Juicio por asesinato de una mujer en Adeje: "Nos daba palizas, nos humillaba y nos amenazaba"

Los hijos de la víctima niegan que el acusado estuviera ebrio y aseguran que era muy consciente de lo que hacía

Juicio al acusado de asesinar a su expareja en Adeje

Vídeo: El Día / Imagen: Arturo Jiménez

La vida en el domicilio de Hayate era un auténtico infierno desde hacía años. La mujer marroquí asesinada en el barrio de Armeñime, en el municipio de Adeje, hace dos años intentó romper con esa situación insostenible desde que tuvo independencia económica. Pero su exmarido se lo impidió, con amenazas, en varias ocasiones.

Los dos hijos de más edad de la víctima confirmaron que el acusado, Mohamed, también de origen marroquí, les daba palizas, los humillaba y los amenazaba, tanto a ellos como a su madre. Y más de una vez tuvieron que tapar los golpes con maquillaje.

Ambos jóvenes, que tenían 16 años en el momento de los hechos y hoy son mayores de edad, coincidieron en que su madre y el ahora procesado mantenían habituales discusiones y enfrentamientos, que, a veces, acababan con la violencia física y las vejaciones de todo tipo.

Frente a lo expresado por el acusado del asesinato, que dijo que no fue consciente de lo que hizo, los hijos de Hayate de una relación anterior aseguraron en todo momento que Mohamed fue plenamente consciente de lo que hizo y no detectaron en su comportamiento que estuviera ebrio ni drogado.

De hecho, actuó con mucha fuerza y a uno de los hijos de la mujer asesinada le fue imposible quitarle el cuchillo con el que causó heridas mortales a la víctima.

Este lunes comenzó el juicio por este episodio de violencia de género en la Sección Quinta de la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife y uno de los momentos más duros se produjo durante la declaración de uno de los hijos de Hayate.

El joven explicó que "la relación entre la pareja era desastrosa, discutían mucho y tenían muchas peleas". Se refirió al acusado como "el susodicho" y aclaró que nunca lo llamó "papá".

A preguntas de la fiscal delegada de violencia sobre la mujer, Raquel Arranz, dijo que su progenitora y Mohamed se casaron y se divorciaron. Pero la convivencia continuó en un piso de la calle José Espronceda, a pesar de que ya no tenían relaciones de pareja, hasta una semana antes del asesinato.

Un hermano mellizo de dicho joven aclaró más tarde que, desde su punto de vista, la convivencia se mantuvo "por motivos económicos", como una manera de compartir los gastos, hasta que su madre tuvo suficientes ingresos como para afrontar una vida independiente.

Para el primero de los hijos en declarar, no deberían haber convivido tras el divorcio y le consta que su madre le pidió a Mohamed varias veces que se fuera de la vivienda un año antes del suceso.

Respondió a la fiscal que su progenitora intentó tener una relación sentimental con otro hombre, "cuando yo tenía unos 15 años y medio; pero el susodicho la llamó por teléfono para amenazarla".

Días antes del ataque mortal, su madre había iniciado otra relación. Pero, de nuevo, el acusado trató de obstaculizar ese noviazgo. "Y volvió a amenazarla en esa ocasión y yo estuve presente", apuntó el joven.

Admitió que su madre tenía miedo a su exmarido. Recordó que, para contactar con los hijos que tuvo con Hayate, Mohamed recurría a él, para que se los dejara ver cerca de la vivienda familiar en Armeñime.

A los menores de edad, Mohamed les decía que su madre "era una cerda, una puta, una aprovechada, todo tipo de cosas despectivas".

Aquella noche, uno de los hijos de la mujer magrebí hizo un trabajo de clase con una compañera de instituto. Después se dirigió a su casa. Al girar una esquina de su calle, observó "al susodicho discutiendo con mi madre de espaldas a la puerta del edificio". Llevaba un abrigo con capucha, pero aún así lo reconoció.

Por los gestos y movimientos, apreció que, una vez más, discutían. Se dio la vuelta. Pero, 15 segundos después, "escuché los gritos de mi madre para pedir ayuda". Entonces, forcejeaban y, cuando llegó hasta ellos, ya habían caído al suelo.

El joven intentó quitarle el cuchillo al agresor, pero no lo logró. Y, en vez de parar, siguió con las cuchilladas. "Apuñaló dos veces más a mi madre", dijo. "Tuve un bloqueo, pensé que no lo iba a hacer. Y después se me resbaló el cuchillo y le propinó la segunda cuchillada en el suelo", aseguró.

