Un superviviente del cayuco que llegó a El Hierro en abril del 2021 con 4 cadáveres y 19 personas vivas manifestó en sede judicial que, en las más de dos semanas que estuvieron sin comida ni beber agua potable, llegó a ver que una persona que había estado atada a la embarcación llegó a tirarse al mar en su desesperación.

Las fuentes consultadas explican que algunas personas se atan de manera voluntaria al cayuco para así evitar caer al mar por el oleaje. Pero, en otras ocasiones, son los patrones de cada barco quienes atan a aquellos ocupantes que les pueden generar problemas, por ejemplo.

Así se reflejó durante la práctica de las pruebas testificales en el juicio contra cuatro patrones del mencionado barco que estos días se celebra en la Sección Segunda de la Audiencia Provincial. La fiscal delegada de Extranjería y Trata de Personas en Santa Cruz de Tenerife, Carolina Barrio, solicita para los implicados un total de 20 años de prisión.

Al menos dos testigos aseguraron que un total de 49 personas se subieron al cayuco en Nuakchot. Pero, diecinueve días más tarde, un pesquero halló la embarcación de fibra a una gran distancia al sur de El Hierro con cuatro cadáveres y 19 supervivientes. Las restantes murieron en la embarcación y sus cuerpos fueron tirados al mar, o bien se lanzaron desesperadas al océano.

El capitán del pesquero que localizó el cayuco relató un dato relevante a los investigadores de la Unidad Contra las Redes de Inmigración y Falsedad Documental (UCRIF) de la Policía Nacional que investigaron el caso. Cuando se aproximaron a la embarcación mauritana de fibra, dieron algo de agua y comida a algunos migrantes. Pero estos no compartieron esos productos con las demás personas subsaharianas.

Curiosamente, esos mismos cuatro individuos fueron los últimos en ser rescatados del cayuco por los helicópteros que transportaron a los supervivientes a Tenerife. El motivo es que, con diferencia, era los que mejor estado de salud presentaban y su evacuación era la menos urgente.

Los patrones se quedaron con el agua y la comida

Cuando los profesionales de la UCRIF tomaron declaración a los supervivientes que, de forma libre y voluntaria, se prestaron a ello, todos coincidieron en que quienes habían ejercido de patrones durante su penoso viaje eran, precisamente, los que se quedaron el agua y la comida del pesquero, así como los últimos en ser llevados a Tenerife.

El reconocimiento de dichos individuos se efectuó sin ningún género de dudas por los testigos. Además, a dos de los ahora juzgados se les intervinieron sendas mochilas. En una había 17 teléfonos móviles y documentación, mientras que en otra aparecieron otros ocho terminales, así como papeles de personas que no eran suyos.

En los primeros días del viaje había cinco patrones, pero uno de ellos falleció en la travesía. Todos los implicados se turnaron en las tareas de controlar el timón, utilizar el GPS (localización por vía satélite) y en guardar y distribuir la comida y bebida.

Cuando iba a subir al cayuco, uno de los testigos llevaba la comida y bebida que había comprado para el viaje. Sin embargo, uno de los patrones le manifestó que no era necesario que llevara esa carga, pues ellos ya llevaban suficiente comida y bebida para la ruta.

En realidad, según señaló otro de los supervivientes, solo tenían cuscús, galletas y agua. Toda esa comida y bebida duró cuatro días. Y, al mismo tiempo que se acabaron los víveres, se agotó también la gasolina. A partir de ese momento, solo hubo hambre, sed y desesperación, sobre todo para quienes no ejercían como patrones.

El inspector de la UCRIF de la Policía Nacional aclaró que a ningún posible testigo se le ofrecen beneficios legales para permanecer en España a cambio de que identifique a quienes ejercen de jefes en las embarcaciones.