El asesinato de Angelines, una mujer de 90 años de San Roque a la que presuntamente mató a golpes su sobrino el pasado fin de semana, ha sacudido al barrio

Muy querida en el lugar, a la gente le cuesta creer que la anciana haya perdido la vida de una manera tan brutal. La Policía Nacional detuvo el pasado domingo a Francisco, de 79 años, por agredir a su tía y golpearla supuestamente hasta la muerte, después de una discusión. Después intentó quemarla en un horno, que intentó fabricar con bloques, en el interior de la vivienda en la que ambos vivían.

Fue una familiar de Angelines -unos vecinos hablan de una nieta y otros de una sobrina- la que alertó a la policía, al sospechar que algo le había pasado a la señora porque hacía días que no respondía al teléfono y después de que el homicida le impidiera acceder al domicilio. Los vecinos aseguran también que Francisco había sido acogido por su tía años atrás, sin saber que estaba metiendo al asesino en su casa.

La última vez que lo vecinos vieron a Angelines estaba regando y barriendo la acera de su casa terrera, las labores cotidianas que solía llevar a cabo a diario. La tradicional tranquilidad del barrio de San Roque se vio quebrada de la noche a la mañana por este nuevo caso de violencia machista, que ha causado gran pesar e impresión en muchas personas que conocían y apreciaban a la víctima.

«Es un bandido, no tiene otro nombre. Ella le dio cobijo para que no se quedase en la calle»

La policía acudió al lugar, tras la denuncia de la familiar, a la que el supuesto agresor no dejó entrar en la casa para ver a su tía. Extrañada porque Angelines no respondía al teléfono, se personó en el domicilio de la calle Florinda el pasado sábado, pero el presunto homicida se negaba a franquearle el paso. Según los vecinos, le aseguró que Angelines se encontraba en casa de una prima en Jinámar.

«No la dejaba entrar y la nieta estuvo llamando por teléfono el sábado y no le contestaba. El domingo por la mañana tampoco le cogía el teléfono, por lo que volvió la casa. El temor de ella es que le hubiera dado una fatiga. Yeste hombre seguía sin dejarla pasar, así que llamó al 091», explicó Isidro, un vecino.

«Quien iba a pensar que esto iba a suceder», manifestaba Antonio Martín Santana, uno de los residentes de la calle Florinda, donde vivía la víctima. «Este hombre es un bandido, lo que ha hecho no tiene otro nombre. Ella era muy querida en el barrio, donde ha vivido toda la vida. Ella lo acogió en su casa, cuando se separó. Por caridad le dio cobijo en la casa para que no se quedase en la calle, cuando apareció aquí un día, hace unos años», contó Antonio.

Antonio Martín Santana, vecino de Angelines. | | GUAYRE MAYOR

«En ningún momento pensé que estaba pasando algo grave. Nunca escuché discusiones»

Juan, otro vecino, relató que el pasado sábado vio un humo blanco salir de la casa, pero jamás pasó por su cabeza que estuviera relacionado con el trágico suceso.

«No era humo de fogalera. Era como el fuego que tú prendes con papeles para dar olor a la casa. Vi el humo cuando fui a tirar la basura y cogí un poco de respeto. Yo no escuché ninguna discusión, ni golpes ni nada. Nunca he escuchado discusiones en esa casa», señaló Juan, quien añadió que «eso no quiere decir nada, porque nunca sabemos lo que ocurre en el interior de las casas».

Añadió que en ningún momento pensaron que el fuego «fuera para quemar a la señora. Eso era impensable. Como va a pensar uno eso. La cabeza se me traba sólo de pensarlo. La señora era buenísima».

En los mismo términos se pronunció Isidro, otro vecino, quien señaló: «En ningún momento pensamos que estaba pasando algo grave ahí. Lo único que vimos es que estaba saliendo mucho humo. Luego esto se llenó de policías el domingo, hasta las seis de la tarde, cuando se llevaron el cadáver».

«Esto ha sido un disgusto muy grande. No lo esperaba nadie, porque la señora era muy buena. Era una madre para nosotros. Todo el mundo la quería. Era una relación entrañable entre gente que llevamos toda la vida viviendo aquí. Nadie esperaba que tuviera este final tan triste. Un disgusto muy grande, sobre todo para la familia. Aquí vinieron un montón de nietas y sobrinas, incluso la hija del que la mató, subrayó.