Caso Abierto - eldia.es

Caso Abierto - eldia.es

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

JUICIO POR AGRESIÓN SEXUAL

La fiscal pide 16 años de cárcel por violar a su hijastra menor de edad en Arona

La víctima no denunció por miedo a perder los papeles y que le hiciera daño a un hermano

El juicio se celebra por la Sección VI de la Audiencia Provincial

Una joven afirmó ayer que sufrió un delito de agresión sexual continuado entre los 12 y los 14 años por parte de su padrastro y que no denunció «por miedo», ya que el implicado presuntamente llegó a amenazarla, entre otras cosas, con «hacerle daño» (abusos sexuales) a su hermano menor cuando residían en una vivienda de Arona. La víctima admitió ante el Tribunal que, debido a los citados episodios traumáticos que sufrió, no tiene una vida normal y es incapaz todavía de tener una relación sentimental, ya que cree que, cuando alguien se le acerca con cierto afecto, va a atacarla.

Según la perjudicada, otra de las amenazas del individuo consistía en decirle que, si contaba lo que sucedía, iba a separarse de su madre, por lo que perderían sus derechos para estar en España y la progenitora y sus tres hijos tendrían que volver a Ecuador. Ayer comenzó en la Sección VI de la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife un juicio contra un hombre de nacionalidad ecuatoriana, Oswaldo, de 44 años, que niega que cometiera tocamientos y tuviera relaciones sexuales completas con la afectada cuando era menor, aunque sí dijo que mantuvo sexo «rápido» con ella en un coche una vez, cuando la denunciante ya tenía 19 años.

La fiscal solicita para dicho individuo 16 años de prisión, de los que 15 son por un delito de agresión sexual continuada con prevalimiento de relación de superioridad, mientras que el resto es por quebrantamiento de una orden de alejamiento.

Oswaldo y la madre de la víctima iniciaron una relación sentimental en el 2009. La citada mujer tenía tres hijos en Ecuador e inició los trámites, junto a su nueva pareja, para traerlos a España. La afectada aseguró que su calvario comenzó en el 2011, cuando aún se hallaba en dicho país sudamericano. Empezó a sufrir unos abrazos más fuertes de lo normal, que seguían con tocamientos por encima de la ropa, a la vez que recibía expresiones como: «¡Qué guapa eres!» o «¡Qué hermosa!». Ante eso, la niña mostró su reticencia a viajar a Tenerife, aunque sin decir el motivo a nadie. Pero ya los trámites estaban en marcha y el proceso siguió su curso.

Su primera residencia en la Isla estuvo en Las Galletas, en el municipio de Arona. Entonces tenía 11 años y sufrió tocamientos, tanto por encima de la ropa como de forma directa en sus senos y genitales.

Después, la familia se trasladó a vivir al barrio de La Estrella, también en Arona y próximo a Las Galletas. Fue en dicho domicilio donde la víctima sufrió, por primera vez, una agresión con penetración. La denunciante explicó que el implicado la llamó para que fuera a una habitación. Después le dijo que se acostara en la cama. Tras agarrarla, se puso encima y le dijo que se callara. Entonces, la afectada no supo qué hacer y se quedó quieta y paralizada. Tenía doce años y tales episodios se prolongaron hasta que tuvo catorce. Los mencionados hechos presuntamente ocurrieron cuando la madre y los hermanos de la víctima dormían. Una de las advertencias que presuntamente el acusado realizaba a la menor consistía en que, si hablaba de lo que ocurría y lo contaba a su madre, «nos quitaba los papeles» que permitían su estancia en el país.

Las citadas agresiones sexuales se pararon cuando la abuela de la entonces adolescente se instaló con la familia en la citada casa de Arona. Y retomó de nuevo los tocamientos a partir de los 15 años.

Al padrastro tampoco le gustaba que la afectada tuviera amigos, según la declaración de la joven. «Tenía que pedirle permiso para salir» con chicas y chicos y él tenía que verificar quiénes eran. Una vez salió con dos amigas y un amigo. Como la afectada tenía el móvil apagado, Oswaldo presuntamente llamó a las amigas para preguntar dónde estaba su hijastra. Después se personó en el parque donde se hallaba el grupo y se acercó a la víctima, que paseaba con su amigo. «Apareció allí y me montó un escándalo», manifestó. Es decir, que «se comportaba de forma celosa y controladora», confirmó.

El hoy acusado trabajaba en plataneras y, por último, se dedicaba a la instalación de paneles solares. De hecho, durante una temporada, se fue a trabajar a Bélgica. Y, a través del teléfono móvil, la afectada comenzó a recibir nuevos mensajes de whatsapp por parte del presunto autor de los hechos, en el sentido de que quería seguir manteniendo relaciones con ella. De hecho, le pidió a la joven, cuando ya era mayor de edad, que le enviara fotos desnuda. Y la víctima accedió, siempre por miedo, según su declaración de ayer. Y después esas imágenes fueron usadas por Oswaldo para amedrentar todavía más a la joven. Cuando en esos mensajes la perjudicada le recordaba que la había violado cuando era una niña y que eso no era amor, el implicado no lo negó nunca y en alguna ocasión se limitó a pedirle perdón y a recordarle que tomó precauciones para no dejarla embarazada.

La afectada mencionó que otra amenaza del implicado consistía en decirle que no contara nada, ya que «podía hacerle daño» a su hermano menor, es decir, cometer sobre él también abusos sexuales. De hecho, para demostrárselo, le decía al pequeño: «Pantene, más panza que pene» y en ese momento le tocaba el órgano sexual al niño. Con 13 o 14 años, la víctima escribió una carta a su madre, en la que, sin decir nunca el motivo de su sufrimiento, decía que «me quería suicidar, no podía vivir en esa casa». Y, una vez que su progenitora conoció el contenido, su padrastro rompió el papel y la acusó de ser una «caprichosa» y malcriada. La afectada indicó que, cuando no hacía lo que él decía, la golpeaba con un látigo de cuero. Aún hoy tiene miedo de salir sola a la calle, pues se siente insegura.

El acusado negó que realizara tocamientos o tuviera relaciones sexuales completas con la denunciante cuando esta era menor de edad. Aclaró que, cuando ya tenía más de 18 años, sí mantuvo sexo con la víctima en un coche. La joven niega que tuviera relaciones sexuales completas consentidas con el implicado tras cumplir la mayoría de edad. El implicado negó que golpeara a la víctima cuando no hacía lo que él quería. Pero admitió que en una ocasión “le dí un pescozón”, con autorización de la madre, porque no fue a clase un día. Aclaró que mantuvo una relación "normal de padrastro a hijastra”.

Además, Oswaldo argumentó que nunca se quedó a solas con la víctima. Explicó que salía a trabajar por la mañana y regresaba a la casa por las tardes. Y muchas veces volvía al domicilio acompañado de su pareja, a la que iba a buscar a su trabajo. El acusado reiteró varias veces que, cuando se hallaba en Bélgica, le envió mensajes a la afectada para decirle que quería que fuera su mujer y tener hijos con ella. Algunos mensajes de la víctima al acusado son: «Usted me violó y eso no es amor», «Usted abusó de mí cuando era niña», «Ya no soy la niña de 13 años». Y el implicado escribió textos a la víctima como: «Quiero que me perdones, de corazón», «Quiero vivir una nueva vida contigo», «Hemos tenido relaciones y he tomado precauciones, ¿qué más quieres?».

Compartir el artículo

stats