Muere Ponce ‘El Curandero’, que mató a su hijo y su hijastra en Tenerife

A finales del año 2011, Tindaya y Joseba aparecieron muertos por asfixia en una casa

Por el filicidio fueron condenados su madre y Jesús Cristo, padre del niño

Jesús Cristo Ponce durante el juicio en octubre del 2013

Jesús Cristo Ponce durante el juicio en octubre del 2013 / El Día

Santa Cruz de Tenerife

Hay palabras de dolor que cuesta olvidar. Una tarde de diciembre del 2011, en una esquina del barrio de Vistabella, en Santa Cruz de Tenerife, una abuela gritaba: «¡Ay, que ya la loca mató a la niña!». Y, a su lado, el padre de la menor la llamaba, desesperado, una y otra vez: «¡Tindaya!».

A pocos metros, en la cama de una habitación de una casa terrera de la calle Primero de Armenia, los cuerpos de dos menores, Tindaya y Joseba, yacían sin vida tras ser asfixiados por su madre días antes.

Por el doble asesinato fueron condenados la progenitora de ambos, Sonia Prieto, y el padre del niño, Jesús Cristo Ponce López, alias Ponce El Curandero.

El pasado 16 de abril, Ponce falleció en un hospital tras salir de la cárcel por una enfermedad terminal. El mote por el que era conocido se debía a que, durante algún tiempo, atendía a personas con algún tipo de problema y les ofrecía remedios alternativos a la medicina y la psicología.

Conmoción

El filicidio de Vistabella conmocionó a la sociedad tinerfeña y canaria a finales del 2011. Tindaya tenía 11 años y Joseba, cinco.

Casi dos años después, un Tribunal del Jurado consideró a los dos procesados culpables de asesinato con las agravantes de alevosía y parentesco.

Para los integrantes del jurado popular no fue sencillo adoptar tal veredicto. Fueron tres días de deliberaciones bajo la supervisión de la magistrada Esmeralda Casado.

La participación directa de Sonia Prieto siempre estuvo clara para los integrantes del Jurado. Pero les costó relacionar a Jesús Cristo en función de las pruebas aportadas en la instrucción.

Reconocimiento de la participación

De hecho, solicitaron revisar la declaración del acusado en el juicio y, al final, encontraron en el testimonio de El Curandero el reconocimiento de su implicación en los hechos.

Hasta ese momento, en la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife ningún Jurado había tardado más de un día en una deliberación.

Juramento de unión

Tindaya nació de una relación anterior de Sonia. Los dos procesados se conocieron en el 2003. Y ambos se juraron que «nunca se dejarían, que siempre estarían juntos y que nada ni nadie podría separarlos, determinación en la que se mantuvieron durante toda su relación».

El 9 de diciembre del 2011, según la sentencia, ambos adultos se pusieron de acuerdo para acabar con la vida de los menores. La madre le pidió a Tindaya que fuera a la cama del matrimonio y que se acostara.

Así fueron asesinados los niños

La progenitora se sentó encima de la niña y después le puso una almohada encima de la cara, hasta que la asfixió. Mientras tanto, Ponce estaba sentado en el salón de la casa, «comprobando que se estaba cumpliendo el plan».

Después, la mujer se dirigió al cuarto donde estaba Joseba, donde también lo asfixió con una almohada. Y, a continuación, llevó el cadáver hasta la cama donde ya estaba el cuerpo de su hermana.

Los miembros del Jurado consideraron que se trató de un asesinato con alevosía, en función de la edad que tenían las víctimas, la actuación por sorpresa de los procesados, en un ámbito de plena confianza, como es el hogar familiar, y el método empleado para impedir que se defendieran.

Poca preocupación

La acusación ejercida por los tíos y abuelos maternos de los niños, a través del abogado Juan Manuel Fernández del Torco, estimó que Ponce «mantuvo una posición de carencia de preocupación sobre los menores, ya que estos le preocupaban y le habían preocupado siempre poco, y cualquier hecho, acción o atención siempre se la había encomendado a Sonia».

Para la familia materna de las víctimas, Sonia Prieto debía cumplir 30 años de prisión y Jesús Cristo, 40. Mientras, para la acusación particular planteada por el padre de Tindaya, ambos acusados tenían que ser condenados a 40 años de cárcel.

En el juicio, ese supuesto compromiso de unión entre los dos culpables del filicidio se deshizo. De hecho, las estrategias de los abogados defensores consistió en culpar al otro de la autoría material del doble asesinato.

Varios días de convivencia con los cadáveres

El letrado de Ponce manifestó que a su defendido lo único que se le podía achacar era haber convivido con los cadáveres varios días. Y la abogada de Sonia sugirió con sus preguntas al varón que éste había sido el que había matado a ambos niños y lesionado a su pareja.

El abogado de la familia de la madre consideró que «el sistema no dio las respuestas adecuadas» que requerían los entonces acusados cuando lo necesitaron y estuvieron ingresados en una Unidad de Psiquiatría. Fernández del Torco recordó que Sonia Prieto escuchaba voces que la animaban a acabar con su vida años antes del trágico suceso y preguntó por qué no se adoptaron las medidas apropiadas en estos casos.

Los niños les sobraban, según la fiscal

La letrada del colectivo Laxhsmi, dedicado a la investigación y prevención de sucesos graves, Yaremi Padrón, afirmó en el juicio que dicha entidad sólo buscaba saber la verdad de lo que pasó y el móvil que llevó a los implicados a actuar así.

Tanto Padrón como la fiscal de este caso estaban convencidas de que a los dos procesados «les sobraban sus hijos».

En la vista, a la mayoría de las preguntas claves hechas por las partes sobre lo que ocurrió entre el día en que ocurrieron las muertes y el 13 de diciembre del 2011, cuando se hallaron los cadáveres, Ponce respondió que no se acordaba, o que no lo tenía claro.

Varias veces dio una negativa con la cabeza, o bien se encogía de hombros cuando no se acordaba. La magistrada le recordó que tenía que ser escuchado por el Jurado y que su voz tenía que ser grabada.

Historia rebuscada

Para su letrado, la idea esbozada por una acusación de que el proyecto de la pareja era encontrarse en el Hospital Psiquiátrico sin niños a los que atender era «una historia rebuscada» y un «montaje absurdo».

También dijo que Ponce «estuvo a punto de morir», por la sangre que perdió al intentar suicidarse cortándose las venas tras el asesinato de los niños. Una enfermedad acabó con su vida más de trece años después de aquel 9 de diciembre del 2011.

Tanto Sonia Prieto como Ponce 'El Curandero' fueron condenados a 40 años de prisión cada uno.

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