Habla la joven ocupa acusada de sacar un ojo a otra chica en La Orotava: "No era mi intención hacer esa barbaridad; es inhumano"
La más violenta de las agresoras afirma que sufrió un "brote psicótico", tras ingerir ansiolíticos y varias "litronas" de cerveza

Palacio de Justicia de Santa Cruz de Tenerife / E.D.
La joven ocupa acusada de sacar un ojo a una chica en La Orotava a finales de marzo del año pasado, Diana M., afirmó este miércoles que "no era mi intención hacer esa barbaridad; es inhumano, me arrepiento mucho, me di cuenta después".
La citada procesada reconoció que fue ella quien llevó lideró el brutal ataque a una mujer que vivía con su entonces novio en un cuarto de aperos en la calle Salazar y que le pinchó un ojo con una cuchara. Las palizas ocurrieron dos días seguidos, el 29 y el 30 de marzo del año pasado.
En el juicio que comenzó este martes en la Sección Segunda de la Audiencia Provincial, Diana M. sólo respondió a las preguntas de su abogado y se negó a contestar a la fiscal y al letrado de la víctima (acusación particular).
Esta acusada aseguró que "fue algo muy desmedido" y lo atribuyó a un "brote psicótico", después de consumir ansiolíticos y una cantidad elevada de alcohol, de forma concreta "varias litronas".
Esta joven dijo que la versión ofrecida poco antes por la otra acusada, Zaida H. no era del todo correcta. En el momento de los hechos, ambas tenían una relación sentimental y residían como ocupas en una carpintería situada en la calle Nicandro González Borges, en la zona de Lercaro, en La Orotava.
Supuestamente, según Diana, la víctima la ayudó a hacer el traslado de sus pertenencias (ropa o maquillaje, entre otras cosas) y las de Zaida al citado local. Pero la ahora afectada se quedó con algunas pertenencias de ambas y se las llevó al cuarto de aperos donde la chica atacada residía con su novio.
De la agresión ocurrida el 29 de marzo, Diana no se acuerda absolutamente de nada. Sobre lo que pasó el 30 de marzo, explicó que se alteró mucho al comprobar que la víctima tenía un cargador de su portátil en una bolsa. Tras pedirle explicaciones, apuntó que "yo la agredí, como dijo" la víctima en su declaración en el juicio.
Sobre los episodios violentos que sufre y que calificó como "brotes psicóticos", aclaró que "distorsiono la realidad, me siento amenazada". Tras salir del cuarto de aperos en el que pasó el suceso, dijo que se cayó al suelo fruto de la tensión vivida momentos antes. Pero después se fue a un supermercado a comprar otra "litrona".
Recordó que ya fue condenada una vez en la Península por una agresión similar. Cabe recordar que tanto los guardias civiles como los policías locales que prestaron declaración el primer día del juicio coincidieron en que ambas acusadas son personas "conflictivas" y "violentas".
Según los médicos forenses del Instituto de Medicina Legal (IML) Miguel Ángel Tous y Manuel Martínez, Diana sufre un trastorno límite de la personalidad. Y esa patología se complica con un elevado consumo de alcohol.
Sin embargo, los citados peritos aclararon que esas circunstancias no impiden que en el momento de los hechos tuviera mermadas sus capacidades de conocimiento y voluntad (cognitivas y volitivas).
Tous matizó que las personas que sufren enfermedades como trastorno límite de la personalidad, por ejemplo, tienen "explosiones violentas" que pueden durar un minuto o unos pocos minutos, pero en ningún caso ese episodio se prolonga durante una hora. A lo largo de 60 minutos, según dicho forense, la persona agresora tiene tiempo de ser consciente del daño que hace.
Las acusadas negaron que la agresión del 30 de marzo durara tres, dos o una hora. En palabras de Diana, apenas se prologó durante "unos ocho minutos".
La otra implicada, Zaida, pidió disculpas a la víctima y a su familia. "Estoy arrepentida, soy consciente del daño que he hecho" a la afectada. "No pensé que las cosas hubieran acabado así", afirmó. Pero recordó que la agresión también ha generado una situación desagradable para los seres queridos de ella y Diana.
Sobre lo que ocurrió el primer día, dijo que ellas fueron al cuarto de aperos, que hubo una conversación normal entre las tres jóvenes y que fue la víctima quien se abalanzó primero sobre Diana, para iniciarse después una pelea entre ambas.
Zaida contó que ella se dirigió a la perjudicada para decirle que "me llevo prestado tu teléfono móvil y mañana intercambiamos nuestras cosas".
En la mañana del 30 de marzo, según Zaida, ella y Diana compraron "litronas" de cerveza en un supermercado que está junto a la estación de guaguas de La Orotava.
Pero Diana ya se había tomado su medicación. Una vez en el cuarto de aperos, esta acusada dijo que fue la víctima quien se abalanzó primero sobre Diana y cogió a esta por el cuello. Y que ella intervino para agarrar con mucha fuerza a la afectada.
Negó que amenazaran de muerte a la agredida ni que le dijeran que iba a "comer tierra". También rechazó que a la chica atacada se le impidiera escapar: "ella era libre de irse".
Frente a lo que expuso la denunciante, que comentó que le pincharon el ojo izquierdo unas siete veces, Zaida apuntó que sólo fue una vez. Y después ella le pidió a Diana que parara. A continuación, recogieron varios bolsos que estaban allí, algunos con pertenencias de la víctima, y se marcharon del cuarto de aperos por la ventana que servía de acceso.
Personal del Servicio de Biología de la Guardia Civil explicó que la sangre encontrada en varias piezas de ropa analizadas sobre este caso correspondía íntegramente a la víctima, pues coincidía con el perfil genético de una muestra indubitada tomada a la agredida.
El médico forense Manuel Martínez aseguró que existe una relación directa entre el estrés postraumático y el insomnio severo sufrido por la víctima y la agresión en la que perdió el ojo izquierdo.
Además, matizó que los cuadros de depresión o ansiedad que padecía la afectada ante del mencionado suceso no influyeron en su actual estado.
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