Otros quince segundos después, llegó su hermano mellizo, que estaba en el piso, y después otro vecino, que tenía más fuerza que ellos. Y entre los tres pudieron retenerlo.

Aclaró que Mohamed era plenamente consciente de lo que hacía. "Cuando cumplió su cometido, dijo que sabía que iba a ir a la cárcel, según lo que dijo mi hermano mellizo", indicó. Aclaró que el acusado tenía el cuchillo amarrado a su muñeca con una brida.

Sus hijos

El primer joven recibe tratamiento psicológico desde que sucedieron los hechos. Tras el asesinato, los cuatro hermanos ingresaron en el Centro Maternal. Ahora, él vive en una residencia estudiantil. Su hermano mellizo, que tiene síndrome de Asperger, reside en un piso para personas con discapacidad. Y los dos hijos pequeños de Hayate están con unos tíos maternos en Melilla.

"Vivíamos en constante estado de alerta", explicó el primer testigo. Recordó que lo mandaba a cocinar a él, a veces. Y una vez le dio una paliza "porque se me quemaron unas papas fritas". Pero indicó que a su hermano el maltrato era mayor, debido "a su autismo".

Ese primer testigo habló de forma clara y serena, aunque hubo un momento en el que se le saltaron las lágrimas y admitió que le cuesta mucho estar sin su madre. También le resulta difícil tener amistades o relaciones amorosas. Además, se siente culpable por no poder haber detenido el ataque mortal a su progenitora.

También comentó que Hayate intentó defenderse y empujó a su agresor contra el capó delantero del coche.

El abogado de la defensa detectó una contradicción entre lo que dijo el testigo en su momento y lo que afirmó este lunes en el juicio. En la vista, el testigo señaló que agarró por el brazo a Mohamed y en fase de instrucción reconoció que le cogió el cuchillo, según dicho letrado.

Uno de los recursos usados por el acusado para despreciar a Hayate consistía en explicar a los hijos de ésta que él procedía de Casablanca, de una familia con recursos y con muchos contactos, mientras que su madre era del Rif.

El otro hijo mayor de la mujer asesinada aseguró que los humillaba por diferentes motivos, como por no limpiar los platos. Si a Hayate la llamaba "puta", a su hijo con Asperger le decía que era un "alucinado, bobo, que tienes retraso". Y al primero de los vástagos de la mujer lo llamaba "nenita", en el sentido de "mariconcito".

El segundo testigo definió al procesado como "un cobarde, un mierda, retorcido, manipulador y tóxico". "Quería llevarse a mi madre y jodernos la vida", señaló.

El abogado defensor apreció una contradicción en el segundo hijo que habló ante el Tribunal de Jurado, ya que en fase de instrucción dijo que lo reconoció por la calva y en el juicio indicó que llevaba puesta una capucha cuando lo vio desde su piso.

El acusado señaló que empezó su relación con Hayate a finales del 2012 y se casaron en el 2013, cuando ella ya estaba embarazada. Apuntó que la mujer "quería divorciarse para tener la condición de soltera y beneficiarse de ayudas económicas" del Cabildo y otras administraciones.

A pesar de las órdenes de alejamiento dictadas en tres sentencias en 2015, 2016 y 2019, pasada una semana, volvía a estar con ella y Hayate no se negaba, admitió.

La última semana antes del asesinato ya no vivía en la casa familiar de Armeñime. Y señaló a la fiscal que su exesposa lo amenazó con que no iba a volver a ver a sus hijos e iba a salir del país. Señaló que "los insultos los empezó ella y la falta de respeto, porque conocía bien la Ley en España".

En otro momento, declaró que "ella era libre para tener otra relación sentimental", que fueron pareja "mientras ella quiso y no la podía obligar a nada". El cuchillo intervenido por la Guardia Civil es igual a los que utilizaba el acusado en su trabajo para cortar y preparar fruta.

El acusado señaló que "llevo dos años arrepentido. No era yo en ese momento". "Merezco pagar lo que he hecho, pero no sé lo que hice", comentó Mohamed.

Manifestó que "me duele mucho lo que pasó; no entiendo por qué llegué a ese extremo". También pidió perdón "a la familia, a los niños, y a mis hijos, a la sociedad, a los amigos de ella".

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