La joven a la que dos ocupas le sacaron un ojo en Tenerife llegó a temer por su vida y se hizo la muerta
Las acusadas fueron dos días seguidos al cuarto de aperos donde vivía la víctima y le propinaron sendas palizas

Juicio por lesiones en La Orotava / E.D.
"Temí por mi vida" y en un momento durante la segunda agresión "me llegué a hacer la muerta para ver si así paraban". Así lo explicó la joven a la que dos ocupas presuntamente atacaron en el norte de Tenerife y, además de provocarle numerosas lesiones y cortes, le sacaron un ojo.
Este martes comenzó en la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife el juicio contra dos mujeres que, durante dos días seguidos, presuntamente agredieron de forma grave a otra vecina en el municipio de La Orotava.
En la primera sesión de la vista no quedó plenamente definido el motivo por el que las dos jóvenes, que residían como ocupas, decidieron golpear de forma reiterada, retener y robar a la afectada.
Tras el primer ataque, la víctima contó a una patrulla de la Policía Local que la paliza estuvo relacionada con un supuesto robo de un teléfono móvil, que las agresoras atribuían a la víctima o a su entonces pareja sentimental.
En la primera sesión del juicio, la afectada aseguró que las dos acusadas la habían acusado de "ser una mala amiga", puesto que, supuestamente, una de ellas, la más violenta y la que lideró el episodio violento, había sufrido una violación y no había sido apoyada por la ahora afectada.
Los hechos ocurrieron el 29 y el 30 de marzo del 2023 en un cuarto de aperos situado en una finca de la calle Salazar, en la zona orotavense de Lercaro.
Durante las semanas anteriores al mencionado ataque, las dos ocupas, Diana M. y Zaida H., habían protagonizado diferentes altercados en La Orotava. De hecho, tantos las patrullas de Seguridad Ciudadana de la Guardia Civil como de la Policía Local habían intervenido con ellas a raíz de varios sucesos y estaban consideradas como personas "agresivas" y "violentas".
La víctima llegó a entablar cierta relación de amistad con ambas mujeres, que ocuparon una casa en la calle Nicandro González Borges.
El 29 de marzo, las acusadas acudieron a la infravivienda de la calle Salazar por la tarde. Tras acusarla de haberles robado un teléfono móvil, según dijo la víctima en el juicio, las jóvenes presuntamente le propinaron patadas en la cara y en todo el cuerpo, puñetazos y le arrancaron mechones de pelo.
La denunciante aclaró que la más violenta y la que llevaba la iniciativa en la agresión fue Diana M., natural de Málaga, y con antecedentes policiales por atentado a agente de la autoridad. De hecho, según la víctima, le pidió de forma insistente a Zaida que convenciera a Diana para que le dejara de golpear.
La afectada señaló que, en buena parte de los hechos ocurridos durante dos días, Zaida se ocupaba de agarrarla e inmovilizarla, mientras Diana la atacaba. Después de ese primer ataque, las ocupas le quitaron un teléfono móvil.
Tras esa primera agresión, acudió la Policía Local a la calle Salazar y, tras recibir la información de la perjudicada, dieron una batida por la zona, pero no localizaron a las ahora acusadas.
El entonces novio de la víctima la llevó a un centro sanitario, donde la atendieron y le proporcionaron medicamentos. En esa noche la víctima señaló que no llegó a presentar denuncia, puesto que se sentía muy aturdida por los fármacos y los golpes recibidos.
Y, al día siguiente, al mediodía, relató que recibió la segunda visita de Diana y Zaida. No hubo intercambio de palabras, la tiraron al suelo, la arrastraron y le empezaron a arrancar el pelo.
También la golpearon con las patas metálicas de una mesilla de comedor, según el testimonio de la denunciante. Además, le advirtieron de que "hoy vas a comer tierra" y le pusieron en la boca parte del revuelto (pavimento irregular creado con cemento, pequeñas piedras y arena) de la entrada al cuarto de aperos.
También la amenazaron con que le iban a sacar los ojos, según la afectada. La víctima afirmó que fue Diana quien utilizó un objeto punzante para pincharle el ojo izquierdo durante siete veces.
Y también trataron de sacarle el ojo derecho, pero la resistencia de la afectada impidió que las presuntas agresoras lograran su objetivo.
El segundo ataque se prolongó durante dos horas aproximadamente. Entonces, la mujer llegó a temer por su vida y, en un momento, mientras Diana estaba sentada sobre ella y le propinaba constantes golpes, se hizo pasar por muerta, a ver si la agresión paraba. Pero no le sirvió de nada.
Después, tras apropiarse supuestamente de otro teléfono móvil y diversos efectos de la perjudicada, las dos jóvenes ocupas se marcharon de la finca de la calle Salazar.
Un vecino de la zona las vio salir, a Diana primero y a Zaida después. Llevaban algunas manchas de sangre en la ropa. Y minutos después el testigo observó que la afectada estaba completamente ensangrentada. Por eso, llamó a la sala operativa del 1-1-2 y después acudió a auxiliar a la víctima. Comprobó que tenía multitud de golpes en la cara, la cabeza y otras partes del cuerpo.
Después, una patrulla de la Guardia Civil de La Orotava se desplazó a la finca y, tras lograr que una ambulancia asistiera a la herida, realizaron una batida para intentar localizar a las presuntas agresoras, después de que la afectada dijera sus nombres.
Los agentes del Instituto Armado localizaron a las ahora acusadas en la calle Nicandro González Borges, cargadas con varios bolsos y mochilas. También llevaban varias prendas y objetos de la mujer agredida.
Las ocupas negaron que hubieran participado en el ataque a la afectada. Al ser apresada, Diana golpeó con una lata de refresco a un guardia en la frente. Y otro funcionario recibió una patada en un antebrazo.
Durante el traslado a las dependencias de la Guardia Civil, las dos arrestadas, sobre todo Diana, dio numerosas patadas al vehículo radiopatrulla.
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