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Juicio

Un joven niega que violara a una menor de edad en su casa de El Sobradillo

La denunciante, que estaba fugada de un centro de acogida, asegura que el acusado le ofreció hachís y polen de hachís

Juicio en la Sección VI de la Audiencia Provincial

Un joven acusado de agresión sexual a una menor de 17 años en El Sobradillo (Santa Cruz de Tenerife) en junio del 2019 negó que hubiera llevado a la supuesta víctima a su piso y que la hubiera obligado a practicarle una felación, así como que la hubiera penetrado vaginalmente mientras la misma dormía. El citado varón afirmó que la conoció un día en una obra en Taco, cuando la víctima consumía droga junto a otro chico. Pero explicó que esa noche durmió en esa edificación, junto a su tío, que es toxicómano. Pero no citó a este familiar como testigo, puesto que, según él, no está en condiciones de ofrecer un testimonio fiable. La acusación particular pide para él ocho años de prisión, mientras que la Fiscalía y el abogado defensor solicitan la libre absolución, al considerar que las diferentes versiones ofrecidas por la joven en el proceso (ante las médicos forenses, la Policía Nacional y el Juzgado de Instrucción) generan dudas sobre la veracidad de su relato.

Los hechos comenzaron el 24 de junio. La adolescente vivía en el Centro de Acogida Inmediata (CAI) de Los Baldíos y trabajadores del mismo la llevaron a una psicóloga. Al salir de la consulta, decidió fugarse. Llegó al Intercambiador de Santa Cruz de Tenerife, donde encontró a dos amigos, a quien contó que no quería volver al centro, pero que necesitaba un lugar en el que dormir. Y, supuestamente, dichas personas le mencionaron una obra en Taco en la que podía pernoctar.

Junto a ellos consumió varios porros. Y, según la denunciante, después apareció el acusado, que también le ofreció hachís y polen de hachís. Ella aceptó consumir. Según la afectada, el joven, vecino de El Sobradillo, y ella caminaron desde Taco hasta la vivienda del chico, que definió como un domicilio con muy pocos muebles, un dormitorio con un colchón en el suelo y otro cuarto con excrementos de gato. Cuando ella se acostó, presuntamente el acusado la obligó a practicarle la felación, a pesar de que al principio se negó, y él insistió. Cuando se despertó de madrugada, comprobó que el joven estaba sobre ella y desnudo, aunque no fue consciente de que llegara a penetrarla vaginalmente. Ella también estaba desnuda y dejó entrever que fue el acusado el que le quitó la ropa. Después aseguró que abandonó el domicilio, pero antes el joven le entregó cinco pastillas de Tranxilium (ansiolítico, derivado de las benzodiazepinas). Tres de esas cápsulas se las tragó y las otras dos las esnifó. Supuestamente, el joven le dijo que tenía tres hermanas y que, si lo denunciaba, estas le harían daño.

El fiscal le reprochó que hubiera cambiado varias veces el relato de lo que había pasado. Cuando el representante del Ministerio Público le preguntó que cuál fue su intención al acudir al piso del varón, la denunciante afirmó que su objetivo era que se le pasara el efecto de las drogas y evitar que los policías la encontraran.

Un educador del CAI Los Baldíos señaló que, al relatarle que había sufrido una agresión sexual, le pareció honesto y coherente. Pero no le hizo un interrogatorio específico para saber si mentía o no. Fue este técnico quien la llevó a la Comisaría de la Policía Nacional de Tres de Mayo, en Santa Cruz, para que denunciara en el Grupo de Menores.

Tanto la inspectora que instruyó el asunto como una agente de dicho departamento expusieron en el juicio que su testimonio fue coherente, que estaba afectada en el momento de interponer la denuncia y reconoció al presunto autor, sin ningún género de dudas, en una identificación fotográfica.

Un inspector de la Policía Nacional también ratificó que la descripción ofrecida por la víctima coincide con la ubicación tanto del piso del acusado como del bar de referencia que aportó la chica para localizar mejor el domicilio.

Una doctora del área de Ginecología del Hospital Universitario de Canarias (HUC) y una médico forense del Instituto de Medicina Legal coincidieron en que el eritema que la entonces menor presentaba en el exterior de su vulva podía coincidir con una agresión sexual o con otras causas, como algún golpe, una dermatitis e, incluso, la falta de higiene.

Para el abogado de la acusación particular, José Manuel Niederleytner, la agresión sexual quedó acreditada. Reclamó al Tribunal atender a lo esencial de la declaración de la denunciante, no a las posibles contradicciones en «aspectos periféricos». Y citó una reciente sentencia de la Sala II del Supremo, donde se insiste en que, para este tipo de casos, no se puede exigir que la víctima ofrezca un testimonio idéntico siempre que declare. Es decir, que con independencia de esa circunstancia, no se puede negar que diga la verdad.

El fiscal y el abogado defensor explicaron que las contradicciones en las que ha incurrido son relevantes para el caso.

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