Condenado a 23 años de cárcel por el asesinato de la pareja de su exesposa

El jurado concluyó que la muerte se había llevado a cabo después de haber sido planificada, a traición y de forma cruel, sin que apreciara ningún tipo de atenuante

La Audiencia Provincial de Tenerife ha impuesto 23 años de cárcel a un hombre llamado Eliseo, al que el tribunal popular declaró culpable de asesinar a quien era la pareja de su anterior esposa. El jurado también concluyó que la muerte se llevó a cabo después de haber sido planificada, a traición y de forma cruel, sin que apreciaran ningún tipo de atenuante.

La Fiscalía había pedido la pena de 23 años de prisión, mientras que la acusación particular, en representación de la compañera y los familiares del fallecido reclamaban 25 años de cárcel.

Los hechos tuvieron lugar en marzo de 2020 en un local situado en la localidad de San Isidro, en el municipio tinerfeño de Granadilla de Abona en horas del mediodía, cuando el condenado concertó una cita con un nombre falso y utilizando a un intermediario bajo la excusa de comprar equipos de música.

El abogado del acusado ha anunciado que presentará un recurso ante la sala de lo penal del Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC), al defender que su representado actuó en defensa propia. Cuando la sentencia sea firme será el momento en el que se fijará la cuantía de las indemnizaciones a las dos hijas del empresario fallecido y a su pareja.

La Fiscalía y las acusaciones particulares fijaron las indemnizaciones en 150.000 euros para las dos primeras y en 100.000 euros para la mujer. Ahora corresponde al Tribunal Superior de Justicia de Canarias determinar si es cierto el relato ofrecido por el acusado, quien dijo que acudió a las oficinas para cobrar una deuda y que entonces éste le reprochó que hubiese quemado el coche de su exesposa, ocurrido días antes.

El ahora condenado indicó que en aquel momento vio cómo la víctima hacía un movimiento para sacar un cuchillo de la espalda, ante lo cual forcejearon, el arma cayó al suelo, la recogió y a partir de ahí atacó al empresario.

La víctima recibió 20 puñaladas, varias de ellas mortales, y alguna de especial crueldad como la que se observó en el cráneo, que se asemejaba a cuando se le quita la piel a una fruta.

El jurado determinó que la víctima no tuvo la posibilidad de defenderse, de manera que fue sorprendido por el ataque. Prueba de ello es que la primera cuchillada aparece clavada en la espalda, tal y como determinaron los forenses, quienes relataron que la víctima murió en medio de una gran agonía resultado de la crueldad con la que fue atacado. La versión de la Fiscalía y de la acusación particular que representa a la familia del fallecido mantuvo que Eliseo utilizó el día antes a una persona para concertar la cita utilizando otro nombre porque tenía planeada su muerte.

Ese intermediario, sin embargo, puso al empresario sobreaviso y dijo que accedió a hacer este favor porque Eliseo le aseguró que el fallecido evitaba recibirlo dado que no quería pagarle una deuda. Excusa que al intermediario no le pareció creíble y por ello advirtió al fallecido del peligro que corría.

Las sospechas

Desde un primer momento las sospechas se dirigieron hacia la persona del acusado, quien fue detenido pocos días más tarde y confesó su versión de lo ocurrido y que había dejado la arma homicida de más de 30 centímetros en un contenedor de basura. Tras su confesión la Guardia Civil tuvo que rebuscar entre 20 toneladas de deshechos para encontrar el arma homicida.

En un primer momento el acusado ofreció como coartada que aquel día había permanecido con su jefe arreglando un camión pero, tal y como dijo éste último, se ausentó precisamente entre las 14:45 y las 16:00 horas, lo que confirmó aún más las sospechas de los investigadores.

Aunque aceptó la autoría, siempre mantuvo que fue en defensa propia, que había rehecho su vida con otra pareja y que no guardaba ningún tipo de celos ni rencor hacia su exesposa.

Ésta dijo que había intentado volver con ella y lo acusó de ser una persona «muy agresiva», hasta el punto de confesar que había sufrido violencia de género psicológica y que las peleas eran constantes durante los últimos años de matrimonio. También sospechó que era el autor del incendio de su coche ocurrido diez días antes del crimen.