarias. Lo de la ciudadanía es básico. Por eso impulsamos una actividad como Sigue la Música y desarrollamos una parte formativa. Nos acercamos a las personas, sin esperar que ellas vengan a nosotros, ya sea en una cafetería, al aire libre, en el Paraninfo de la Universidad... Estamos intentando que la ciudadanía y los responsables políticos adviertan que el Festival es capaz de estar vivo a lo largo del año, desde octubre hasta junio.

Siempre se ha vendido esta cita musical como un polo de atracción para el turismo, pero...

Hay que hacer una buena inversión. Si el público extranjero, por ejemplo del centro de Europa, conoce poco o nada la existencia del Festival no pretendamos que vengan en masa. Tenemos sobre la mesa un proyecto para trabajar con la Consejería de Turismo, a largo plazo. Primero, con una gran promoción en casa, después a nivel nacional y, por último, a escala internacional. No necesitamos mucho más. Creo que la programación es lo suficientemente contundente por sí misma para provocar interés.

¿Cómo entonan los managers de las orquestas?

La salud económica de un Festival depende mucho de las negociaciones. Evidentemente se trata de empresas y buscan la mejor rentabilidad. Sería curioso que el público pudiera ver y seguir los pasos de una negociación. A veces parece un bazar, con un precio de salida, que tú tasas más bajo, hasta llegar a un punto de encuentro.

¿Y si se complica la jugada?

Pues levantar la carta, plantarte y decir: hasta aquí llego. Pero todo depende. Hay managers, la mayoría, que desean trabajar con nuestro Festival o también orquestas que premian a sus músicos con un viaje a las Islas en los meses de enero y febrero. Las negociaciones, unas veces salen mal y otras, algo mejor.

¿El presupuesto sigue igual?

Para esta edición se ha incrementado en un 7%, al recibir más aporte del Gobierno de canarias, y también hemos aumentado el peso de los patrocinadores privados, uno de nuestros objetivos, hasta un 20% del total. Y asimismo hemos sumado más actividades paralelas, hasta una treintena, que se añaden al cartel de los 49 conciertos.

¿Qué tal va el ritmo de la campaña de abonos?

Estamos llegando al 6% de incremento con respecto a la edición anterior, alcanzando ya los 870. No creo que logremos la cifra de los 900, pero estamos recuperando registros de 2015 y 2016.

¿La media de edad del público representa un hándicap de futuro?

Considero que la estamos cambiando, sobre todo por el proyecto con los conservatorios. El primer año se generaron ciertas dudas, el año pasado alcanzamos un 90% y para este, dentro de dos o tres semanas se agotará el pack de abonos para los estudiantes de música.

Las dos orquestas canarias no están en el programa porque sí...

En modo alguno. Son seres vivos y nunca están en el mismo sitio. Es difícil que un titular permanezca más de una década en la misma formación. Creo que ambas orquestas, porque en Canarias todo es divisible por dos, están a muy buen nivel, pero todo depende de la ilusión que se cree.

¿Y nuestros directores?

Programan sus repertorios pensando en la orientación que quieren dar a sus temporadas. Siendo músico y sabiendo eso, debemos estar en contacto y llegar a un consenso. Para la Filarmónica de Gran Canaria un director como Inbal suena fantástico y a la Sinfónica de Tenerife, Wagner le viene como anillo al dedo para el homenaje.

¿Los canarios tenemos una sensibilidad especial para la música?

Creo que el interés que existe por la música en Canarias es algo digno de investigar y además de manera científica, en las universidades, porque se trata de un comportamiento que nos sitúa a la cabeza del país. Y no lo digo por el número de estudiantes de los conservatorios, sino por la cantidad de profesionales que hay.